El Teatro de la Libertad de Jenín se niega a bajar el telón

  • Jenín (Cisjordania).- El Teatro de la Libertad de Jenín, alternativa pacífica a la lucha por la independencia palestina, se niega a bajar el telón después del asesinato de su cofundador y director, el palestino-israelí Juliano Mer Jamis.

El Teatro de la Libertad de Jenín se niega a bajar el telón
El Teatro de la Libertad de Jenín se niega a bajar el telón

Jenín (Cisjordania).- El Teatro de la Libertad de Jenín, alternativa pacífica a la lucha por la independencia palestina, se niega a bajar el telón después del asesinato de su cofundador y director, el palestino-israelí Juliano Mer Jamis.

Abatido a tiros el 4 de abril último en un atentado aún sin aclarar, la muerte de Mer Jamis a los 52 años ha ensombrecido uno de los proyectos por la paz de mayor éxito en toda la región, pero no lo ha apagado.

"El gran secreto de Juliano era el nuevo concepto de libertad que nos había dado a todos", afirma Nabil Al Raei, director de su escuela de teatro, al asegurar que "nosotros seguiremos su lucha, por él y por todos nosotros".

Situada en un bien cuidado callejón del campo de refugiados de Jenín, en el extremo norte de Cisjordania, el teatro ha insuflado vida a un entorno que hasta hace sólo seis años era uno de los escenarios más sangrientos del conflicto palestino-israelí.

Allí, en 2002, se libró una de las batallas más encarnizadas de la Segunda Intifada, en la murieron más de medio centenar de palestinos -alrededor de la mitad milicianos-, y 23 soldados israelíes, y que dejó el campo literalmente arrasado.

El violento asalto israelí contra el que era uno de los bastiones islamistas de aquel momento dio pábulo a unos rumores de masacre que, aunque descartados por la ONU, aún perduran en la conciencia colectiva palestina.

"Después de la masacre -afirma una joven alumna ataviada a lo MTV- Juliano nos enseñó a luchar contra la ocupación (israelí) de otra manera, nos enseñó a resistir a través del arte".

Y es que el Teatro de la Libertad, financiado con la ayuda del gobierno sueco, ha conseguido imponer una nueva forma de pensar entre los 15.000 habitantes del campo: la lucha a través de las ideas.

"Para la ocupación sionista una persona como Juliano es muy peligrosa", advierte Zakarías Zbeidi, exjefe de las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa (milicia de Al-Fatah) y "víctima" más emblemática de los vientos que soplan en la ciudad desde la fundación del teatro en 2006.

Reciclado a las artes escénicas, Zbeidi es codirector de una iniciativa que ve como parte de esa Intifada que él contribuyó a dirigir y que, dice "nunca ha interrumpido".

"Juliano defendía la causa palestina por la vía de la cultura, y para Israel era una amenaza mayor que toda una milicia porque a la cultura, a la educación, no se las puede vencer por las armas", proclama en un nuevo lenguaje quien hasta 2006 sólo conocía el fusil como medio de lucha.

Según la Policía palestina y el gobernador de Jenín, Mer Jamis murió abatido a menos de cien metros del teatro por cinco disparos que le dirigió una persona enmascarada que se acercó a su coche, en el que viajaba con su hijo pequeño, que resultó ileso.

Hijo de una militante judía que defendía la causa palestina y de un dirigente comunista cristiano palestino, ambos israelíes, el conocido director había sido amenazado por extremistas palestinos opuestos a su proyecto teatral, y que consideraban que con él violaba los principios islámicos y alejaba a los jóvenes de la lucha armada.

El que varios niños interpretaran a un cerdo -animal repudiado por el islam- en una representación de "Rebelión en la Granja", o el que niños y niñas actuaran en un mismo escenario, fueron motivo suficiente para desatar la ira de los más fundamentalistas y para que Mer Jamis fuera amenazado de muerte.

"Nuestro teatro no iba contra el pensamiento islámico ni contra ninguna otra forma de pensar, nosotros provocamos porque ésa es la esencia del teatro, pero siempre lo hemos hecho con respeto", expone Al Raei a un grupo de periodistas y de apesadumbrados alumnos aún en edad escolar.

Engalanado de telas negras y fotos de la víctima, el teatro sirve estos días de "recinto de luto" para todos los que acuden a dar el pésame a unos directivos y alumnos cuyos rostros reflejan la insistente búsqueda de un nuevo Maestro.

"Aquí seguiremos enseñando a luchar contra el opresor, sea éste nuestros pensamientos, nuestras debilidades o Israel", concluye Al Raei en un turbulento monólogo sobre la orfandad espiritual y ausencia paternal que el asesinato de Mer Hamis ha sembrado en todos ellos.

Elías L. Benarroch.

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