Rajoy, guaperas, pacta con quien puedas

  • Los nacionalistas de derechas -PNV y CDC- son un “referente” más natural para unos populares que están muy necesitados de apoyos y de amigos.

    El PP intenta formar gobierno y propiciar cierta neutralidad de los nacionalismos burgueses y darles, sobre todo a CDC, una salida más allá del independentismo.

El Rey cierra la ronda de consultas para la investidura, que acabará el día 28 con Rivera, Iglesias, Sánchez y Rajoy
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EUROPA PRESS
José Luis Roig / @joseluisroig

Los partidos políticos son camaleónicos, se adaptan rápidamente a las necesidades. El Partido Popular ya lo demostró con claridad en la época de Aznar. Cuando ganó las elecciones de 1996, en la sede de la calle Génova los seguidores gritaban: “Pujol, enano, habla castellano”. Horas más tarde, descubrieron que la victoria había sido por la mínima, no había mayoría suficiente y necesitaban pactar con CiU, entonces los cánticos se tornaron más afables: “Pujol, guaperas, habla lo que quieras”.

Es cierto que el PP ha puesto el grito en el cielo cada vez que el PSOE ha iniciado un acercamiento a algún partido independentista, pero no es menos cierto que los nacionalistas de derechas -PNV y CDC- son un “referente” más natural para unos populares que están muy necesitados de apoyos y de amigos.

No olvidemos que en términos de salvaguardar la cacareada “unidad de España” no es lo mismo un pacto con el PP que con el PSOE. La derecha puede pactar puntualmente con independentistas, pero todos saben que no cederá en lo fundamental, cosa que no está tan clara con los socialistas que ya han anunciado en más de una ocasión cambios constitucionales, formulas federalistas o incluso referéndums a la canadiense.

El PP lo que busca, y lo saben todos los partidos, incluido el de Albert Rivera, son los apoyos necesarios para lograr su principal objetivo: formar Gobierno. Pero de paso también intenta con estos acuerdos puntuales propiciar cierta neutralidad de los nacionalismos burgueses; y darles, sobre todo a CDC, una salida más allá del independentismo imposible que tanto pregonan.

El PSOE no debería criticar los pactos del PP con los nacionalistas, ya que es lo que se le exige, lograr el mayor número de apoyos democráticos, y lo que debe hacer para poder gobernar. Además, con ellos libera al PSOE de una mayor presión, y de tener que mojarse con algún tipo de abstención, o al menos  con un “númerus clausus” de socialistas sacrificados para evitar las terceras elecciones.

Si Ciudadanos, como cabe esperar, convierte su obstinada abstención en un “sí” quiero, aunque sin entrar en el Gobierno formalmente pero siendo un socio preferencial, Rajoy podría encontrarse con 169 escaños + 1 de Coalición Canaria = 170 votos. Frente a los 167 en contra de PSOE, UP, ERC y Bildu; y con la abstención clave de los 13 nacionalistas: PNV y CDC. Ahí estaría la investidura real en segunda votación de Rajoy.

El precio que puede pagar Rajoy por la abstención de los nacionalistas no pasa por alentar el separatismo, sino por pactar acuerdos políticos y económicos más urgentes, y mucho más importantes que la quimérica independencia.  Aunque estos coqueteos exigirán también un cambio de actitud y de mentalidad por parte del PP respecto al llamado “problema catalán”.

Es cierto que a Convergencia se le hace un gran favor dándole un grupo parlamentario, ya que aplicando el reglamento de la Cámara no le correspondería, pero eso supondría a su vez una gran “desgracia” para los nacionalistas catalanes que perderían, no sólo dinero, casi tres millones de euros, sino mucha influencia parlamentaria y mucha visibilidad política. Si no tienes grupo parlamentario no existes.

La fórmula “nacionalista” no convence a Rivera, pero Ciudadanos debe superar sus recelos si quiere evitar las tercereas elecciones. Tendrá que hacer la “vista gorda” con los “enemigos de la unidad de España” porque en el fondo y en la forma se trata de una abstención, de un no querer saber nada. En ningún caso han de compartir mesa y cama con ellos. Rivera siempre podrá vender que antepone el bien de la nación a su rencor y resentimiento nacionalista.

Esta fórmula le devuelve al PSOE el honor de ser la alternativa de poder, y debilita aún más a Podemos, que no se queda como grupo principal de oposición, sino como un partido de extrema izquierda residual, aunque con bastante apoyo electoral, como los antaño comunistas.

Quién nos lo iba a decir, que los temidos y denostados nacionalistas se  convertirían en “salvadores” de la patria. Pero las cosas no están para rechazar ni un solo apoyo, aunque venga del “enemigo” y lo sirvan en formato abstención. Por eso, parafraseando la canción de Pujol: “Rajoy, guaperas, pacta con quien puedas”.

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