(ampliación) zapatero y urkullu exhiben su satisfacción tras haber “arriesgado” por el fin del terrorismo


El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder del PNV, Iñigo Urkullu, constataron este miércoles públicamente la satisfacción conjunta por el escenario abierto tras el anuncio de ETA de cese definitivo de la violencia, una apuesta por la que ambos han “arriesgado”, en palabras del dirigente nacionalista.
Ambos se reunieron durante hora y media en el palacio de La Moncloa, en el primer encuentro entre ambos con cobertura mediática y limitado en el tiempo por el viaje del presidente a Bruselas para participar en el Consejo Europeo.
Pero no era la primera vez que Urkullu visitaba la Presidencia del Gobierno y, según explicó después él mismo en rueda de prensa, desde mayo del año pasado la relación ha sido “muy constante”.
Si esta vez ha querido comparecer ante los medios de comunicación es, aseguró, para expresar públicamente su satisfacción por los frutos de una relación que se inició “desde el desconocimiento personal y el recelo mutuo” y que ha ido ganando confianza y sinceridad, orientada siempre “a la consecución de acuerdos”.
El ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, coincidió con esa evolución de una relación que ha llegado a ser “afable, muy respetuosa e incluso afectuosa”, que ha tenido “un amplio recorrido” y que, para ambas partes, ha arrojado frutos positivos para el País Vasco y para el conjunto de España.
Al final de la legislatura y tras el comunicado de ETA, Urkullu quiso expresar sin ambajes su reconocimiento personal al presidente por haber “arriesgado” y haber contribuido con ello a la situación “que estamos gozando”, y su petición para que, pese a dejar la primera línea de la política, “siga empujando” la paz “como hombre de Estado que quedará para nos anales de la historia”.
En mayo del año pasado, subrayó Urkullu, España estaba “amenazada por la intervención económica” y por el terrorismo, y el Estatuto vasco estaba “enquistado”. Hoy la primera amenaza tiene “menor intensidad”, la segunda está “en camino de desaparecer” y el Estatuto está “encauzado”, por lo que el balance de la colaboración entre el Gobierno y el PNV es, sin duda, “positivo”.
El objetivo era triple, explicaron tanto Urkullu como Jáuregui: garantizar la estabilidad económica, institucional y política, y de ahí el respaldo del PNV, en primer lugar, a los Presupuestos y a las grandes leyes y reformas económicas emprendidas en los últimos tiempos.
De ahí también el diálogo intenso que ha permitido completar el desarrollo del Estatuto con la aprobación de nuevas transferencias, subrayado por ambos aunque en este ámbito hay discrepancias ante la pretensión del PNV de seguir avanzando hacia una relación “bilateral” con el Estado.
Había un tercer objetivo de estabilidad política, aseguró Urkullu, para “propiciar la participación política plena” en el País Vasco y “hacer realidad el sueño de paz por paz”. Para ver esa paz “ha habido que arriesgar”, aseguró, y reconoció que el presidente “se comprometió a ello y así lo ha hecho”.
Jáuregui no precisó en qué se ha concretado ese riesgo pero sí reconoció que durante este tiempo ha habido entre el Gobierno y el PNV un “sustrato de entendimiento político para el fin de la violencia” y ahora pueden expresar conjuntamente su satisfacción.
Ha sido un “triunfo de la democracia” gracias a un cúmulo de contribuciones de las fuerzas de seguridad, jueces y fiscales, cooperación internacional, y esa es la reflexión que “no debiera ser cuestionada”, decía Jáuregui.
La relación se ha basado siempre, explicó Urkullu, en tres principios: Iniciativa, “tenemos que ser nosotros quienes tomemos la iniciativa porque tenemos los instrumentos y la legitimidad”; discreción, la que ha permitido llegar a este punto y la que se debe seguir preservando; y lealtad, que junto con la unidad de todas las sensibilidades políticas debe permitir “alumbrar un nuevo tiempo de concordia”.
Urkullu reiteró en varias ocasiones la necesidad de “profundizar” en el reconocimiento y asistencia a las víctimas, y juzgó “imprescindible y urgente” que también la izquierda abertzale se comprometa a ello y asuma “el daño causado”.
“Tienen que sumarse y se sumarán”, aseguró, y para ello “el camino está ya trazado y transitado, no partimos de cero”.
Subrayó también su tesis de que ETA ha anunciado el cese definitivo de la violencia de forma “unilateral” y sin reclamar ningún tipo de contrapartida política porque sabe que no la obtendrá, y a eso hay que responder con “altura política” para derogar todas las medidas “de excepcionalidad” que ya no tienen, en su opinión, razón de ser.
