El cierre del paso de Rafah agudiza la crisis y agota la esperanza en Gaza

  • Víctima de un ataque de la aviación israelí en el año 2000, Usama Askar mira cada día con desazón hacia la frontera con Egipto, único vínculo de Gaza con el mundo desde que en 2007 el grupo islamista Hamás se hiciera con el control e Israel le impusiera un bloqueo.

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Saud Abu Ramadán

Gaza, 23 ene.- Víctima de un ataque de la aviación israelí en el año 2000, Usama Askar mira cada día con desazón hacia la frontera con Egipto, único vínculo de Gaza con el mundo desde que en 2007 el grupo islamista Hamás se hiciera con el control e Israel le impusiera un bloqueo.

Mutilado, las medicinas y las cirugías que necesita para tratar sus prótesis son una quimera en la franja y su única esperanza es que la frontera que Egipto abre y cierra a su antojo político permanezca franca el suficiente tiempo como para lograr uno de los escasos visados que se conceden.

"No soy solo yo, hablo de cientos de miles de personas atrapadas aquí que no pueden salir para recibir tratamiento médico, estudiar o por cualquier otro propósito", se lamentaba la semana pasada durante una marcha convocada por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU para exigir la apertura del conflictivo paso de Rafah.

Su reclamación fue parcialmente atendida el lunes por el régimen egipcio, que decidió abrir la puerta hasta hoy, jueves, aunque con el paso restringido a urgencias humanitarias, estudiantes y extranjeros.

Una medida que apenas alivia la dramática situación que vive la mayoría del cerca de millón y medio de personas que malviven en la franja, condenadas a una pobreza que se ha visto agudizada desde que en julio Egipto incrementara el control de la frontera y destruyera cerca del 90 por ciento de los túneles de contrabando.

Según cifras no oficiales, esos túneles garantizaban cerca del 70 por ciento de las necesidades comerciales de Gaza, y eran especialmente útiles para introducir material de construcción y combustible barato para los generadores.

Pero también servían para el contrabando de armas y para el tránsito de islamistas radicales en la península del Sinaí, argumento invocado por el nuevo gobierno militar egipcio para depurarlos.

"Desde que los túneles fueran destruidos o inhabilitados, la población está adquiriendo productos más caros desde Israel que los que conseguía por Egipto, lo que ha deteriorado la economía", denuncia Omer Shaban, economista residente en Gaza.

Abu Barala Salem, vendedor de material de construcción en la franja tiene claro cuál es el origen de la actual situación: el derrocamiento, el pasado 3 de julio, del presidente egipcio, el islamista Mohamed Mursi, al que se consideraba amigo.

"Bajo el mandado de Mursi solíamos introducir de contrabando 2.000 toneladas de material de construcción de Egipto a Gaza, pero en la situación actual, difícilmente conseguimos pasar 400", explica.

Algunos de sus colegas adquieren ese material, necesario para reconstruir las casa demolidas por el Ejército, a través del paso israelí, aunque resulte caro y poco efectivo, ya que tanto el tránsito de personas como el de materiales, comida y otros productos está racionado.

Desde entonces, el ya precario acceso a la electricidad se ha reducido, hasta cifrarse en ocho horas al día o menos; los precios de los productos de primera necesidad se han disparado, existen graves problemas para controlar las aguas fecales, que en muchas ocasiones salen a la superficie, y el desempleo ha escalado al 43 por ciento.

Algunos habitantes de Gaza se podrían estar planteando lanzarse a las tuberías y túneles del otro lado de la frontera, en busca de trabajo como obreros ilegales en Israel, pese a los riesgos que esta aventura conlleva.

También para cumplir sueños que quizá parecen, a priori, más sencillos, como es el de casarse y formar una familia.

"El cierre de Rafah me ha impedido casarme. Espero que pueda abrirse definitivamente y así reunirme con mi marido, que vive en El Cairo", se lamenta Shirin Mohamed una novia de 23 años sin noche de bodas.

Originaria de la ciudad meridional de Jan Yunes, se prometió con su novio, Ahmed, meses atrás.

Pero cuando la boda se iba a celebrar, el paso cerró y Ahmed no pudo regresar, ni siquiera a través de los túneles.

"La situación económica y social se deteriora día a día, ya que el asedio que imponen Egipto e Israel es cada vez más estrecho", asegura Alá Rafati, ministro de Economía de Hamás.

"Solo la presión internacional puede hacer que ambos países reabran los pasos y acabe el bloqueo. Solo la determinación del pueblo de Gaza es más fuerte", afirma.

Un grito desesperado que comienza a llegar incluso desde otras voces ajenas al movimiento islamista o a las propias organizaciones humanitarias.

Esta misma semana, una delegación de obispos católicos de Europa, África y Norteamérica visitó la franja y urgió a la comunidad internacional a actuar de inmediato para a enmendar la carencia de necesidades básicas.

"Gaza es un desastre obra del hombre, un escándalo impactante, una injusticia que hace llorar al ser humano y que requiere de una solución", explicaron a la salida de Gaza en un comunicado.

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