Francisco Serrano, Presidente de Ibercaja

"La mejor opción es salir a bolsa. Con el fondo de reserva decidiremos cuándo"

El responsable de la entidad reivindica la idoneidad de mantener su independencia en un sistema financiero español que está ya «muy concentrado».

Francisco Serrano
Francisco Serrano, Presidente de Ibercaja.
Heraldo

Francisco Serrano ha llegado a la presidencia de Ibercaja dentro de un relevo general en la estructura directiva de la entidad iniciada con el nombramiento de Víctor Iglesias como consejero delegado y que culmina con cambios en el Consejo con la integración de más mujeres y nuevos perfiles. En una entrevista concedida a Heraldo de Aragón desvela las claves de su gestión, con el reto de la salida a bolsa delante.

¿Es este un cambio de ciclo?

Para mí es un absoluto honor que el Consejo de Administración me propusiera y me designara como presidente de Ibercaja y también una altísima responsabilidad. Si algo ha caracterizado a Ibercaja es una modélica gobernanza. Los últimos presidentes que me han precedido, Manuel Pizarro, Amado Franco y José Luis Aguirre, son tres personas de un altísimo nivel con una calidad humana excepcional. Por tanto, hay un legado buenísimo, y a mí ese legado me corresponde adaptarlo a las circunstancias que cada momento nos vaya pidiendo el mercado. Por lo tanto, no se puede hablar de cambio de ciclo, pero sí de evolución de la entidad o de finalización de un proceso que se había iniciado con el nombramiento del consejero delegado hace unos años.

¿Qué objetivos quiere cumplir y cómo quiere que sea su presidencia?

La ventaja con la que cuento es que he vivido desde dentro el modelo de gobernanza de Ibercaja, que tiene una distribución de competencias entre el presidente no ejecutivo y el consejero delegado muy armoniosa. Yo he tenido el honor de formar parte de un equipo directivo muy potente, magníficamente liderado por Víctor Iglesias, y he tenido también el honor de estar presente en las sesiones del Consejo de Administración por mi función como secretario general. Y lo que he visto es que hay un Consejo muy potente, con un grupo de personas que conocen muy bien el negocio y que saben perfectamente cuál es su función y cuál es la línea estratégica de la entidad. ¿Cuál es mi reto? Primero, mantener este modelo de gobernanza, que es ejemplar, no porque lo diga yo, sino porque el supervisor así lo ha acreditado. Por eso lo que quiero es que este modelo se siga desarrollando preservando los sólidos fundamentos financieros que tenemos, velando porque la rentabilidad se vaya acercando cada vez más al coste de capital, y ello sin perder la esencia de Ibercaja, su fuerte arraigo social, y su fuerte compromiso territorial con sus zonas de actuación

¿Se mantiene esa posición, sin planteamiento de fusiones para ganar tamaño?

La respuesta va a ser la misma porque forma parte de nuestro ADN. Nosotros tenemos un modelo de negocio que es sostenible, sólido, fundamentado, y además diría sin miedo a exagerar que en estos momentos Ibercaja, desde el punto de vista de los indicadores financieros, está en la mejor situación de la historia reciente. Está en una situación muy fuerte, muy solvente. Por tanto, si hace 10 años decíamos que en nuestras manos estaba nuestro destino, ahora muchísimo más. Y además, el sistema financiero español está muy concentrado. El 70% de los activos está en manos de los bancos grandes. Entonces que haya diversidad, que haya una banca mediana cercana al cliente, nosotros consideramos que es muy necesaria. Por lo tanto, no contemplamos otra cosa que no sea ser independientes

¿Y se mantiene el objetivo de salir a bolsa, aunque la Fundación Ibercaja, accionista principal de la entidad, haya optado por constituir un fondo de reserva?

