Egipto vive una acalorada campaña que candidatos usan para desmontar mitos

  • Los egipcios viven con gran expectación una acalorada campaña electoral que los candidatos presidenciales han utilizado para desmontar mitos y dejar su propia impronta.

Belén Delgado

El Cairo, 18 may.- Los egipcios viven con gran expectación una acalorada campaña electoral que los candidatos presidenciales han utilizado para desmontar mitos y dejar su propia impronta.

Las calles del país, empapeladas con carteles electorales de todos los tamaños y colores, son un reflejo del mosaico de tendencias que, con mayor o menor fuerza, influirán en la elección de los próximos 23 y 24 de mayo.

De los once aspirantes en liza, cuatro son los que acaparan mayor atención mediática: el ex secretario general de la Liga Árabe Amro Musa, el islamista Abdel Moneim Abul Futuh; el candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi; y el exprimer ministro Ahmed Shafiq.

Son ellos quienes han protagonizado las últimas encuestas y mantienen la incertidumbre en una campaña que comenzó caldeada por la descalificación de varios candidatos, protestas contra el poder militar y sangrientos disturbios.

Desde entonces, los aspirantes presidenciales han llenado de mensajes los canales de televisión, tanto en forma de anuncios publicitarios como de entrevistas personales.

Enorme interés despertó el primer debate presidencial en la historia de Egipto entre Musa, que hablaba de su experiencia política e intentaba marcar distancias con Mubarak, y Abul Futuh, que explotaba su imagen de moderado a favor de la revolución frente a su pasado como miembro de los Hermanos Musulmanes.

Con la vista clavada en las televisiones de los cafés de la zona de la Bolsa, en pleno centro cairota, cientos de jóvenes comentaban los dardos que se lanzaron ambos rivales.

"Me encanta poder escuchar la opinión de los candidatos. Por primera vez tenemos un debate, es algo único que me hace sentir la democracia", exclamó emocionado uno de los asistentes, Sayed Elsisi.

Otros no lo tenían tan claro. El candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, declinó participar en el cara a cara y, a cambio, se centró en sus actos electorales.

En un reciente mitin de los islamistas frente al zoo de la capital, miles de personas recibieron a Mursi, flanqueado por importantes clérigos, en un acto en el que no faltaron los seguidores "ultras" que, a semejanza de los de fútbol, animaban el ambiente con cánticos y pancartas.

Las diferentes campañas han sacado a las calles todo tipo de vehículos: desde los modernos autobuses de Abul Futuh hasta el tren de Musa, pasando por los populares "tuk tuk" de tres ruedas empleados por los Hermanos Musulmanes que, puestos a batir récords, también intentaron crear la cadena humana más larga del mundo entre las ciudades de Alejandría (norte) y Asuán (sur).

Conscientes de que Egipto no es solamente El Cairo, los candidatos se desplazaron con frecuencia a distintas partes del país, sobre todo al densamente poblado delta del Nilo, además de hacer visitas ocasionales al Sinaí o al Alto Egipto (sur).

Estos viajes fueron aprovechados por todos para rodearse de notables locales, a quienes siguen guardando lealtad muchos habitantes de las zonas rurales.

A las afueras de El Cairo, los varones de la localidad de Janca -muchos de ellos vestidos con la tradicional túnica o "galabeya"- escuchaban atentos esta semana a Musa en una gran jaima mientras las mujeres aguardaban en el exterior y cuchicheaban sobre la llegada de forasteros.

Abul Futuh, por su parte, ha querido atraer a los jóvenes con vídeos promocionales de marionetas y músicas pegadizas, espectáculos teatrales y encuentros con colectivos de mujeres o personas con discapacidad.

En uno de estos últimos actos, el funcionario Said el Adaui, con problemas de movilidad en las piernas, se mostró escéptico ante las propuestas de los candidatos.

"Quiero formarme una opinión propia ahora que hay más libertad y Mubarak ya no está", afirmó El Adaui, que culpó a las autoridades de no facilitarle unas muletas ni una casa propia con las ayudas internacionales a la cooperación.

Mediante los lemas, la mayoría de candidatos se ha identificado con el desarrollo integral de Egipto como una forma de salir de los monolíticos treinta años bajo el poder de Mubarak.

Solo Ahmed Shafiq ha jugado con su imagen de último primer ministro de Mubarak, con ideas como la de "hacer y no hablar" para ganarse el voto de los defensores del antiguo régimen.

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