EE.UU. continúa "el viaje" hacia la igualdad tras 50 años de Derechos Civiles

  • Tal día como hoy hace 50 años Estados Unidos promulgó una de las leyes más importantes de su historia, la Ley de Derechos Civiles, una puerta hacia la igualdad que, aunque ha transformado y definido la nación, aún no ha derribado todas las barreras.

Raquel Godos

Washington, 2 jul.- Tal día como hoy hace 50 años Estados Unidos promulgó una de las leyes más importantes de su historia, la Ley de Derechos Civiles, una puerta hacia la igualdad que, aunque ha transformado y definido la nación, aún no ha derribado todas las barreras.

Barack Obama, el primer presidente negro del país, recordó hoy "el progreso innegable" que ha experimentado Estados Unidos desde que el 2 de julio de 1964 el entonces mandatario Lyndon B. Johnson promulgara el proyecto legislativo, pero insistió en que "el viaje continúa".

"Medio siglo después, todavía estamos trabajando para derribar barreras y poner las oportunidades al alcance de todos los estadounidenses, sin importar quiénes son, cómo son, o de dónde vienen", aseguró, además de reafirmar el compromiso de seguir trabajando por un "Estados Unidos más justo, más igualitario y más libre".

Aquella ley ayudó a arrancar el camino contra la desigualdad y la discriminación, pero cinco décadas más tarde el país más poderoso del mundo aún se enfrenta a asignaturas pendientes en esta materia.

"Si bien las políticas explícitas de segregación han desaparecido (...) eso no quiere decir que los niños en Estados Unidos asistan a escuelas o haya lugares de trabajo que estén totalmente integrados en lo que se refiere a la raza", explicó a Efe Joseph Fishkin, profesor de la Universidad de Derecho de Austin (Texas).

"Debido al aislamiento geográfico racial (que en sí tiene muchas causas, incluyendo políticas del Gobierno), los estadounidenses hoy en día van a escuelas que están más racialmente segregadas que en cualquier momento de los últimos cincuenta años", apuntó el experto.

Y es que el sistema de educación primaria en Estados Unidos se rige por la localización de las viviendas familiares, por lo que a cada núcleo familiar le corresponde una escuela en función de la zona en la que viva: si el área cuenta con bajos recursos, el centro educativo tiene una calidad proporcional.

"Los estudios han demostrado marcar una gran diferencia en el poder adquisitivo entre los que tienen una educación secundaria en comparación con los que tienen un título universitario. Y asociaciones voluntarias en la cultura estadounidense, como por ejemplo clubes e iglesias, han seguido patrones informales de separación racial", alerta Richard Lischer, profesor de Derecho en la Universidad de Duke.

William Chafe, doctor del mismo centro, va aún más allá y alerta de la discriminación que nace en el país a raíz de las dificultades estructurales para salir de la pobreza.

"Las personas que tienen suficiente educación, ingresos y apoyo familiar se han beneficiado enormemente (por la ley). Pero las personas que no se han graduado de la escuela secundaria y que han crecido en familias rotas sufren condiciones de vida tan malas como sus predecesores hace medio siglo", apuntó en una entrevista con Efe.

"En resumen, la clase se mezcla con la raza y el género, que ahora conduce a condiciones de vida opresivas entre una gran parte de los negros y los latinos", agregó.

Johnson, que rubricó aquella ley concebida desde un profundo trabajo bipartidista, hubiera tenido complicado alcanzar un apoyo tan sólido como el de entonces en la actualidad, como prueba la derrota de Obama en su intento por aprobar la reforma migratoria con un Congreso absolutamente dividido y polarizado.

Es precisamente este uno de los principales generadores de desigualdad y violación de derechos en Estados Unidos y, en definitiva, como ha recordado muchas veces John Lewis, el único orador vivo que acompañó a Martin Luther King en la histórica Marcha a Washington de 1963, "la reforma migratoria es el principal asunto sobre derechos civiles de esta generación".

"Se necesita una reforma migratoria en parte debido a su interacción con muchas de nuestras leyes de derechos civiles y protecciones laborales", consideró Fishkin.

"Es muy difícil hacer cumplir los derechos de las personas que temen, a veces con razón, que pueden ser deportados si hablan hasta de sus derechos", agregó el profesor, que recordó además que el país todavía se enfrenta a retos aún más básicos, como el cumplimiento del salario mínimo o el sueldo equitativo entre hombres y mujeres.

Así, medio siglo después, la ley que acabó con el axioma de "separados pero iguales" se erige todavía como un logro para Estados Unidos, pero también como un recordatorio sobre todo lo que queda por construir.

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