Hostelero cántabro acusado de matar a un ladrón alega que disparó por "miedo"

  • Un hostelero de Santillana del Mar (Cantabria) acusado de matar de un tiro, en la madrugada del 6 de diciembre de 2006, a uno de los tres ladrones que entraron en su local a robar y de herir a otro, ha declarado hoy que disparó al suelo para asustarles y por "miedo" para defender su vida y la de su esposa.

Santander, 31 may.- Un hostelero de Santillana del Mar (Cantabria) acusado de matar de un tiro, en la madrugada del 6 de diciembre de 2006, a uno de los tres ladrones que entraron en su local a robar y de herir a otro, ha declarado hoy que disparó al suelo para asustarles y por "miedo" para defender su vida y la de su esposa.

"Posiblemente, si no hubiera disparado, el que no estaría aquí sería yo", ha afirmado Ángel G.O., quien tenía 61 años cuando ocurrieron los hechos, en la primera sesión del juicio con jurado que se sigue contra él en la Audiencia de Cantabria.

El Ministerio Público considera al acusado culpable de dos delitos de lesiones en concurso ideal con uno de homicidio imprudente, y solicita un año y medio de cárcel y una indemnización de 60.000 euros para la mujer del fallecido.

Por su parte, la acusación particular, que ejerce la viuda, califica los hechos como homicidio doloso, y pide una condena de trece años de cárcel y 107.000 euros de indemnización, mientras que su defensa solicita su libre absolución.

En su declaración, Ángel G.O., ha relatado que por la tarde, antes de que se produjeran los hechos, los clientes habituales de su restaurante, el mesón "El Pradón", ya le llamaron la atención sobre la presencia en el local de tres extranjeros que levantaron sus "sospechas" y que, según ha afirmado, resultaron ser los ladrones, todos de origen rumano.

Los tres hombres, dos rubios y uno moreno, ha explicado que permanecieron en su establecimiento hasta prácticamente la hora del cierre y que estaban controlando las cámaras de vigilancia.

Tras haber sufrido al menos seis robos en sus 25 años como hostelero, el último en agosto del mismo año, Ángel G.O. ha explicado que cuando se fueron todos los clientes cerró la puerta del restaurante con la llave por dentro de la cerradura y colocó un "pesado" paragüero al objeto de que hiciera ruido si abrían.

Después se fue a dormir "tranquilo" al apartamento que compartía con su esposa, contiguo al restaurante, donde guardaba la caja fuerte y la recaudación del día, unos 2.800 euros.

De madrugada, según ha relatado Ángel G.O., le despertó un "ruido que no era normal" y cogió del armario una de sus tres escopetas de caza, la que le pareció "más inofensiva", y la cargó con un cartucho para dirigirse al pasillo que conduce hasta el restaurante.

Desde ese lugar pudo ver las "siluetas" de tres hombres, dos de los cuales estaban de pie, mientras que el tercero se encontraba "inclinado hacia adelante" cerca de la máquina tragaperras.

Ángel G.O. ha explicado que les dio dos veces el alto, antes de que uno de ellos caminase "tres o cuatro pasos" hacia donde se encontraba, momento en el que, según ha narrado, disparó su escopeta "al suelo" con la intención de "asustarles para que se marcharan".

"En ningún momento quise herir a nadie", ha asegurado Ángel G.O., quien ha recalcado que "no tenía miedo por el dinero", sino por su seguridad y, especialmente, la de su esposa, que estaba durmiendo en la vivienda contigua al restaurante. "Casi se me escapó el tiro", se ha lamentado.

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