Huelga de trenes en Argentina reaviva polémica por deficiencias en transporte

  • Una nueva huelga sorpresiva de trenes en Argentina provocó hoy un intercambio de acusaciones entre el Gobierno y los sindicatos y reavivó la polémica por las deficiencias del servicio de transporte en Buenos Aires y su área metropolitana.

Buenos Aires, 1 ago.- Una nueva huelga sorpresiva de trenes en Argentina provocó hoy un intercambio de acusaciones entre el Gobierno y los sindicatos y reavivó la polémica por las deficiencias del servicio de transporte en Buenos Aires y su área metropolitana.

La línea Sarmiento, que une la zona oeste de la periferia y la capital argentina y es usada a diario por unos 400.000 usuarios, quedó interrumpida hoy en la hora punta matinal por medidas de fuerza sindicales.

"Hace ya más de dos meses que se venció el plazo de la conciliación obligatoria, acatamos todos los plazos que por ley se dan y no tuvimos ninguna respuesta", justificó ante la prensa el dirigente sindical José Luis Moyano.

Moyano negó que el paro fuese una respuesta del gremio a la difusión de imágenes captadas por las cámaras de seguridad instaladas en las cabinas de los trenes, que mostraron a un maquinista dormido con el tren en marcha y a otros usando teléfonos móviles, leyendo o tapando las cámaras de seguridad.

El ministro del Interior y Transporte de Argentina, Florencio Randazzo, calificó el paro de "irracional y vergonzoso" y apuntó directamente contra los maquinistas al señalar que unos "señores que cobran 20.000 pesos (3.629 dólares) de bolsillo le están jodiendo la vida a miles y miles de pasajeros".

"Ayer mostramos vídeos que daban escalofríos y hoy nos levantamos con un paro sorpresivo", añadió Randazzo en declaraciones radiales.

Además de difundir imágenes captadas por las cámaras de seguridad, el ministro de Transporte anunció un acuerdo con China para instalar un sistema de frenado automático en las formaciones y nuevas medidas de control sobre los conductores.

Se trata de la segunda huelga sorpresiva en menos de un mes, después de que la paralización del servicio ferroviario el pasado 3 de julio en protesta por la instalación de cámaras en las cabinas provocase un caos de tránsito en la capital argentina.

Alrededor de 2,7 millones de personas usan a diario el tren para desplazarse entre Buenos Aires y su poblada área metropolitana, en la que viven más de nueve millones de personas.

La línea Sarmiento, la que paró hoy, fue escenario del peor accidente ferroviario de las últimas décadas en Argentina, cuando en febrero del año pasado 51 personas perdieron la vida y más de 700 resultaron heridas después de que el tren en el que viajaban se empotrase contra un andén de la estación porteña de Once, una de las más transitadas.

Poco después del accidente, el Gobierno presidido por Cristina Fernández retiró la concesión de la línea a la compañía Trenes de Buenos Aires (TBA) y prometió una "revolución en el transporte" con la compra de nuevas formaciones a China y mejoras en la seguridad.

Sin embargo, las mejoras quedaron en entredicho a principios de junio, después de que el choque de dos trenes en la misma línea causase la muerte de tres personas y heridas a más de 300 en Castelar, al oeste de la capital argentina.

Los exsecretarios argentinos de Transporte Sergio Schiavi y Ricardo Jaime van a ser llevados a juicio oral por el accidente de Once como imputados por su presunta falta de control de las condiciones de funcionamiento y utilización del material rodante y las infraestructuras.

Jaime, secretario de Transporte de 2003 a 2009, está relacionado además con quince procesos por distintos casos de corrupción.

Los problemas de movilidad que arrastra Buenos Aires alcanzan a todos los medios que coexisten en la capital argentina, en la que viven casi tres millones de personas.

Con el fin de aliviar el congestionado tráfico porteño, el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, inauguró hace unas semanas el segundo corredor exclusivo de autobús de la ciudad, conocido como Metrobús, y dos nuevas estaciones de metro.

Sin embargo, los trabajadores del subterráneo se niegan a operar las formaciones en las nuevas estaciones por razones de seguridad, mientras que el Gobierno municipal les acusa de responder a intereses partidarios.

El Gobierno nacional y el porteño vivieron un largo enfrentamiento en 2012 por la gestión del metro, que tuvo como punto culminante una huelga de diez días consecutivos que dejó sin servicio al casi millón de personas que usan el servicio a diario y colapsó la ciudad.

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