Artur Mas, un político fallido

    • La decisión final de la CUP, sintetiza la biografía de Artur Mas, un político fallido, un modelo de lo que no se debe hacer en política, un ejemplo del esplendor de la caída. Le está bien empleado porque no era independentista sino un aseado nacionalista de derechas.
    • Lo más lógico parece la convocatoria de nuevas elecciones, pero caben otras posibilidades, como un nuevo candidato in extremis que ocupe el lugar de Mas.

Inventó una estrategia para liderar la independencia de Cataluña y los fundamentalistas del independentismo han acabado con él como requisito para precisamente alcanzar la independencia. Esta locución, tras la decisión final de la CUP, sintetiza la biografía de Artur Mas, un político fallido, un modelo de lo que no se debe hacer en política, un ejemplo del esplendor de la caída. Le está bien empleado porque Artur Mas no era independentista sino un aseado nacionalista de derechas más entrenado en poner en práctica la voluntad de su padrino, Jordi Pujol, que en inventar políticas. Cuando le tomó el relevo, dio seguridades de su moderación, pero al cabo de unos años despuntó en separatista y se radicalizó coincidiendo con los tropiezos mediáticos, políticos y por fin judiciales de su protector, qué casualidad. Y ahí empezaron también sus problemas.

Tengo la impresión de que el artículo del fracaso de Artur Mas ya lo completé. Perdonen ustedes la autocita, pero ya anoté que Mas estaba escribiendo la historia de la autodestrucción política, que era el autor reincidente del pecado que desacredita a un demócrata, o sea, la violación de la ley, y que mientras ha tenido en vilo a España durante demasiado tiempo ha producido un vacío de gobernación en la Comunidad de Cataluña que nadie se merece. Poco más se puede añadir al tratado de ineptitud política que ha detallado, salvo que su terquedad, o acaso su horror al vacío de una perspectiva ligada a la de su patrón, le haga intentar nuevas invenciones.

La incógnita sobre cómo sale Cataluña, en realidad toda España, del  prolongado parón causado, y hacia dónde, se verá pronto, en los próximos días. Es compleja una predicción. Lo más lógico parece la convocatoria de nuevas elecciones, pero caben otras posibilidades, como un nuevo candidato in extremis que ocupe el lugar de Mas. Tampoco es fácil aventurar si esta comedia en que ha desembocado la locura independentista será positiva o negativa para el futuro de Cataluña y de España en caso de nuevas elecciones, es decir, si, en el primer caso, acabará con el experimento o si, por el contrario, le servirá de impulso.

No obstante, los políticos trapaceros no descansan nunca y aún en el estado terminal de fallidos pueden seguir dando mucha guerra por otros medios. No habría que confiar siquiera a estas alturas en una rectificación general de Mas, aunque rectificar sea una digna oportunidad que nunca desaparece. Créanme que lo más conveniente en estas circunstancias, después de todo lo que hemos podido ver, es ponerse en lo peor. Es una norma de elemental prudencia.

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