Tomando como referencia el punto 10 del Pacto de Ajuria Enea, el PNV aboga abiertamente por derogar la ley de partidos para garantizar la participación política “plena” y legitimar la apuesta por las vías exclusivamente democráticas, por revisar la legislación penal “excepcional” aplicada a los miembros de ETA, y por “flexibilizar” la política penitenciaria.
En este punto, precisó que su hoja de ruta no pasa por medidas generales sino más bien por considerar individualmente a los presos de la banda “en función de los pasos que ellos mismos den”, en previsión de que se vayan acogiendo a beneficios que antes rechazaban por ser “cautivos” de la propia banda.
"ALTURA DE MIRAS"
Urkullu entiende que después de cincuenta años de terrorismo no cambiará el escenario en los cinco días que han pasado desde el comunicado, queda mucho por hacer “y queremos hacerlo bien”, y reclamó por ello “altura de miras” a todos los implicados para avanzar por el único camino posible: “pacto político, acuerdo institucional y refrendo social”.
Reconoce que ese camino no se puede recorrer “a la carrera” y comparte la tesis del Gobierno de que las medidas a tomar corresponden, en todo caso, al Ejecutivo y al Parlamento que salgan de las próximas elecciones generales. Sin embargo, hay un ámbito en el que cree que se puede avanzar ya, y es el de los presos “en situación de enfermedad”.
Urkullu no utilizó verbo preciso alguno y no dejó claro si habla de excarcelación o sólo de acercamiento, pero apeló a razones de “humanidad” para reclamar pasos del Gobierno, precisamente para diferenciarse de quienes no respetan los derechos humanos.
Jáuregui dejó claro que el presidente mantiene la posición expresada públicamente de que toda medida corresponde al próximo Gobierno por mero respeto institucional a unas elecciones que se celebrarán antes de un mes, y fue “tajante” al afirmar que no habrá iniciativa alguna antes del 20 de noviembre.
El tratamiento a los presos enfermos, aseguró Jáuregui, en los hospitales o en sus domicilios, “se viene haciendo desde hace tiempo” y no se preve modificación alguna en ningún ámbito de la política penitenciaria antes de las elecciones.
Tampoco, aseguró, en el caso de que hubiera un pronunciamiento inmediato y generalizado de los presos y de la izquierda abertzale en el sentido que Urkullu avanzaba de pedir perdón a las víctimas y asumir el daño causado.
Jáuregui expresó en ese sentido su impresión de que “necesitamos un poco más de tiempo para asentar un poco las cosas”, que la sociedad “se impregne de paz y libertad” y se vaya dotando de contexto y explicación a unas medidas “que sólo el nuevo Gobierno debe adoptar”.
Urkullu reconoció que no planteó al presidente nada relacionado con las candidaturas de Amaiur a las elecciones generales y dejó ver que lo omitió porque da por hecho que la posición de la Fiscalía y la Abogacía del Estado, con la aquiescencia oficial de la dirección del PP, es no recurrirlas.
La reunión de este miércoles no abre ronda de contactos del presidente con las demás fuerzas políticas, pero sí con las que han apoyado al Gobierno en los últimos tiempos, según precisó Jáuregui al anunciar que Rodríguez Zapatero recibirá también a Paulino Rivero, líder de Coalición Canaria, antes de las elecciones.
Se verá también con el lehendakari, Patxi López, para analizar formalmente el escenario abierto con el comunicado de ETA, pero no está prevista reunión con el líder del PP, Mariano Rajoy.
Tampoco por parte de Urkullu, que precisó que ha mantenido encuentros con él tanto públicos como privados, y que se ha “ofrecido” a continuarlos, tanto antes como después del comunicado de ETA, aunque aún no ha tenido respuesta alguna.
Ni Urkullu ni Júaregui quisieron pronunciarse sobre la supuesta iniciativa de López de habilitar en el País Vasco una oficina encargada de reinsertar a los miembros de ETA deportados o huidos fuera de España, ni responder a la reflexión de Antonio Basagoiti sobre la “foto del enredo” que, en su opinión, se ha visto hoy en Moncloa.
Lo que debe imperar es la satisfacción por ver a Euskadi y a España sin la amenaza del terrorismo, dijo Urkullu, y no expresiones “chocantes” que no se corresponden con el sentimiento mayoritario de la sociedad y con las que sólo se puede pretender “meter el dedo en el ojo ajeno sin ningún sentido”.
Urkullu dejó claro además que nada de lo que haga o diga el PNV busca defender su hueco ideológico ante la irrupción de la izquierda abertzale en la política democrática, entre otras cosas porque la defensa de la independencia, de la soberanía o del derecho de autodeterminación no son patrimonio de ETA ni de su mundo, ni siquiera son los “originales” en su reivindicación. “Bienvenidos los conversos a la cola”, les dijo.

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