Las tensiones interétnicas y problemas económicos dominan la vida en Kosovo

  • Ataques con explosivos, tensión y división entre serbios y albaneses, sobre todo del norte de Kosovo, en medio de una situación económica y social que no mejora.

Snezana Stanojevic

Belgrado, 30 oct.- Ataques con explosivos, tensión y división entre serbios y albaneses, sobre todo del norte de Kosovo, en medio de una situación económica y social que no mejora.

Así se presenta el panorama en la antigua provincia serbia ante las elecciones municipales del domingo, consideradas clave para la puesta en marcha del acuerdo de normalización con Serbia.

El principal foco de tensión es la parte norte del pequeño país balcánico, que 14 años después del fin de la guerra, en 1999, permanece en una especie de estado de excepción, con brotes de violencia y enfrentamientos entre las comunidades.

El pasado septiembre murió incluso tiroteado en una emboscada un policía de la misión europea Eulex, sin que se haya esclarecido hasta el momento la autoría del ataque.

Esa agresión, la más grave sufrida por la Eulex, reavivó el peligro de la violencia en la región, poco antes de unos comicios pactados por Serbia y Kosovo dentro del diálogo auspiciado por la Unión Europea (UE) para mejorar sus relaciones mutuas.

Tras la muerte del agente europeo, se han registrado, sobre todo en la dividida ciudad de Mitrovica, varias explosiones en viviendas de candidatos serbios a concejales, todas sin víctimas.

Los ataques han ido tanto contra miembros de partidos que se mantienen leales a Belgrado como contra una formación serbokosovar que forma parte del Gobierno kosovar, dominado por los albaneses.

Belgrado considera que su objetivo es desalentar a los serbios de Kosovo para que no acudan a votar.

Serbia ha pedido a los serbokosovares que participen en unas elecciones que considera esenciales para que se cree luego una entidad, reconocida internacionalmente, que dé a esta comunidad cierta autonomía dentro de Kosovo.

Pero muchos en el norte de la región rechazan participar en estos comicios, al entender que suponen aceptar la pérdida de soberanía sobre la provincia, que autoproclamó su independencia en 2008.

"Si los serbios no acuden en número importante a las urnas, puede ocurrir que un albanés sea el alcalde de Mitrovica. Por eso, importa que voten", ha advertido, por su parte, Aleksandar Vucic, el influyente viceprimer ministro serbio.

Pero muchos serbios del norte kosovar se sienten atrapados entre dos campañas de cara a las municipales: una para asegurar la participación y otra que aboga por el boicot.

Según un sondeo del Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD), solo en torno al 16% de los serbios del norte votará el domingo, mientras un 44% apoyará el ya tradicional boicot.

En Kosovo viven unos 120.000 serbios, unos 40.000 de ellos en el norte, fronterizo con Serbia, y el resto en varios enclaves aislados del centro y sur del país.

Serbia no reconoce la independencia de Kosovo, que fue aceptada por Estados Unidos y por la mayoría de socios de la UE, pero no por Rusia, China, España y otros países.

Ambas comunidades, serbios y albaneses, comparten mientras tanto los problemas económicos y un bajo nivel de vida.

Todo en un país en el que la población no tiene acceso al agua potable o canalización de aguas residuales, pero en el que los políticos prometen en las campañas electorales grandes inversiones y obras de infraestructuras, de las que pocas se hacen luego realidad.

Kosovo es una de las regiones más pobres de Europa, con un desempleo superior al 40 por ciento y un 30 por ciento de la población vive bajo el umbral de la pobreza.

Aunque se ha registrado un crecimiento económico del 4,3 por ciento el año pasado, los problemas siguen siendo enormes y la situación económica es considerada como la mayor amenaza para la estabilidad a largo plazo.

Cinco años tras la declaración de la independencia, que, según los políticos albanokosovares, iba a traer prosperidad para todos en Kosovo, poco y nada ha cambiado y la economía sigue dependiendo de ayudas internacionales, sin que haya habido grandes inversiones.

Por eso, muchas familias viven de las remesas que envían sus parientes desde el extranjero, sobre todo en Suiza y Alemania.

En el norte de Kosovo, muchos serbios dependen económicamente de Belgrado y temen que perderán sus trabajos tras las elecciones, ya que las instituciones vinculadas hoy a Serbia pasarán a estar bajo la jurisdicción de Pristina.

El sueldo medio en el sector público es de unos 370 euros y en el privado de unos 330 euros, aunque muchos ganan muy por debajo de esas sumas, cuando la cesta básica se acerca a los 600 euros.

Otro gran problema es la corrupción y el nepotismo, y, según un reciente sondeo, el 89 por ciento de la población kosovar cree que ese mal es endémico en la política y la administración pública.

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