De una guerra a otra para acabar en tierra de nadie

  • Campo de refugiados de Choucha (Túnez).- El campo de refugiados de Choucha se encuentra en el sur de Túnez pero se ha convertido en una tierra de nadie que acoge a miles de desplazados de Libia, entre los que no faltan quienes antes de huir de la guerra en el país fronterizo lo hicieron de otros conflictos armados.

De una guerra a otra para acabar en tierra de nadie
De una guerra a otra para acabar en tierra de nadie

Campo de refugiados de Choucha (Túnez).- El campo de refugiados de Choucha se encuentra en el sur de Túnez pero se ha convertido en una tierra de nadie que acoge a miles de desplazados de Libia, entre los que no faltan quienes antes de huir de la guerra en el país fronterizo lo hicieron de otros conflictos armados.

Es el caso de dos jóvenes que escaparon de la guerra de Somalia y entraron clandestinamente en Libia, donde permanecieron en prisión hasta que recobraron la libertad tras la rebelión en ese país para acabar como refugiados en esta tierra de nadie del sur tunecino.

Según relataron a Efe los somalís Hassan Ibrahim Abdala y Mohamed Abdala, el periplo que les ha conducido a este campo de desplazados comenzó hace tres años, cuando huyeron del conflicto civil de su propio país y penetraron de manera ilegal en Sudán.

En Sudán de nuevo tentaron a la suerte y decidieron proseguir hacía Libia, a donde también entraron ilegalmente pero no tardaron en ser apresados por las autoridades de Trípoli, que los encarcelaron en la prisión de Bengasi, en el este del vecino país.

Dos años y medio después -unos seis meses antes de desatarse la rebelión que en la actualidad tiene en Bengasi su epicentro-, las autoridades de Trípoli les trasladaron al presidio de Zawiya, en el oeste libio y que poco después caería en manos de los insurrectos.

Sin que sepan explicar el motivo, los dos jóvenes afirman que los rebeldes que pasaron a controlar Zawiya abrieron de par en par las puertas de la cárcel de la ciudad, lo que ambos aprovecharon para unirse a un grupo de refugiados con el que cruzaron a Túnez.

Hassan Ibrahim Abdala y Mohamed Abdala admiten que se encuentran bien en el campo de Choucha, en el que reconocen que nos les falta de nada y donde en contraste con el resto de desplazados se muestran tranquilos; afirman que con su pasado han perdido miedo al futuro.

Aunque el futuro sea tan incierto como lo fue el pasado.

Y tan incierto como lo es el presente.

"No queremos regresar a Somalia, que sigue en guerra, tampoco regresar a Libia, donde también sigue la guerra. En Túnez no tenemos nada, tampoco nos queremos quedar aquí. Lo que queremos es que Naciones Unidas se encargue de nosotros", dice Hasan Ibrahim.

"En Choucha estamos bien pero nos sentimos prisioneros, tanto como lo estábamos en las cárceles libias. No podemos ir a ninguna parte. Es verdad que nos dan comida pero también nos daban comida en las cárceles libias", comenta su compañero Mohamed.

El caso de los dos jóvenes somalís no es único.

Tras sucesivas oleadas de repatriaciones, en este campo de refugiados solo quedan algo más de 15.000 de los 115.000 inmigrantes extranjeros procedentes de Libia que han pasado por Choucha desde el inicio hace casi tres semanas de la guerra en el país vecino.

El coordinador del campo de desplazados, el coronel tunecino Fethi Bayouth, declaró a Efe que en Choucha han sido registrados trabajadores de la práctica totalidad de los países árabes, africanos, el subcontinente indio y el sudeste asiático.

De casi todos esos países excepto de dos que, como Somalia, están en guerra y bajo ocupación extranjera: Irak y Palestina.

"No sabemos porqué pero lo cierto es que no han llegado trabajadores iraquíes y palestinos cuando sabemos que hay bastantes en Libia", explicó el oficial del Ejército tunecino, que apuntó que "circulan muchos rumores pero solo son eso, rumores".

Entre los rumores, el más extendido es que 5.000 inmigrantes iraquíes y palestinos permanecen desde hace días en la localidad libia de Bou Kamesh, a una decena de kilómetros de la frontera tunecina, sin que se conozca tampoco con certeza la razón.

Mohedin Benamed, voluntario tunecino que acoge a los refugiados que llegan a la línea divisoria, asegura que las autoridades de Trípoli les impiden la salida; otro voluntario, Naiza Mizan, dice que prefieren quedarse en Libia antes que ir a parar al limbo.

Alberto Masegosa

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