En febrero no pudimos salir al mercado, estábamos en el último paso y lo que empezó en esos momentos siendo una amenaza se convirtió en la terrible agresión de Rusia a Ucrania. En ese momento, la Fundación Bancaria Ibercaja, ante la altísima volatilidad, decidió no salir al mercado y presentó ante el Banco de España la posibilidad que admite la ley de constituir el fondo de reserva. Y eso es posible porque el banco ha hecho un gran trabajo en los últimos años y puede pagar dividendo suficiente como para poder constituirlo. De hecho, la Fundación lo ha dotado ya al 40% y no hay ningún problema en constituirlo en los plazos marcados por el Banco de España. Esto lo que nos da es la llave del tiempo. El tiempo en un proceso de salida a bolsa es clave. En la Fundación y en el banco entendemos que la mejor opción para el banco es salir a bolsa.

La constitución del fondo de reserva lo que nos da es tiempo, nos permite decidir el momento en el que podemos salir. Ya no tenemos plazo, este desaparece. Por tanto, el horizonte temporal es el que se quiera. Tenemos el comodín del tiempo. Eso nos da tranquilidad a la hora de tomar la decisión y nos evita complicaciones a la hora de gestionar. Desde el punto de vista de la realidad de los mercados y de los tipos de interés, la situación puede cambiar, incluso en la concesión de créditos.

¿Se prevé una nueva etapa en el banco?

Esa es una pregunta para el consejero delegado, pero siempre hay que tener en cuenta que para nosotros el gran principio es que este es un banco que tiene al cliente en el centro. No somos un banco de producto, somos un banco de cliente. Por tanto, nuestra relación es a largo plazo, manteniendo esa relación que hemos tenido de cercanía, de profesionalidad. Y eso no va a cambiar, con independencia de que las circunstancias sean unas u otras.

¿Cómo califica las relaciones de Ibercaja con el Gobierno de España y también con el de Aragón?

Ibercaja siempre va a ser leal con las instituciones. Con el Gobierno de España las relaciones son leales e institucionales y correctas. Y con el Gobierno de Aragón hay mucha mayor relación por nuestra presencia e importancia aquí. La lealtad institucional que ha habido entre Ibercaja y el Gobierno de Aragón ha sido altísima durante todos estos años y creo que es un buen ejemplo de relaciones entre ambas.

En esas relaciones se inscribe la copropiedad de Aramón. ¿Se mantendrá igual esa sociedad, no hay plan de desinversión?

La participación de Ibercaja en Aramón se explica como todas las participaciones que ha habido en proyectos estratégicos en el territorio. Entramos ahí para apoyar el impulso y el desarrollo de un proyecto estratégico para Aragón y la verdad es que nos hemos entendido muy bien con los distintos gobiernos. Esa misma visión no cambia, no hay ningún condicionante que pueda hacerla cambiar.

¿Cómo ve la situación económica de Aragón en particular?

En Aragón nos podemos considerar un poco como una isla porque hemos tenido estabilidad institucional. A nivel español ha habido y está habiendo una falta de entendimiento entre los partidos que ha hecho que haya mucha polarización e inestabilidad. Y como decía Joaquín Costa, sin seguridad jurídica y libertad no hay riqueza. La seguridad jurídica depende de instituciones estables, que hacen que las cosas sean predecibles. Estamos leyendo continuamente noticias de nuevas inversiones en Aragón. Eso ha generado un caldo de cultivo muy bueno. Aragón está en una situación idónea, tanto porque hay empresarios aragoneses que invierten bien, grandes empresas familiares o no que lo están haciendo muy bien, como empresas de otras comunidades que vienen a invertir aquí o multinacionales. Y además, no solo invierten en Zaragoza, también en Huesca y en Teruel. Me gustaría que hubiera más. Y aquí sí que hay un firme compromiso de Ibercaja con las empresas para acompañarles.

Y sobre la situación económica nacional, la inflación está disparada y se prevén meses difíciles. ¿Cree que tendremos una recesión?

