Guinea Bissau, una economía lastrada por el narcotráfico y el golpismo

  • El golpe de Estado de abril de 2012 y su consolidación como escala del narcotráfico procedente de Sudamérica lastran la débil economía de Guinea Bissau, uno de los países más pobres del mundo que aspira a estabilizarse y crecer tras las elecciones generales que se celebrarán el próximo domingo.

Nohua Mancaly

Bissau, 10 abr.- El golpe de Estado de abril de 2012 y su consolidación como escala del narcotráfico procedente de Sudamérica lastran la débil economía de Guinea Bissau, uno de los países más pobres del mundo que aspira a estabilizarse y crecer tras las elecciones generales que se celebrarán el próximo domingo.

La mayoría de la población de Guinea Bissau subsiste con menos de dos euros al día.

La interrupción de los comicios presidenciales de hace dos años, en los que partía como favorito el entonces primer ministro Carlos Gomes Junior, y la instauración de una Junta Militar ahuyentó a casi todos los socios internacionales de Guinea, principales sostenedores de su economía.

Según confirmó a Efe el economista guineano José D'Almeida, sólo China permanece entre sus aliados económicos, financiando proyectos que convergen con sus intereses.

Guinea Bissau, que logró su independencia de los portugueses en 1974, sigue siendo un país altamente dependiente de la agricultura de subsistencia, la exportación de anacardos (su cultivo más importante) y de la ayuda extranjera.

La agricultura emplea a más del 80 % de la población activa, y representa el 60 %, de su Producto Interior Bruto (PIB), que en 2012 se contrajo en un 1,5 % después de haber crecido un 5,3 % en 2011, según datos del Banco Mundial.

Sucedió lo mismo con el déficit: tras un superávit del 0,7 % en 2011, en 2012 la economía registró un déficit del 2,3 %.

Con el Gobierno de transición, ha habido "una desorientación total en la que se han ignorado las necesidades de la población, cuya única esperanza es la exportación de anacardos", subrayó el economista.

"Con el golpe de Estado -añadió-, Guinea Bissau perdió a sus socios internacionales más importantes -entre ellos la Unión Europea- y llegó al punto de no poder pagar sus salarios a los trabajadores públicos".

Los problemas de financiación son tan graves, que han sido esgrimidos para justificar el aplazamiento de las elecciones en dos ocasiones.

Las primeras fueron fijadas para el 24 de noviembre de 2013, y las segundas para el pasado 16 de marzo, en mitad de un continuo apremio del Consejo de Seguridad de la ONU, que nunca reconoció al denominado Consejo Nacional de Transición.

El apoyo internacional a la economía guineana también se ha visto resentido por sus relaciones con el narcotráfico, actividad en la que se han visto implicados militares de alto rango.

Durante los últimos años, enmarcado en un permanente contexto de inestabilidad política, el país se ha convertido en una escala habitual de la droga procedente de Sudamérica con destino a Europa, según denuncian diferentes organismos internacionales.

La detención por Estados Unidos del exjefe del Estado Mayor de la Armada Bubo Natchuto y la acusación de un tribunal neoyorquino al actual jefe, el general Antonio Indjai, ofrecen pistas sobre esta conexión con el mercado de la cocaína.

No obstante, la difícil situación económica y social del país no es solo responsabilidad del Ejecutivo actual.

"El Partido Africano para la Independencia de Guinea y el Partido de Renovación Social -dos de las principales fuerzas políticas- se han alineado con el Gobierno de transición en muchos aspectos de la organización general", sostuvo D'Almeida.

Las elecciones presidenciales y legislativas del próximo día 13 deberían dotar a Guinea Bissau de un marco estable y propicio para la recuperación económica.

Según las previsiones del African Economic Outlook, un observatorio patrocinado por diferentes organismos y gobiernos internacionales, entre los que se encuentra España, el déficit debería bajar hasta el 1 % durante 2014, mientras que el PIB debería recuperarse un 3,5 %.

Todos estos pronósticos quedan condicionados a un desarrollo normal del proceso electoral y a la aceptación de sus resultados, algo que, en un país caracterizado por una permanente inestabilidad política, no parece sencillo.

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