Nairobi, 26 oct.- El presidente de Botsuana, Ian Khama, jurará nuevamente su cargo el próximo martes, tras haber sido reelegido en las elecciones generales celebradas el pasado viernes, en las que su formación, el Partido Democrático de Botsuana (BDP), logró al menos 29 de los 57 escaños del Parlamento.
Según los resultados provisionales de la comisión electoral, divulgados hoy por los medios locales, la Coalición por el Cambio Democrático (UDC) se ha convertido en la principal fuerza opositora, al conseguir 12 asientos en la Asamblea, mientras que el Partido del Congreso de Botsuana, ha logrado dos.
La UDC ha conseguido un mayor apoyo del que se pronosticaba en las zonas urbanas, arrebatando al partido gobernante parte de los 49 escaños logrados en los últimos comicios.
Ian Khama, de 61 años, es hijo del primer presidente de Botsuana, Seretse Khama, y ha estado al frente del Ejecutivo desde abril de 2008, aunque su partido, el BDP lleva en el poder desde la independencia del país, en 1966.
El presidente ha recibido muchas críticas por su carrera militar, que le da un carácter autoritario, y algunos opositores apuntan a que por esta razón no está preparado para dirigir un país democrático.
Sin embargo, Khama ha sido uno de los pocos líderes africanos que criticó abiertamente la violencia del régimen del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe.
De los dos millones de habitantes de Botsuana, cerca de un millón se registraron para ejercer su derecho al voto, en 4.449 colegios electorales, según cifras de la Comisión Electoral.
La economía de Botsuana, el mayor exportador de diamantes en bruto del mundo, crece en la actualidad a un ritmo del 6 % y supera los 7.700 dólares de renta per cápita, según datos del Banco Mundial.
Sin embargo, su gran dependencia de la venta de diamantes (que representa cerca del 80 % de sus exportaciones) la ha llevado a sufrir a grandes contracciones en los últimos años, la más grave de ellas en 2009, cuando decreció un 7,8 %.
Aunque esta preciada materia prima ha traído grandes beneficios a un país en el que cerca de la mitad de la población ha escalado hasta la clase media, no ha logrado superar las graves desigualdades ni elevar la alarmante esperanza de vida, de solo 47 años.
En las últimas cinco décadas, la excolonia británica se ha consolidado como uno de los países africanos más estables gracias en gran medida a contar con la democracia multipartidista más prolongada del continente, razonablemente libre de corrupción y respetuosa con los derechos humanos.
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