Abas viaja a EEUU con pesimismo y presiones de su entorno para que no ceda

  • El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abas, viaja a Washington para entrevistarse mañana, lunes, con el presidente estadounidense, Barack Obama, y tratar de hallar razones para no sucumbir al pesimismo que percibe en torno al éxito del actual proceso de paz con Israel.

Javier Martín

Jerusalén, 16 mar.- El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abas, viaja a Washington para entrevistarse mañana, lunes, con el presidente estadounidense, Barack Obama, y tratar de hallar razones para no sucumbir al pesimismo que percibe en torno al éxito del actual proceso de paz con Israel.

Fuentes cercanas al líder palestino indicaron a Efe que Abas busca una implicación más activa de Obama que contribuya a fortalecer su propia posición interna y a romper el bloqueo en el que parece estancada la negociación.

Esto se centra, sobre todo, en cuatro cuestiones que los palestinos consideran clave (la polémica sobre el carácter judío del Estado de Israel, la cuestión de Jerusalén,la seguridad y el asunto de las fronteras) si se quiere establecer un acuerdo marco antes de la fecha fijada -fin de abril próximo- y seguir después con un diálogo más detallado que conduzca a un acuerdo definitivo.

"Abas quiere un acuerdo. Está dispuesto a ceder en algunos asuntos, como ya ha dejado entrever. Pero no a cualquier precio. Si no, seguirá adelante", explicaron las fuentes, que pidieron el anonimato.

En este tesitura, Abás está convencido de que la pelota está en el tejado de Israel: en su opinión, es el estado judío el que tiene que demostrar un deseo de entendimiento aceptando ciertas renuncias valientes, como cree que ha hecho ya la ANP.

En primer lugar, olvidando la última y más controvertida de sus demandas: el reconocimiento de la naturaleza judía del Estado de Israel.

El liderazgo palestino ya ha sugerido en varias ocasiones que considera esta exigencia un truco, un escollo interpuesto por Israel, que sabe que nunca será aceptado por su contrincante porque equivale a una derrota absoluta.

Cercenaría los lazos del pueblo palestino con la que es también su tierra y el derecho al retorno de los cinco millones de palestinos que viven expulsados en el exilio.

El liderazgo palestino cree, además, que es innecesario, algo que también opinan sectores de la izquierda israelí e incluso ha dejado entrever el propio secretario de Estado norteamericano, John Kerry, promotor del renovado esfuerzo de diálogo.

La idea fuerza es que ni a Egipto, en 1979, ni a Jordania, en 1994, se le requirió el citado reconocimiento cuando establecieron relaciones diplomáticas con Israel.

Esta misma semana, el jefe de la diplomacia norteamericana lanzó un cable a Abas y una advertencia a Israel al asegurar en el Congreso que consideraba un error hacer de este asunto "una clave decisiva".

Igual de espinoso es el asunto de Jerusalén: la dirección palestina ni siquiera contempla la supuesta propuesta israelí de establecer su capital en Abu Dis, uno de los barrios a las afueras de la ciudad.

Abas insiste en conservar Jerusalén Este y el acceso a la Explanada de las Mezquitas -tercer lugar más sagrado del Islam- aunque estaría dispuesto a hacer algunas concesiones respecto a las colonias, según fuentes diplomáticas cercanas a la ANP.

En cuanto a la seguridad y las fronteras del futuro estado, el presidente palestino ha sido igualmente explícito, con declaraciones incluso a la televisión israelí, para la que habló el pasado febrero por vez primera.

Abas ha propuesto la retirada gradual de todas las tropas israelíes en un plazo máximo de cinco años de Cisjordania ocupada y el desmantelamiento de las colonias, ilegales según el derecho internacional.

Además, ha aceptado la desmilitarización de la futura Palestina y el despliegue de una fuerza internacional, liderada por la OTAN y EEUU, que vigile la zona.

Netanyahu, quien a principios de año insistió en que no obligaría a ningún israelí a abandonar su hogar, insinuó la semana pasada que alguna de los colonias debería ser cedida, opción a la que se opone gran parte de su propio partido, el derechista Likud, y la mayoría de sus socios de gobierno.

Varados y sin atisbo de abandonar sus propias posiciones, la alternativa que parece manejar la Administración norteamericana es ampliar el plazo de negociación del acuerdo marco y evitar así que los palestinos cumplan con su desafío de seguir el proceso de reconocimiento en las estancias internacionales.

Una salida a la que se opone la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), principal grupo en el seno de la ANP, que esta misma semana emitió un comunicado en esta línea.

La sensación en el seno de este movimiento nacionalista, y en otros grupos palestinos, es que Israel pretende comprar más tiempo para ampliar y completar su política de hechos consumados sobre el terreno.

La única manera, indican las mismas fuentes palestinas, para que Abas pudiera aceptar una prolongación masticable en su propio entorno sería la garantía de la Casa Blanca de que el gobierno israelí frenará totalmente la construcción y ampliación de colonias durante el tiempo que dure el diálogo.

Algo que de momento, y desde que se reanudaron las conversaciones el pasado julio, no ha hecho. EFE.

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