La única certidumbre que hay, que hemos tenido a lo largo de este año, es la incertidumbre. Todavía la hay porque hay una guerra provocada por la agresión rusa a Ucrania, y eso evidentemente genera mucha tensión geopolítica y una crisis energética muy seria. Pero creo que es necesario contextualizar. Quizás hay un ambiente excesivamente catastrofista. Hay que ver cómo han sido las anteriores crisis y cómo es esta. La de 2008 fue muy intensa y muy larga. Había muchos desajustes en la economía española, una gran burbuja inmobiliaria que se pincha y se produce la destrucción de 3 millones de empleos. Eso es tremendo. Y se tarda 10 años en salir, en recuperar el PIB perdido, desde 2008 hasta 2018. Después tenemos la crisis de la covid, esta de origen exógeno, la pandemia, muy intensa pero corta. ¿Y cómo es esta? Una de las cosas que tenemos que decir es que España no está en el epicentro de la crisis. Estamos poco expuestos a inversiones en Rusia, en Bielorrusia, y de acuerdo con todas las previsiones que se manejan a día de hoy, España el año que viene va a crecer entre el 1% y el 2%. Y además se va a desacelerar la creación de empleo, pero no va a haber una destrucción de puestos de trabajo como en 2008. Por tanto, nosotros lo que vemos y es un poco consenso de las previsiones, es que es una crisis más liviana, más corta que la de 2008. Por eso somos prudentes y eso implica también no ser excesivamente catastrofistas.

Para la recuperación de la crisis causada por la covid se contaba con la llegada de fondos europeos, pero están tardando mucho en llegar y la nueva crisis los hace más necesarios.

Tenemos una oportunidad histórica porque los fondos representan una cantidad muy relevante, 70.000 millones de euros a fondo perdido y otros 70.000 millones en forma de préstamo. Es decir, 140.000 millones para la economía española. Muy mal lo tendríamos que hacer para que no se note. La oportunidad es histórica para poder dar un salto de modernización, de digitalización, de sostenibilidad en el país. Es verdad que se generaron unas expectativas -y nosotros las teníamos- de un apoyo rápido y no se han cumplido. Pero es preferible gastar bien o invertir bien que invertir deprisa. A mí lo que me gustaría es que los fondos se destinen a proyectos que realmente sean innovadores, transformadores, que permitan a España dar un salto y que no se destine por prisas a proyectos que hubiésemos hecho de todas formas.

Para atajar la crisis el Gobierno anunció un impuesto a la banca que ha puesto al sector en el foco. ¿Cómo lo interpreta?

Ibercaja nunca ha sido un problema y siempre ha aportado soluciones. No fue un problema en la crisis financiera de 2008, cuando no recibió ayudas públicas y absorbió Caja 3, de cuyo rescate aportó 500 millones de euros. Además, para el conjunto de la estabilidad del sistema financiero, en el fondo de garantía de depósitos de la Sareb, aportó más o menos en estos años otros 500 millones. Por tanto, Ibercaja ha sido parte de la solución. En la crisis de la covid, exactamente igual. A través de Ibercaja hemos podido estar cerca de nuestros clientes para atender sus necesidades y cubrirlas. Y en este momento va a pasar igual porque Ibercaja ha sido siempre un banco muy resiliente, con gran capacidad de adaptación a los tiempos. Lleva 145 años arrimando el hombro y contribuyendo a la redistribución de la riqueza. El 100% de nuestro beneficio se dedica a la atención social, a la asistencia social y al fomento del desarrollo socioeconómico.

¿En ese diálogo con el Gobierno hay alguna posibilidad de que se retire la tasa?

A fecha de hoy vemos una voluntad muy decidida del Gobierno de establecer el impuesto, a pesar de la oposición de Fedea, de la asociación europea de bancos y cajas de ahorros o desde otros ámbitos doctrinales, que han manifestado los posibles visos de inconstitucionalidad y de legalidad.

¿No hay un miedo reputacional en el sector si se recurre?

En 2008 el sistema financiero estaba débil y era difícil que pudiese aportar soluciones. Pero en estos años ha establecido procedimientos, circuitos, para estar muy cerca de las situaciones de vulnerabilidad, de los clientes que pudiesen estar pasando dificultades. En este sentido, yo creo que es una polémica que carece de justificación. Y el hecho de que la prestación patrimonial que el Gobierno establezca se aparte de lo que dice nuestro ordenamiento jurídico no se debería ver como un deshonor. Y claro, si se establece un impuesto, una prestación, que se ajuste con el ordenamiento jurídico, evidentemente la vamos a acatar, como no puede ser de otra forma.

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