La paz es la gran ausente por vez primera del debate electoral israelí

  • La paz con los palestinos es en 2013 por primera vez la gran ausente del debate electoral israelí, aunque no deja de estar presente en las páginas de los diarios y las mentes de los habitantes del país, que afrontan un futuro cada vez más incierto y con más frentes abiertos.

Javier García

Jerusalén, 17 ene.- La paz con los palestinos es en 2013 por primera vez la gran ausente del debate electoral israelí, aunque no deja de estar presente en las páginas de los diarios y las mentes de los habitantes del país, que afrontan un futuro cada vez más incierto y con más frentes abiertos.

Con su insistencia en el peligro de un Irán nuclear -el nuevo frente convertido en máxima prioridad- el primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha conseguido relegar el conflicto con los palestinos a un segundo plano.

Además, la relativa calma en cuestión de seguridad vivida durante los cuatro años de su segundo mandato le ha permitido crear la ilusión de que el actual "statu quo" puede mantenerse eternamente.

Sin embargo, para gran parte de la comunidad internacional y la mayoría de los observadores la ausencia de solución al conflicto pesa como una losa sobre la vida israelí y en el futuro puede deparar un problema irresoluble para el Estado judío.

El empeño de Netanyahu en acelerar la construcción en los asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este hace cada vez más impracticable la solución de dos Estados y aboca la situación sobre el terreno a un Estado binacional, en el que la demografía jugaría a favor de los árabes, con una tasa de natalidad superior.

Israel tiene actualmente cerca de ocho millones de habitantes, un quinto de ellos árabes, que sumados a los alrededor de cinco millones de palestinos de Cisjordania y Gaza prácticamente igualan a los israelíes en número.

En los últimos años el número de colonos judíos en los territorios palestinos ha crecido a un ritmo cercano al 4 por ciento hasta llegar a más de 350.000 en Cisjordania y otros 200.000 en Jerusalén Este.

"Continuaremos reforzando los asentamientos, continuaremos viviendo y construyendo en Jerusalén, que permanecerá unida bajo soberanía israelí", proclamó Netanyahu en el acto de lanzamiento de su campaña electoral en coalición con la formación ultranacionalista Israel Beitenu.

Este miércoles, en respuesta a las duras acusaciones del presidente de EEUU, Barack Obama, de ser un cobarde político que lleva a su país al aislamiento con la ampliación de las colonias, el primer ministro se jactó de haber "aguantado enormes presiones" en sus cuatro años de Gobierno.

"Querían que moderásemos nuestros esfuerzos en el tema iraní, que nos retirásemos a las líneas de 1967, que dividiéramos Jerusalén y que dejásemos de construir en ella. Hemos contenido esas presiones", agregó sobre las presuntas palabras de Obama, citadas por un periodista estadounidense que suele utilizar para transmitir sus mensajes a Israel.

El escritor Amos Oz, el más conocido del país, calificaba la semana pasada al Gobierno de Netanyahu como "el más antisionista de la historia de Israel" por ignorar la cuestión demográfica.

A su juicio, si la solución de dos Estados se imposibilita "no habrá tampoco un Estado binacional sino un Estado árabe" ya que los judíos no podrán mantener "una situación de apartheid indefinidamente sin permitir el voto a una mayoría árabe".

Las encuestas siguen señalando que más del 60 por ciento de los israelíes apoyan la solución de dos Estados pero también que la mayoría de ellos cree que, cualquiera que sea el Gobierno, el proceso de paz no avanzará por razones ajenas a Israel.

Tras la esperanza abierta por el proceso de Oslo en 1993, la Segunda Intifada que comenzó en septiembre de 2000 ha creado una gran frustración entre los israelíes sobre las posibilidades de alcanzar un acuerdo de paz con los palestinos.

Netanyahu advierte de que una retirada unilateral de Cisjordania, que algunos ven como única solución al actual bloqueo, podría crear un escenario similar al de Gaza, donde a la salida israelí siguió la toma de poder por los islamistas de Hamás y el aumento del lanzamiento de cohetes hacia Israel.

El centro-izquierda israelí, consciente del desinterés de la población en el proceso de paz, ha dejado también de darle prioridad en sus propuestas electorales, centradas más en los temas sociales y económicos.

La líder del Partido Laborista, Shely Yajimovich, a quien las encuestas sitúan como líder de la oposición en el próximo Parlamento o Kneset, elude en lo posible el asunto para no espantar el voto de los colonos menos radicales y del israelí medio.

Sólo Tzipi Livni, antigua jefa de la oposición y fundadora del nuevo partido Hatnuá, ha enfocado su mensaje electoral en que el proyecto sionista "corre un grave peligro" y acusa a Netanyahu de conducir al país "hacia su fin como Estado judío".

Aún así, el camino que pueda seguir el estancado proceso de paz dependerá en gran medida de la coalición de Gobierno que se forme tras las elecciones y del nivel de presión que ejerza en este sentido la nueva administración de Obama.

El siempre imprevisible y sorprendente Netanyahu podría optar por repetir la que se considera su mayoría natural con los partidos ultraortodoxos y nacionalistas pero también intentar incluir a algún partido de centro como el de Livni o el del experiodista Yair Lapid, de cara a relanzar la búsqueda de la paz y asegurarse de este modo su deseado lugar en la historia.

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