La reelección de Buteflika marca la voluntad de continuidad en Argelia

  • La reelección el pasado abril de Abdelaziz Buteflika en los comicios presidenciales argelinos para un nuevo mandato, después de quince años en el poder, representa una señal clara de continuidad en Argelia, o al menos del equipo gobernante.

Argel, 17 dic.- La reelección el pasado abril de Abdelaziz Buteflika en los comicios presidenciales argelinos para un nuevo mandato, después de quince años en el poder, representa una señal clara de continuidad en Argelia, o al menos del equipo gobernante.

Sin embargo, la frágil salud de Buteflika y su reciente hospitalización en noviembre en un hospital de Grenoble (Francia), aireada por todos los medios independientes y nunca desmentida por el Gobierno, arroja dudas sobre sus capacidades y su control real de los resortes de gobierno.

"Los argelinos se han visto forzados a espiar esta imagen inamovible de un Presidente casi inmóvil, que agita penosamente su mano derecha y balbucea palabras apenas audibles a diplomáticos y responsables extranjeros (que lo observan) más incómodos que encantados", escribía el pasado 20 de noviembre el influyente El Watan.

El periódico hablaba de la "hospitalización escondida" del Presidente, resaltando así que se desconocen las razones que pudieron llevar a "Butef" (como se le conoce en Argel) a un ingreso clínico de urgencia en la clínica francesa y su salida, casi clandestina, varios días después.

La salud del Presidente, de 77 años y que ya en 2013 padeció un accidente cerebrovascular que precisó también su hospitalización en Francia, planeó sobre las elecciones presidenciales de abril, ya que sus adversarios pusieron en duda que pudiera llevar a buen término otro mandato de cinco años.

De hecho, el candidato ni siquiera apareció en la campaña electoral, lo que no impidió que ganase con un contundente 81 % de los votos, frente a una oposición dividida entre la estrategia del boicot o la participación (su candidato mejor situado, Ali Benflís, se quedó con un 12 %).

Más allá de la salud del presidente, el régimen argelino, que no ha sufrido los vaivenes de la primavera árabe como sus vecinos de Túnez y Libia, se enfrenta ahora a un problema más acuciante: el de la bajada de precios del petróleo.

En un país casi monodependiente de sus exportaciones de combustibles fósiles, tanto petróleo como gas, la constante bajada de los precios de los hidrocarburos experimentada en el mercado mundial durante 2014 pone en peligro la paz social comprada en Argelia a golpe de petrodólares durante quince años.

Los bajos precios de los productos básicos o de los medicamentos en Argelia, altamente subvencionados por el Estado, no podrán continuar si la cotización del petróleo sigue a la baja, como todo parece indicar gracias al éxito mundial de la técnica del "fracking".

No es de extrañar que Argelia se haya unido a los recientes esfuerzos de Venezuela para contrarrestar el empuje del "fracking" y tratar de forzar una subida de precios del crudo, aun a costa de una posible reducción de la producción.

Otro problema, este casi cíclico en Argelia, regresó en 2014 como la peor de las pesadillas, cuando un ciudadano francés que hacía montañismo en la Cabilia fue secuestrado por un grupo casi desconocido y más tarde decapitado en protesta por la intervención francesa contra el yihadismo en Irak.

Cuando el país no había conseguido hacer olvidar la tragedia de In Amenas -la planta gasística que fue asaltada por un grupo terrorista en 2013 y luego recobrada por el Ejército con el resultado de 38 civiles muertos más 29 atacantes-, el terrorismo yihadista volvió a golpear.

Contrariamente al caso de In Amenas, el asesinato del rehén francés en la Cabilia tuvo además el ingrediente de la extrema publicidad, ya que los captores del francés Hervé Gourdel grabaron su decapitación en un vídeo, al estilo del Estado Islámico en Irak.

Precisamente el grupo que asesinó a Gourdel, denominado Yunud al Jilafa (Soldados del Califato) se proclamó leal al "emirato" proclamado por el EI en Irak con pretensiones mundiales, e hizo pensar que los terroristas que aún atentan con relativa frecuencia en territorio argelino están recomponiendo sus alianzas.

La vecindad de Libia, hundida en el caos, más la agria relación con el otro gran vecino, Marruecos -con quien una vez más se sucedieron los incidentes diplomáticos en 2014- hacen creer que en su lucha contra el terrorismo nunca del todo vencido, Argelia se encuentra sola.

Mostrar comentarios