La vuelta de la violencia sectaria es "un plan estudiado", denuncia Al Maliki

  • El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, denunció hoy que la violencia confesional que castigó años atrás a Irak ha regresado a su país "no por mera casualidad sino con planes estudiados" y advirtió de que el sectarismo no conoce fronteras.

Bagdad, 27 abr.- El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, denunció hoy que la violencia confesional que castigó años atrás a Irak ha regresado a su país "no por mera casualidad sino con planes estudiados" y advirtió de que el sectarismo no conoce fronteras.

En un discurso en la inauguración de la Conferencia Islámica Internacional para el Diálogo y el Acercamiento, Al Maliki dijo que "la discordia (sectaria) golpea las puertas de todos" y que si retorna a Irak es como si volviera a la región.

"Es una maldad y un viento putrefacto que no necesita autorización para cruzar fronteras de todos los países islámicos, suníes y chiíes, que si estalla en una zona, estallará en otra", subrayó.

El jefe de Gobierno -de confesión chií- señaló que la violencia sectaria, que ya asoló Irak en 2006 y 2007, "no es necesariamente de origen local" y aludió a un plan "ideología radical y fanática".

"Nadie se salvará porque es una discordia ciega que la promueven voluntades, fondos y fuerzas que cometen asesinatos y atentados, declaran infieles a otros y permiten el derramamiento de sangre musulmana", apostilló.

El primer ministro instó a los partidos políticos a la reconciliación, al tiempo que consideró que para frenar el sectarismo no sirven las fuerzas de seguridad sino la predicación de un islam moderado.

La violencia se ha extendido por varios puntos de Irak tras el ataque el martes pasado de las fuerzas del orden contra una plaza en la población de Al Hueiya, escenario de protestas de los suníes, donde 26 personas fallecieron y 155 resultaron heridas.

Al más de un centenar de fallecidos en estos días se sumaron hoy ocho miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes y un hombre armado, que perecieron en ataques y enfrentamientos en las provincias de Salahedín y Al Anbar.

Los suníes se quejan de la discriminación que dicen sufrir por parte del Gobierno de Al Maliki y piden la liberación de los detenidos sin cargos, la suspensión de sentencias de condena a muerte y la anulación de la ley antiterrorista, entre otros.

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