El antiguo régimen tunecino se lava la cara y vuelve a la escena política

  • El antiguo régimen de Zin el Abidin Ben Ali, hoy exiliado en Arabia Saudí y símbolo del despotismo y la corrupción en el mundo árabe, tiene todavía sus partidarios en Túnez, que presentan no menos de tres listas a las elecciones legislativas de mañana domingo.

Miguel Albarracín

Túnez, 25 jun.- El antiguo régimen de Zin el Abidin Ben Ali, hoy exiliado en Arabia Saudí y símbolo del despotismo y la corrupción en el mundo árabe, tiene todavía sus partidarios en Túnez, que presentan no menos de tres listas a las elecciones legislativas de mañana domingo.

Se hacen llamar "desturianos" (constitucionalistas), y no reivindican abiertamente al dictador Ben Ali, sino a su antecesor, Habib Burguiba, el padre de la independencia, todo un icono en Túnez como edificador del estado moderno y laico, pero no precisamente un demócrata.

Los partidos pilotados por personalidades del extinto régimen de Ben Ali son dos: Al Moubadara, dirigido por el último ministro de Exteriores del dictador, Kamel Moryane, y el Movimiento Desturiano, creado por Hamed Karwi, primer ministro con Ben Ali durante diez años (1989-1999).

A ellos se añade el partido Nida Tunis, principal partido laico del país en este momento, al que se han sumado personas de todo el espectro ideológico pero cuyas bases son en gran medida afiliados "huérfanos" del partido de Ben Ali y hoy "reciclados" en demócratas, acompañados por algunos de los grandes empresarios del país.

También personalidades como Kamel Nabli, hombre fuerte del sector económico con Ben Ali, o Abderrahim Zuari, que ocupó casi todas las carteras de gobiernos benalistas, han regresado a un Túnez que no parece guardarles rencor.

Los mítines de estos pesos pesados del benalismo tienen abundante público, y algunos -como el exministro Monder Zenaidi- han tenido incluso un recibimiento multitudinario a su regreso del "exilio".

Para poder interpretar la buena acogida de estos prebostes del benalismo, baste escuchar a Karwi en un reciente mitin: "Hemos cometido errores -dijo- pero hemos hecho autocrítica y revisado el pasado. Y nosotros hemos contribuido grandemente a la modernización del Estado", afirmó.

El sociólogo Hatim Chabuni explica a Efe cuál puede ser la raíz de esta aceptación popular: "La gente dice que con Ben Alí se vivía mejor tras hacer un balance negativo de los años de gobierno islamista en los que se ha consagrado el salafismo, que a su vez ha derivado en yihadismo y terrorismo, así como la grave crisis económica que sufren todas las clases sociales".

Por su parte, un criminólogo que prefiere guardar el anonimato debido a que asesora al presidenciable Kamel Moryane, opina que "el antiguo régimen no era democrático y al final la corrupción lo gangrenó, pero tenía una base social muy fuerte".

Esta base -explica- "estaba basada en un contrato social según el cual se cubrían las necesidades básicas y algunos lujos, como cuando (el régimen) popularizó los automóviles o las compras a créditos, a cambio de no hacer política. Esa base social que incrementó la clase media sigue aquí y permitió que los desturianos sobreviviesen tras el inicio de la Primavera Árabe".

Pero hay algo más en este dibujo, y es la aparente complacencia con que el movimiento islamista Nahda (que hasta ahora cuenta con una aplastante mayoría) ve el regreso de los "benalistas reciclados", según coinciden en señalar los analistas.

Chabuni considera que "Nahda ha calculado la salida a la superficie de los 'benalistas' desde el momento en que no apoyó en el parlamento la Ley de Exclusión de los antiguos responsables del partido del dictador, con el objetivo de alimentar su actual florecimiento, dividiendo al sector laico con el único propósito de perjudicar a Nidá Tunis con la dispersión de los votos".

Así debe entenderse -subraya- que "cuando el presidente de Al Nahda, Rachid Gannuchi, apela a la unidad nacional, está haciendo una invitación a ese sector y un llamamiento a colaborar" con los exministros de Ben Alí también si resultan elegidos en las elecciones.

Esto se debe en parte a que "la mayoría de los empresarios tunecinos y fuertes inversores están apoyando a Nidá Tunis y sus correligionarios, de una forma u otra".

Y no son las únicas razones de esta paradójica connivencia (o al menos tolerancia) de los islamistas con la que fue su "bestia parda".

Por un lado, Nahda no quiere ser acusado de practicar la "caza de brujas" que ellos mismos sufrieron en 1991, y trata de desmarcarse así del "escenario egipcio" y subrayar de este modo la "vía tunecina" caracterizada por la tolerancia y los valores civiles.

Por otro, reconoce en privado la necesidad que tiene el movimiento de granjearse el apoyo de cuadros formados para dirigir la administración, pues en los últimos tres años se ha evidenciado la falta de expertos.

La sociedad tunecina asiste así al complejo juego de la política en democracia, en la que las alianzas con el adversario o con el enemigo de ayer podrían ser necesarias mañana.

Mostrar comentarios