Álbum gráfico evoca la memoria doliente de España en la Guerra de Marruecos

  • Roberto Jiménez.

Roberto Jiménez.

Valladolid, 26 dic.- Labradores, pastores, jornaleros y artesanos, entre otros menesterosos, se adivinan en el rostro doliente y resignado de un grupo de soldados españoles que se dejan retratar en Nador (Marruecos) y ha elegido el escritor Carlos Molero para la portada de su libro "Españoles en el Rif (1921-1922)".

Posan detrás de un cañón, ninguno sonríe, alguno va descalzo y tratan de adoptar el aspecto más marcial dentro de su precaria y maltrecha indumentaria e impedimenta castrenses, hasta componer una metáfora de la España del primer tercio del siglo XX, abocada a la Guerra Civil desde una grave fractura política, social y moral.

"No se trata de un libro que pretenda exaltar ni el militarismo, ni el colonialismo, ni mucho menos un fenómeno humano tan desastroso como es la guerra. Es al contrario: busca estimular la compasión del lector por el trágico destino de quienes aparecen en las fotos", a veces fruto de levas discriminadas, casi siempre entre las clases más desfavorecidas, ha explicado el autor en una entrevista con Efe.

Estos soldados del Regimiento de Infantería 33 "Sevilla", aún con la mueca del horror de Annual, abren un relato gráfico que el escritor y periodista Carlos Molero, especializado en historia militar de España, ha compuesto con doscientas imágenes originales y procedentes de un fondo que llegó a sus manos de un modo casual.

Pertenecen a la familia del entonces comandante de Artillería Eduardo Martín-González y de la Puente, que combatió en el Rif en septiembre de 1921 -un mes después del célebre Desastre de Annual- al mando de un grupo artillero perteneciente a un regimiento que tenía su acuartelamiento en la ciudad de Valladolid.

La crónica gráfica comienza en septiembre de 1921, con la reconquista de Nador, y concluye en mayo de 1922, con el funeral de campaña del teniente coronel de Regulares González-Tablas en Beni Arós, ya dentro del País Yebala que es otra de las regiones en que estaba dividido el Protectorado español en Marruecos.

"Pese a todo el sufrimiento y la dureza de lo que tuvieron que vivir allí, vemos en muchas fotos a los militares con gesto sereno y hasta sonrientes en ocasiones", ha añadido Molero, autor de varias investigaciones históricas sobre el arma de Caballería ("Lanceros de Farnesio" y "Altas las frentes y alto el corazón").

La memoria como fuente de dolor, pero también reflejo de una realidad, subyace en este repertorio ordenado e identificado a partir de la consulta de numerosas fuentes bibliográficas, de índole castrense algunas y periodísticas otras como las revistas "La Unión Ilustrada" y "Mundo Gráfico", aunque la fuente fundamental han sido las hemerotecas de "ABC", "Blanco y Negro" y "La Vanguardia".

"Españoles en el Rif. Álbum fotográfico de la Guerra de Marruecos (1921-1922), editado por Galland Books, es un libro que "encierra también cierto aire de tragedia hispana", ha apreciado Molero acerca de la presencia de personajes como el franciscano Padre Revilla, que acompañaba al Tercio de Extranjeros en la vanguardia de las operaciones, y el teniente coronel Goded, jefe de Estado Mayor de la Comandancia General de Larache.

"Ambos combatieron en el Rif y años después compartieron el mismo destino: fusilados por los dos bandos o causas enfrentadas en la Guerra Civil de España" (1936-1939), ha apostillado.

Algunas fotos son únicas, como las primeras imágenes con los guiones de mando de las Banderas del Tercio de Extranjeros, es decir la Legión entonces recientemente creada, u otra en la que aparecen cinco carros de combate Renault FT-17 sobre sus camiones-góndola de transporte, los primeros que utilizó en su historia el Ejército español.

La primera fotografía de un conflicto bélico en la historia militar de España data de 1860 y la hizo Enrique Facio en Ceuta, en la ladera del fortín de Serrallo, pero fue la Guerra de Marruecos (Rif) en los años veinte del siglo XX, la primera que mereció la atención de los periódicos y revistas españoles que allí enviaron a sus reporteros gráficos (Pepe Campúa, José María Díaz Casariego y Bartolomé Ros), pero también literarios.

Entre éstos últimos, Molero ha consultado las crónicas de afamados reporteros como Gregorio Corrochano y Antonio Pugés, para "ABC", y Cándido Lobera para "El Telegrama del Rif" del que era propietario y director este militar.

"Me gustaría destacar en ellos la precisión y exactitud con que escribían sus crónicas, en las que apenas había periodismo 'declarativo' y sí, por el contrario, mucho relato de lo que realmente ocurría", ha precisado.

Carlos Molero, de 42 años y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, ha colaborado en la Agencia EFE en Castilla y León y en "El Mundo-Diario de Valladolid", así como formado parte de la delegación del diario "La Razón" en Castilla y León. En la actualidad dirige el gabinete de comunicación del Servicio de Emergencias en esa comunidad autónoma.

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