Cinco meses para la renovación autonómica

  • Ángel A. Giménez.

Ángel A. Giménez.

Madrid, 15 feb.- Nada más terminar el congreso de Sevilla y una vez formalizado el nuevo equipo de María Dolores de Cospedal en la sede nacional del partido, el PP se lanzará de lleno a un proceso de renovación de las direcciones autonómicas que culminará, a ser posible, antes de agosto.

A diferencia de un pasado no muy lejano, el Partido Popular es ahora mismo una balsa de aceite, aunque por el horizonte asoma la relativa preocupación que provoca la convivencia de dos sectores en el PP valenciano: los partidarios del expresidente Francisco Camps, que son muchos, y los afines al sucesor, Alberto Fabra, que anhelan ganar terreno.

No hay fecha de celebración del congreso regional de los populares valencianos, como tampoco hay fecha para los demás congresos territoriales, pero si hay uno que tuerce el gesto a los dirigentes que seguramente tendrán que lidiar la cuestión ése es el de la Comunitat que preside Fabra.

La impresión casi común en las filas del Partido Popular es que se ha cerrado un ciclo con la victoria de Mariano Rajoy en las pasadas elecciones generales.

Su llegada al Palacio de La Moncloa ha arrastrado a muchos cargos que hasta hace un mes llevaron las riendas del PP, por lo que se inicia ya otro periodo que necesariamente ha de confirmarse con otros nombres.

Habrá "gente nueva" en la dirección nacional, pero también en las regionales, aunque sin tocar a las altas figuras.

Así, no se prevén cambios en quienes son presidentes regionales, de modo que Alberto Núñez Feijóo, Ignacio Diego, Pedro Sanz, Juan Vicente Herrera, Ramón Luis Valcárcel, José Ramón Bauzá, Luisa Fernanda Rudi y José Antonio Monago continuarán al frente del partido, compaginándolo con los gobiernos autonómicos.

Los más veteranos -Valcárcel, Sanz o Herrera- mantendrán la presidencia del partido, lo que no garantiza que se presenten a la reelección, algo que no obstante nadie ahora se pone a debatir.

Seguirán en sus puestos porque, en el caso de que renuncien a presentarse a las próximas elecciones autonómicas, habrán de supervisar la sucesión desde donde mejor pueden hacerlo, es decir, como máximos mandatarios regionales.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, es otra de las veteranas, y puestos a apostar por si continúa o se marcha fuentes consultadas se decantan por lo primero, aunque sin descartar fricciones.

Sectores de Génova vienen observando con intriga la evolución del PP madrileño, sobre todo desde que Aguirre decidió apear de la Secretaría General de la formación a Francisco Granados para colocar a su todopoderoso números dos, Ignacio González.

El vicepresidente madrileño no es una figura que despierte simpatía en el entorno de Mariano Rajoy y precisamente por ello se mirará con lupa el congreso del PP de la comunidad madrileña por si se consagra lo que muchos temen: que González se vaya abriendo paso como sucesor de Aguirre.

El presidente de la Generalitat valenciana, Alberto Fabra, será a partir del verano la principal autoridad del partido, pero antes, tal y como reconocen las fuentes, conviene ir cicatrizando heridas o previniendo problemas: no todo el mundo en el PP cree que el entorno de Camps se quedará tranquilo.

Ya el pasado fin de semana hubo un conato de enfrentamiento soterrado con motivo de una comida homenaje a Camps que organizó un diputado autonómico por Alicante.

Se da por hecho que barones que no gobiernan como Alicia Sánchez-Camacho o Antonio Basagoiti estarán al frente de sus direcciones, pero sin descartar que vayan acumulando poder en asuntos de alcance nacional.

José Manuel Soria, ministro de Industria, cederá la presidencia del PP canario y, si bien es verdad que aquí pueden surgir roces, parece ser que la sucesión la dejó bien encarrilada Soria antes de instalarse en Madrid.

Otro que se prevé que lo deje es el navarro Santiago Cervera, aunque la falta de una alternativa sólida puede abocarle a compatibilizar su puesto en la Mesa del Congreso con la dirección del PP navarro.

Al menos, los populares se han quitado un frecuente dolor de cabeza: la proclamación de Mercedes Fernández como presidenta del PP asturiano y candidata electoral, un proceso que además se ha conducido con tino, en opinión de las fuentes, ha disipado la preocupación que siempre creaban los congresos en el Principado.

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