Futuro de cura argentino acusado de abusos queda en aire tras cese de obispo

  • El futuro del sacerdote argentino Carlos Urrutigoity, que fue demandado por abusos sexuales en Estados Unidos, ha quedado en el aire tras el cese por parte del papa Francisco del obispo Rogelio Livieres, que le acogió en Paraguay.

César Muñoz Acebes

Asunción, 25 sep.- El futuro del sacerdote argentino Carlos Urrutigoity, que fue demandado por abusos sexuales en Estados Unidos, ha quedado en el aire tras el cese por parte del papa Francisco del obispo Rogelio Livieres, que le acogió en Paraguay.

Si se queda o no en la localidad paraguaya de Ciudad del Este "depende del administrador apostólico, es él el que decidirá estas cosas", dijo hoy a Efe el nuncio en Asunción, Eliseo Ariotti, tras anunciar la destitución de Livieres, quien pertenece al movimiento Opus Dei.

El nuevo administrador es Ricardo Valenzuela, obispo de Villarrica, quien antes de partir para Ciudad del Este pasó la patata caliente al Vaticano. "Voy a esperar instrucciones de la Santa Sede para saber qué vamos a hacer con él", dijo a la prensa.

Livieres ha sido un acérrimo defensor de Urrutigoity, a quien acogió hace nueve años pese a que la diócesis estadounidense de Scranton le recomendó que no lo admitiera, pues le consideraba como "una seria amenaza para los jóvenes", según manifestó en su día.

Urrutigoity fue rector del seminario fundado por Livieres, donde estaba en contacto con menores, según Javier Miranda, de la Asociación de Laicos del departamento de Alto Paraná.

"No pueden estar con jóvenes personas que tienen esa debilidad, esa enfermedad", manifestó a Efe.

La Fiscalía de Paraguay dijo a Efe en junio tener conocimiento de una denuncia por abusos contra él realizada en una radio, pero afirmó que no había recibido ninguna formalmente.

Urrutigoyti comenzó su carrera religiosa en un seminario en Argentina de la Hermandad Sacerdotal San Pío X, una organización tradicionalista, del que fue expulsado por "acercamientos sexuales" a otro seminarista.

Ya en Estados Unidos, impulsó un nuevo movimiento tradicionalista, la llamada Sociedad de San Juan, que fue cerrada en 2004.

Dos años antes un estudiante de escuela secundaria había demandado en EE.UU. a Urrutigoyti y a otro sacerdote por supuestos abusos sexuales, que él siempre ha negado.

La diócesis de Scranton suspendió a ambos de sus tareas sacerdotales y puso fin a la demanda con el pago de una indemnización de 400.000 dólares.

Livieres aceptó a Urrutigoyti, pese a que el obispo de Scranton, Joseph Martino, le comunicó sus "serias reservas" sobre el sacerdote.

Livieres, que nombró hace dos años a Urrutigoity como vicario general, el "número dos" de la diócesis, mantiene que es una víctima de "una dura campaña de difamación" en Estados Unidos.

El arzobispo de Asunción, Pastor Cuquejo, propuso el pasado junio investigar las acusaciones contra él, a lo que Livieres respondió llamándole "homosexual" en público.

Miranda era coordinador de catequesis de una parroquia de Ciudad del Este hasta que junto con otros líderes laicos cuestionó la presencia de Urrutigoity en la diócesis.

Según dijo, Livieres le "excomulgó" a él y otros siete laicos, a quienes también prohibió ejercer cargos en la iglesia por entre tres y cinco años.

En los últimos años la diócesis quedó dividida entre feligreses y religiosos que apoyaban al obispo y los que estaban en contra de él.

El caso de Urrutigoity es solo parte de un conflicto ideológico entre Livieres y el resto de los obispos paraguayos.

El prelado dijo en julio, con motivo de la visita a Ciudad del Este de dos enviados del papa, que el Opus Dei representa una orientación distinta "al férreo modelo dominante" entre la curia paraguaya.

Según él, los otros obispos se oponen al gobernante Partido Colorado, de derecha, y comulgan con la Teoría de la Liberación, una corriente ideológica a la que sus críticos consideran marxista.

Livieres dijo que el ataque contra Urrutigoity es un capítulo de la "historia de oposición" a su obispado y a su seminario.

Los vientos cambiaron para él con la llegada del papa Francisco. Bajo su batuta, el Vaticano suspendió en julio las ordenaciones en el seminario de Ciudad del Este y cesó a Urrutigoity como vicario general.

Miranda dijo que Livieres consagró sacerdotes con solo dos años de estudios, lo que según él viola los reglamentos eclesiales, y también le acusó de malversar fondos de la diócesis.

La Santa Sede le pidió la renuncia, a lo que él se negó por considerar que estaba "infundada", según dijo hoy. Esa defensa no convenció al Vaticano, que optó por la destitución.

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