Wwf destripa el “fracaso millonario” de invertir en regadíos para ahorrar agua en españa


Las obras para ahorrar agua en la agricultura de regadío, llamadas modernizaciones, no han servido para reducir el consumo de este recurso en España pese a que las administraciones públicas han destinado a ellas más de 2.900 millones de euros desde 2000, ya que, al contrario, ha aumentado entre un 4% y un 42%.
Así lo revela el informe ‘Un mal negocio para la naturaleza y la sociedad’, presentado este martes por WWF en un encuentro informativo en Madrid y que recoge las conclusiones de 10 años de trabajo de esta organización y el análisis en profundidad de los ocho proyectos de modernizaciones en las cuencas hidrográficas del Ebro, el Tajo y el Guadalquivir, los únicos de los que se dispone de información solvente.
El informe, realizado con investigaciones sobre el terreno y apoyado con trabajos científicos de expertos de la Universidad de Zaragoza, señala que España sufre periódicamente sequías y la escasez del agua es “un problema de primer orden en más de la mitad del país”, donde dos terceras partes del agua consumida se dedica a fines agrícolas y muchos ríos y acuíferos están sobreexplotados. Además, cerca del 15% de la superficie cultivada en España está ocupada por cultivos de regadío (unos 3,7 millones de hectáreas), que consumen casi el 70% del agua del país.
El director de conservación de WWF, Enrique Segovia, señaló que esta organización ha realizado este estudio después de solicitar sin éxito información al Gobierno y de pedirlo también el Defensor del Pueblo, y recordó que el Consejo de Ministros aprobó en 2006 un Plan de Choque de Regadíos con subvenciones para realizar obras que permitieran ahorrar hasta 1.200 hectómetros cúbicos de agua anuales, aunque las modernizaciones comenzaron años atrás.
La responsable del Programa de Agua y Agricultura de WWF, Eva Hernández, indicó que desde 2000 se han destinado alrededor de 2.927 millones de euros (2.052 millones aportados por el Gobierno y 875 millones por las comunidades autónomas) para modernizar 1,47 millones de hectáreas de regadío, fundamentalmente en la mejora de la eficiencia cuando se envía agua desde embalses y acuíferos de las cuencas hidrográficas para regar los cultivos.
Las obras incluyen la eliminación de fugas en las conducciones, la sustitución de canales y acequias por tuberías bajo tierra o la sustitución del tradicional riego por gravedad o inundación por métodos como la aspersión o el goteo.
“LECCIONES APRENDIDAS”
Con el estudio de proyectos de modernización de regadíos en Alto Aragón, Almudévar y La Campaña (Ebro); Estremera (Tajo) y Guadalmellato, Sector B-XII, Bembézar MD y El Fresno (Guadalquivir), el informe de WWF incluye siete “lecciones aprendidas”.
Una de ellas es que conviene mejorar la transparencia y la información sobre el agua, ya que escasean los datos sobre el consumo de agua anterior a las obras, cuánto se ha ahorrado, adónde se destinan los fondos públicos, etc.
Además, Hernández apuntó que “hay que utilizar un concepto adecuado de ahorro de agua”, ya que las obras facilitan que llegue más agua a las tierras de cultivo porque reducen las pérdidas, pero se producen menos retornos de este recurso a la cuenca hidrográfica y más evaporación ante niveles similares de volumen de agua extraída de embales y acuíferos.
WWF ha detectado un aumento del consumo de agua de entre un 4% (en Guadalmellato) y un 42% (en Alto Aragón) después de las modernizaciones, además de dobles cosechas, mayor densidad de las plantaciones, un aumento de la superficie regada, pérdidas por evaporación y arrastre más elevadas, y otras utilizaciones del agua para campos de golf u otros usos recreativos.
Asimismo, Hernández recalcó que las modernizaciones han disparado el consumo anual de electricidad, que deben evitarse las subvenciones públicas para explotaciones ilegales, que se revisen las concesiones obligatorias y que conviene asegurar la recuperación de costes ambientales y sociales.
CONSECUENCIAS Y PROPUESTAS
Con ello, las modernizaciones han traído como consecuencias el incumplimiento de los objetivos ambientales en materia de agua y cambio climático, la inviabilidad económica de explotaciones agrarias y la demanda de nuevas subvenciones.
En conclusión, WWF asegura que la eficiencia no es sinónimo de ahorro de agua, no se han disminuido las extracciones desde embalses y acuíferos, se ha incrementado la vulnerabilidad ante la sequía y el cambio climático, ha aumentado el consumo energético y de emisiones de CO2.
Por ello, propone que se haga una nueva planificación de regadíos, mejorar la transparencia y la información, asegurar el ahorro de agua en el contexto de la cuenca, revisar las concesiones, cerrar las explotaciones ilegales (hay más de 500.000 pozos irregulares en España), recuperar los costes del agua y poner en marcha proyectos teniendo en cuenta cómo se diseñan, cómo se ejecutan y que finalmente sean evaluados.

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