Excombatientes británicos exigen compensaciones por contaminación nuclear

  • El Tribunal Supremo británico admitió hoy a trámite la demanda de un grupo de excombatientes de las Fuerzas Armadas que reclama al Gobierno compensación por los efectos que sufrieron tras ser expuestos a radicación nuclear en los años 50.

Londres, 28 jul.- El Tribunal Supremo británico admitió hoy a trámite la demanda de un grupo de excombatientes de las Fuerzas Armadas que reclama al Gobierno compensación por los efectos que sufrieron tras ser expuestos a radicación nuclear en los años 50.

Esta decisión de la máxima instancia judicial del Reino Unido abre el camino para que la Justicia británica revise el caso, que con anterioridad fue rechazado por considerarse prescrito.

Más adelante, el Tribunal Supremo escuchará los argumentos de las partes y decidirá si hay base legal para que los exsoldados presenten formalmente una demanda contra el Gobierno por daños y perjuicios.

El grupo de exmilitares, que asciende a más de 1.000, alega haber sufrido cáncer, problemas en la piel y problemas de fertilidad por su participación en pruebas nucleares llevadas a cabo por el Ejercito británico entre 1952 y 1958 en Australia y en el océano Pacífico.

El ministerio de Defensa británico reconoce la "deuda" y la "gratitud" hacia estos militares pero niega que haya habido negligencia.

El abogado de algunos de los veteranos, James Dingemans, dijo hoy, a la salida del tribunal, que la decisión judicial "es un paso significativo en la lucha" pero que queda mucho camino por delante para conseguir que se haga justicia".

Los exsoldados llevan desde 2004 batallando por una compensación, pero en 2010 el Tribunal de Apelación detuvo el proceso al dictaminar que había pasado demasiado tiempo desde lo ocurrido.

Uno de los afectados, Ken McGinley, explicó a la BBC que él presenció las pruebas de cinco bombas nucleares en el océano Pacífico y que no recibió "ninguna protección ni consejo".

"Lo único que nos dijeron es que miráramos la explosión y que nos tapáramos los ojos si el fogonazo nos cegaba", explicó.

En 1998, un estudio de la Universidad de Durham (norte de Inglaterra) concluyó que uno de cada tres militares expuestos a las pruebas nucleares murió de cáncer de huesos o leucemia debido al efecto de las bombas atómicas y de hidrógeno.

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