La startup Wazypark entra en concurso sin vender sus activos y sin pelea judicial

  • La compañía vivió un duro enfrentamiento entre algunos accionistas y el fundador, que finalmente no ha acabado en una batalla en los tribunales.
Wazypark, la aplicación de 'Bluetooth Parking' para "desaparcar" automáticamente
Wazypark, la aplicación de 'Bluetooth Parking' para "desaparcar" automáticamente

Tras un convulso final, Wazypark se ha declarado en concurso de acreedores. La startup madrileña desarrolladora de una 'app' para aparcar ha fracasado en la venta de sus activos para tratar de saldar la deuda con la Empresa Nacional de Innovación (Enisa) y el fondo de capital riesgo Caixa Capital Risc. Uno de los accionistas que entraron en la última ronda de financiación de finales de 2016 amenazaron con iniciar una batalla judicial contra su fundador, Carlos Rodríguez, por su gestión al frente de la compañía, pero finalmente han desistido.

Wazypark se fundó en el año 2014. Rodríguez junto a varios socios crean esta 'app' con la que aparcar en el centro de las ciudades. Recibió el apoyo de inversores como Antai Ventures (fundadores de Wallapop), Bonsai Ventures o de diferentes mentores de la aceleradora de 'startups' Seedrocket. En total recibió casi 1,4 millones de euros. Sin embargo, la falta de rentabilización de su herramienta fue su gran losa.

Problemas desde 2016

Hacia el final de 2016, tras la inyección de unos 400.000 euros del fondo de 'media for equity' (acciones por publicidad en medios) Media Digital Ventures, la situación se empieza a complicar. El dinero falta en la caja y se plantea una última bala en forma de ronda de financiación. Iba a ser de medio millón, pero la caída de varios socios que no las tenían todas consigo dejó la operación en 150.000 euros en efectivo (y la conversión de varios préstamos participativos). Rodríguez asegura que él también aportó dinero en esta operación.

Ese dinero fue aportado por los socios actuales y por otros dos 'business angels': José María Torroja, inversor de firmas como Gigas, Ducksboard o Touristeye, y Walter Kobylanski.

Durante el ejercicio 2016, según las cuentas presentadas en el Registro Mercantil, apenas logró 34.000 euros de ingresos con unas pérdidas netas de 1,2 millones de euros. Al margen de los fuertes gastos de marketing, estos números rojos venían marcados por la liquidación en abril de 2017 de la filial española Wazypark Spain, que supuso el deterioro del 100% del crédito que tenía formalizada la matriz con ella.

Dimisión en bloque

Cuatro meses después, en el mes de abril de 2017, Carlos Rodríguez es nombrado administrador único tras la dimisión en bloque del consejo, formado por el propio Rodríguez, Iñaki Arrola, Gerard Olivé (Antai) o Javier Cebrián (Bonsai Ventures). Sucedía después de que el emprendedor se pusiera frente ellos para pedir más dinero ante el fracaso de la monetización de su 'app' o, en su defecto, para plantear un cierre "ordenado".

En junio se declaraba el preconcurso de acreedores. El fundador tenía el mandato de vender los activos -principalmente, su base de datos de usuarios con vehículos en Madrid- para tratar de saldar la deuda que tenía y la inversión de sus accionistas.

Sin embargo, ese proceso de venta ha fracasado. Según confirma a Lainformacion.com el propio Rodríguez, no se ha logrado encontrar un comprador y se ha declarado en concurso. "En las próximas semanas se procederá a la liquidación", admite. Hoy, según sus propios datos, hay deudas con Enisa (Empresa de Innovación), por un préstamo, y Caixa Capital Risc. Contaba con pasivos de 231.000 euros a largo plazo y 43.000 a corto. En la caja tiene dinero para cubrir la mitad de ese pasivo.

Uno de los inversores relevantes de la compañía explican a este medio que hay ciertas dudas sobre si los esfuerzos del emprendedor han sido suficientes para la venta de activos como la base de datos de usuarios de la aplicación. Son las mismas dudas que persistieron en los primeros momentos del preconcurso de acreedores.

Sin demandas judiciales

Pese a esas sospechas, desde el lado de los accionistas no se ha tomado ninguna medida. José María Torroja valoró hasta el último momento la presentación de una demanda judicial contra el emprendedor. Sin embargo, desistió, según confirma a este medio, al entender que iba a ser difícil sacar adelante la denuncia por gestión al frente de la compañía y su compatibilización con otro proyecto. Sigue defendiendo que el final que ha tenido la compañía es una "tomadura de pelo".

Con todo, la compañía, cuya venta estuvo encima de la mesa de un industrial del sector del motor por más de 10 millones, afronta ahora su final definitivo. Lo hace con ruido de sables, pero sin que haya desembocado en una batalla judicial.

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