Carod advierte que ningún tribunal puede cambiar los sentimientos nacionales

  • Barcelona.- El vicepresidente del gobierno catalán, Josep Lluís Carod-Rovira, ha advertido hoy que cuando Cataluña "ha defendido su realidad nacional, su voluntad de ser y sus símbolos ante las dictaduras, no hay tribunal que pueda cambiar" sus sentimientos" y pretender "un acatamiento acrítico y sumiso".

Carod advierte que ningún tribunal puede cambiar los sentimientos nacionales
Carod advierte que ningún tribunal puede cambiar los sentimientos nacionales

Barcelona.- El vicepresidente del gobierno catalán, Josep Lluís Carod-Rovira, ha advertido hoy que cuando Cataluña "ha defendido su realidad nacional, su voluntad de ser y sus símbolos ante las dictaduras, no hay tribunal que pueda cambiar" sus sentimientos" y pretender "un acatamiento acrítico y sumiso".

Carod-Rovira se refiere en su "blog" de Internet al hecho de que el próximo 12 de junio hará 30 años que fue aprobada por el Parlamento catalán la primera ley después de la dictadura, que fue la que declara la fecha del once de septiembre como "la Diada Nacional de Cataluña".

El vicepresidente recuerda que aquella primera ley nunca fue recurrida ante el Tribunal Constitucional (TC) y que tampoco lo fueron una cincuentena más de leyes vigentes que emplean el término "nacional" referido a Cataluña, 13 de ellas en el título mismo.

Carod-Rovira se pregunta, en este sentido, el motivo por el que treinta años después el TC "cuestiona ahora nuestros símbolos nacionales y el uso del término 'nación' para Cataluña" y señala que "haría falta que nuestro Parlament conmemorase" este aniversario así como convertir el próximo 11 de septiembre "en la diada más nacional de todas".

"Sería una forma clara de mostrar al Tribunal Constitucional que las sentencias pueden hacerlo todo menos negar la historia, el sentimiento, la evidencia y la realidad nacional de Cataluña", indica el vicepresidente catalán.

"Cuando un pueblo ha defendido su realidad nacional, su voluntad de ser y sus símbolos ante las dictaduras, no hay tribunal que pueda cambiar sus sentimientos y convicciones y tener, aún, la pretensión de un acatamiento acrítico y sumiso", concluye Carod-Rovira.

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