Junts blinda a Mas y tensa las negociaciones con la CUP

    • Diseña una estructura de poder que reafirma al 'president', aunque lo acompaña de tres consellers "estrella".
    • Mas aprovecha las divisiones en la CUP para llevar al límite su intento de ser president.

     

Mas y Baños, en el segundo debate de investidura en el Parlament.
Mas y Baños, en el segundo debate de investidura en el Parlament.

Junts pel Sí trata de lograr un acuerdo con la CUP. Pero no a cualquier precio. Con el contador en descuento- el plazo para culminar un pacto termina el próximo 9 de enero- la candidatura que aúna a ERC y CDC no cede en el principal escollo a vencer en las conversaciones con la CUP. Esto es, la figura de Mas.La reticencia del president a desistir en sus pretensiones de ser de nuevo investido, y la aparente disposición de su grupo a respetar este deseo, le hizo recibir ya dos negativas de los anticapitalistas en su investidura, y pone en pica la posibilidad de que fragüe un acuerdo. La formación de Baños, que llevaba el 'no' a Mas entre sus promesas electorales, habrá de debatir el próximo domingo con su militancia si se mantiene en los mismos términos, una vez que este rechazo genera amplias divisiones.La última propuesta de Junts parte del mismo principio que las anteriores, que la presidencia para Mas es irrenunciable. No obstante, avanza en la fórmula de poder compartido que ya esbozó el president en su segunda sesión en el Parlament, cuando ofreció una presidencia 'coral' en la que daría peso a tres vicepresidentes, que serían Oriol Junqueras, Raül Romeva y Neus Munté, según fuentes conocedoras de las negociaciones. Aquella propuesta fue rechazada por la CUP, quien dio a Mas un 'no' “tranquilo” para seguir negociando y tratar de tensar a Junts para que, finalmente, optase por prescindir del president.La nueva oferta consiste básicamente en lo mismo, aunque concreta las formas. La estructura de poder que contemplan ahora en Junts pel sí se basa en un Gobierno de transición- Mas ya avisó de que este tendría una duración de 18 meses, el tiempo contemplado para poner en marcha el procès- en el que el president mantendría sus atribuciones propias y estaría acompañado por un único vicepresidente y tres 'comisiones de Gobierno': una económica-presidida por el vicepresidente-una centrada en el Estado del Bienestar y otra de política exterior. Además, el presidente y el vicepresidente acordarán mecanismos de coordinación de las tres comisiones delegadas, con el fin de "reforzar este carácter de Govern de transición".También en esta fórmula, con toda probabilidad, Junqueras se haría cargo de Economía, Romeva se ocuparía de Exteriores y la actual vicepresidenta en funciones, Neus Munté, ostentaría la comisión restante, orientada a las medidas sociales.Las elecciones y la división interna, dos factores a esquivarLa organización es prácticamente la misma, pero permite ajustarse a la ley, que únicamente contempla que exista un presidente y un vicepresidente. No obstante, deja en suspenso la incógnita del poder real que tendrá Mas en esta estructura. Aunque sobre el papel, y también desde Junts,se insiste en que la presidencia conservará su propias funciones- lo que incluye dos cuestiones que desagradan a la CUP, la posibilidad de convocar elecciones y firmar decretos- lo cierto es que, en la práctica, el poder real quedará presumiblemente diluido en tres departamentos muy fuertes, tres consellers “estrella” que además son del agrado de los anticapitalistas. De hecho, los de Baños declararon oficialmente a Romeva como su candidato favorito a la presidencia.

Los dos meses transcurridos desde las elecciones del 27-S han sido un árido desierto en las negociaciones para desencallar la investidura. En un tenso tira y afloja, ninguno está dispuesto a ceder sus posiciones. Desde Junts, en el mandato que consideran les otorgó las urnas y por el que no están dispuestos a replegarse a las condiciones de la CUP. Desde la CUP, por la promesa electoral de no investir al líder convergente, al que identifican con las políticas de recortes y corrupción que durante años han combatido en el Parlament.

No obstante, para ambos existe un motivo de peso para desatascar las conversaciones. La posibilidad de unas nuevas elecciones asusta a ambos por la convicción de que se pondría en entredicho la unidad del independentismo y el procès saldría mal parado. El propio Mas advirtió con ello a Baños en su intercambio dialéctico en el Parlament, donde le animó incluso, a la desesperada, a buscar un acuerdo “de 72”, en referencia a los escaños que suman ambas formaciones. La propuesta recibió la contestación irónica del líder anticapitalista. “Cuando le escuché casi me da algo”, le espetó en la tribuna.

El desgaste de estos meses han provocado serias divisiones en ambos frentes. En el Govern, varios consellers de peso, entre ellos Mas-Colell, han reclamado a Mas que no ceda ante las exigencias radicales y opte por la convocatoria de elecciones. Con él han coincidido varios dirigentes convergentes, que prefieren ir de nuevo a las urnas que verse abocados a un gobierno sin salida y con muchas tensiones. La CUP ya propuso en su día a Junts un pliego de condiciones que contemplan un plan de emergencia social con determinados incumplimientos a leyes estatales.

Tampoco los de Baños son ajenos a estas discrepancias. La formación es atípica en su propia composición y aúna sensibilidades ahora enfrentadas en el apoyo a Mas. Mientras el sector Poble Lliure reclama que se desatasque la investidura para poner en marcha cuanto antes el procès, Endavant, el otro bloque mayoritario, se niega a romper con lo que era una de sus principales promesas electorales.

Desde Junts se espera que esta semana sea clave para lograr un acuerdo y se mantienen a la expectativa de lo que la CUP acuerde el domingo. Las últimas manifestaciones les dan cierto respiro. La semana pasada, la formación dio un giro notable y aceptó por primera vez la posibilidad de permitir a Mas la investidura. Tratan, a toda costa, de que se les acuse de dinamitar el procès. Un escenario que consideran podría traer más costes electorales que acabar apoyando al líder convergente.

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