Las sanciones y el uranio enriquecido bloquean aún el acuerdo nuclear iraní

  • La cuenta atrás de las negociaciones para dar una salida diplomática al conflicto nuclear iraní siguió hoy adelante en Viena sin que las grandes potencias e Irán parezcan ser capaces de salir de las tablas que bloquean el acuerdo.

Antonio Sánchez Solís

Viena, 16 oct.- La cuenta atrás de las negociaciones para dar una salida diplomática al conflicto nuclear iraní siguió hoy adelante en Viena sin que las grandes potencias e Irán parezcan ser capaces de salir de las tablas que bloquean el acuerdo.

Por octava vez en ocho meses, representantes de Irán y del llamado Grupo 5+1 (China, EEUU, Francia, Reino Unido y Rusia, más Alemania), se ha reunido para intentar cerrar las diferencias que, reconocen ambas partes, siguen impidiendo un acuerdo.

"Hemos hecho y seguimos haciendo progresos, pero aún hay una cantidad sustancial de trabajo por hacer", dijo una fuente diplomática de EEUU a los periodistas que han seguido la cumbre.

El encuentro de esta semana en Viena ha contado con la presencia de los tres principales actores, en lo que se ha interpretado como un intento de dar un empuje político a la negociación.

Los máximos responsables de Exteriores de la UE, Catherine Ashton; Irán, Mohammed Yavad Zarif; y de Estados Unidos, John Kerry, han mantenido desde el martes contactos bilaterales y trilaterales.

Esos encuentros de alto nivel continuaron hoy con reuniones de la Unión Europea y los siete países involucrados en la negociación.

Según fuentes iraníes, los próximos contactos serán entre técnicos, antes de celebrar posiblemente una reunión ministerial, aunque nada fue confirmado hoy de forma oficial.

Irán ha puesto en esta ocasión el acento en la necesidad de acelerar el levantamiento de las sanciones internacionales que ahogan desde hace años su economía y ha advertido de que las grandes potencias no deberían usarlas como elemento de presión.

"El G5+1 debería tener un enfoque más serio sobre el levantamiento de las sanciones y no considerarlas como un recurso de valor", ha asegurado hoy Zarif a los medios de su país.

Desde que Teherán y las grandes potencias se embarcaron en el proceso negociador, Irán ha tenido acceso a unos 2.800 millones de dólares procedentes de la venta de crudo, bloqueados debido a las sanciones, y tendría que recibir otros 1.400 millones en las próximas semanas.

A cambio, Teherán ha aceptado suspender la parte más controvertida de su programa nuclear, la producción de uranio enriquecido, un combustible susceptible de ser usado, según su pureza, tanto en un reactor civil como en una bomba atómica.

El ritmo de levantamiento de las sanciones y acordar la cantidad y la pureza del uranio que se permite a Irán enriquecer siguen siendo los principales obstáculos para un acuerdo.

Por el camino negociador se han ido logrando éxitos importantes, como que Teherán acepte un sistema de inspecciones más estricto o renuncie a fabricar plutonio, otro combustible de uso militar, en la planta de agua pesada de Arak.

Aunque la hoja de ruta fijó el pasado 20 de julio como fecha límite para llegar a un acuerdo, ambas partes argumentaron que los avances logrados justificaban darse más tiempo, hasta el 24 de noviembre próximo, para seguir intentando firmar el documento final.

Cuando faltan seis semanas para llegar a esa fecha, todos están de acuerdo en dos cosas: la negociación es extremadamente difícil y aún hay posibilidades de un acuerdo.

"Cada línea de cada acuerdo político tiene páginas de anexos adjuntas, porque los detalles son absolutamente críticos en todo esto", ha definido una fuente diplomática estadounidense la complejidad de la negociación.

Desde Washington se advierte de que, incluso si se logra un acuerdo en el 98 por ciento de los temas, el 2 por ciento restante puede bastar para echar al traste el conjunto del acuerdo.

También Zarif se ha referido a los contactos como "muy difíciles" y que aún quedan asuntos en los que la discrepancia es muy grande.

El programa atómico iraní lleva en el centro del debate internacional desde 2002, cuando se desveló que Teherán había desarrollado en secreto durante años un programa atómico secreto.

En todo este tiempo, ni las inspecciones de los expertos de la ONU han sido capaces de concluir si Teherán buscó, o busca, hacerse con un arma atómica, ni la diplomacia ha sido capaz de encontrar una salida al conflicto.

Estados Unidos, sus aliados europeos e Israel, temen que Irán oculte un objetivo militar bajo el paraguas de un programa nuclear civil, algo que niega el régimen de los Ayatolás.

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