Afganistán teme una guerra civil

  • Ante la retirada de la mayor parte de las tropas extranjeras anunciada para el año que viene, los analistas advierten de que Afganistán puede volver a repetir una etapa negra de su historia interna.
Tropas afganas y de la OTAN matan a seis talibanes en el norte de Afganistán
Tropas afganas y de la OTAN matan a seis talibanes en el norte de Afganistán
Jean MacKenzie, Boston (EEUU) | GlobalPost

Las malas noticias sobre Afganistán no cesan. Ante los significativos recortes de tropas extranjeras anunciadas para el año que viene, los analistas advierten de la posibilidad de nuevos acontecimientos serios en el país.

El principal temor es que Afganistán se esté encaminando hacia una guerra civil que enfrentaría por un lado a la insurgencia liderada por el Talibán, con el apoyo de simpatizantes extranjeros, y por el otro lado al gobierno afgano, apoyado por las Fuerzas Nacionales de Seguridad. Pocos esperan que se produzca un resultado positivo ante ese alineamiento de fuerzas.

El exministro del Interior, Hanif Atmar, celebró una ronda de contactos hace un par de semanas en Washington para lograr la continuidad del apoyo de EEUU a Afganistán.

Si las fuerzas extranjeras se marchan demasiado pronto, ha advertido Atmar, un político cosmopolita educado en el Reino Unido, "el estado se desintegrará; es el escenario perfecto para una guerra civil indirecta", en la que participarían Pakistán e Irán.

Atmar, que perdió su cartera ministerial el año pasado tras un incidente de seguridad durante la Jirga de la Paz de Karzai, acaba de fundar un nuevo partido político, Derecho y Justicia, y los observadores creen que puede estar intentando ganar apoyos para su propia coalición de oposición.

Pero sus advertencias no han pasado desapercibidas en Washington, donde se palpan ya los nervios por los recortes de tropas anunciados para el año que viene por el presidente Barack Obama.

El Banco Mundial acaba de publicar sus nefastas predicciones sobre la economía afgana, que, según la entidad, podría colapsarse por completo sin la ayuda que la intervención extranjera ha supuesto para el país.

Nada de esto es nuevo para quienes siguen las noticias sobre Afganistán, o para los millones de afganos que se enfrentan a un futuro incierto. Llevan meses expresando su inquietud, lo que ha hecho que los precios de las propiedades en Kabul se hayan caído en un 40 por ciento en el último año. Muchos afganos se están marchando.

Pero ¿realmente es posible que Afganistán vuelva a repetir una etapa negra de su historia?

"Si el actual proceso político continúa, con la pérdida de confianza de la gente en el gobierno, en 2014 el actual gobierno será incapaz de asumir la responsabilidad de Afganistán, ni militar ni políticamente", sostiene Haroon Mir, jefe del Centro de Investigación y Estudios Políticos de Kabul.

Pero según Michael Semple, experto en política afgana del Centro Carr de la Universidad de Harvard, lo peor todavía se puede evitar. Advierte contra las "meras asunciones" de que Afganistán se encamina inevitablemente hacia la repetición de lo que ocurrió en la década de 1990, cuando los grupos de poder formados para luchar contra los soviéticos iniciaron una lucha armada entre ellos.

"No tenemos que subestimar la fatiga de la guerra que hay entre los afganos", asegura. "Están determinados a evitar una guerra civil, aunque la tengan de frente. Pero [la guerra civil] es una posibilidad muy seria".

Uno de los principales problemas, dice Semple, es que la promesa de 2001 no se ha cumplido. Cuando cayó el régimen del Talibán era el momento de que los afganos renegociasen su contrato social, para decidir quiénes iban a desempeñar qué papel en el nuevo Afganistán.

Pero en lugar de eso, les dieron un sistema en el que el mayor grupo étnico, los pastunes, se sintieron marginados; en el que algunos de los actores más viles de la guerra civil recibieron una gran cuota de poder, y en el que se permitió que se enconasen las divisiones étnicas y regionales.

"No estoy seguro de que la gente haya apreciado lo peligroso que ha sido el fracaso del proceso político en los últimos 10 años", admite Semple. "En 2001, la tarea que había por delante era establecer un pluralismo funcional en un país en donde el 'antiguo régimen' había desaparecido en 1978".

Afganistán vive inmerso en conflictos desde que el primer ministro Daud y su familia fueron derrocados y asesinados por un golpe comunista en abril de 1978. Según Semple, la prioridad actualmente es restablecer un sistema en el que todos los segmentos de la sociedad afgana puedan sentir que tienen un lugar en la nación.

Pero desde 2001, cuando las fuerzas internacionales expulsaron al Talibán e instalaron a Karzai como jefe de un gobierno interino, las cosas no han ido por buen camino para Afganistán. Algunos argumentan que el país está mucho mejor ahora que antes de la intervención liderada por EEUU. Semple sostiene que la realidad tiene muchos más matices.

"La comparación no se puede hacer entre el Afganistán de ahora y el de 2001. Afganistán en 2001 era un lugar miserable. Deberíamos de comparar las esperanzas y expectativas de los afganos en 2001 con lo que se habrá logrado en 2014", asegura.

Esa comparación no resultará necesariamente en un análisis optimista, señala. "Lo que estamos viendo ahora es una muerte de las esperanzas", apunta.

 

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