Los doce meses sin piedad de Rubalcaba

  • Alfredo Pérez Rubalcaba carga desde febrero sobre sus espaldas con un maltrecho PSOE, que no se había visto en peor trance desde la Transición, sin saber si ha tocado fondo electoral y navegando aún en un mar de dudas sobre su proyecto y su liderazgo.

Eva Santos

Madrid, 13 dic.- Alfredo Pérez Rubalcaba carga desde febrero sobre sus espaldas con un maltrecho PSOE, que no se había visto en peor trance desde la Transición, sin saber si ha tocado fondo electoral y navegando aún en un mar de dudas sobre su proyecto y su liderazgo.

El actual secretario general del PSOE se esfuerza por sacarlo a flote, una tarea titánica en la que no siempre todos reman en la misma dirección. Al menos, no en la dirección que marca la Ejecutiva Federal.

Durante estos meses, al principio más tímidas y, ahora, cada vez más audibles, se han escuchado voces sobre lo que debería hacer el partido: que debe endurecer su línea de oposición; que, por el contrario, tiene que intentar llegar a más acuerdos con el Gobierno; que debe pedir perdón por los errores del pasado; que tiene que recuperar la vocación de partido mayoritario...

Parece que el PSOE no se encuentra a sí mismo y que Rubalcaba no consigue enderezar el rumbo de un partido duramente castigado en las urnas por la última etapa del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y que no ha dejado de dar tumbos electorales este año.

Sólo en Asturias han sido los socialistas la lista más votada. Han perdido en Andalucía -donde salvaron el gobierno de la Junta gracias a un pacto con IU-, País Vasco, Galicia y Cataluña.

Rubalcaba, un dirigente histórico muy apreciado por la militancia, escogido en el congreso federal de febrero para llevar el timón del barco, ha tomado los mandos del PSOE en mitad de una tormenta perfecta. Y lo peor es que nadie ve un horizonte despejado de nubarrones.

Tanto es así que ha tenido que llegar Felipe González para avisar de que el PSOE tiene que recuperar su vocación de partido mayoritario. Es eso o caer en la irrelevancia política.

Cada vez se afianza más el convencimiento en las filas socialistas de que Rubalcaba no repetirá como candidato a las próximas generales y de que su contribución al PSOE se medirá en función de si consigue o no que el partido recupere la credibilidad ciudadana y el crédito electoral.

En lo que no se ponen de acuerdo los socialistas es en la receta para superar esta crisis interna o en el calendario para elegir al nuevo cartel electoral a la Moncloa.

Precisamente esas primarias son una de las principales batallas internas hoy por hoy en el PSOE. Rubalcaba y su equipo quieren aplazarlas hasta 2014, convencidos de que en la situación actual cualquier candidato podría quedar "achicharrado" antes de las elecciones. Otros, como el líder del PSM, Tomás Gómez, desean que se celebren cuanto antes, a más tardar el año que viene.

Unas elecciones sin fecha pero con muchos "novios" oficiosos: Carme Chacón, Patxi López, Eduardo Madina... Una nómina a la que estos últimos días se ha sumado el nombre del exdirector general de la Policía y de la Guardia Civil, Joan Mesquida.

El revés electoral en Galicia y País Vasco del pasado 21 de octubre aireó lo que todo el mundo ya sabía en los despachos de Ferraz: las frías relaciones entre Rubalcaba y el presidente del PSOE y de la Junta andaluza, José Antonio Griñán.

También fue la excusa perfecta para que quienes más cuestionan la línea de oposición de Rubalcaba y su propia figura acrecentaran sus críticas y exigieran un cambio de rumbo.

Incluso se han alzado voces lamentando los errores de la última época de Zapatero, como el vídeo protagonizado por un grupo de jóvenes militantes, en el que, directamente, piden perdón a los ciudadanos.

A ellos se han unido otros socialistas no tan anónimos, como Griñán y Gómez o la ex ministra de Defensa Carme Chacón, rival de Rubalcaba en el Congreso Federal de febrero, resuelto a favor del primero por una veintena de votos.

Frente a quienes algunos como Alfonso Guerra ya han definido como "la cofradía del perdón", la dirección Federal piensa que no basta con entonar el "mea culpa", sino que es necesario ofrecer a la ciudadanía alternativas. Para ilustrar esta tesis, se remiten a su proposición de ley antidesahucios.

Todo este panorama se ha enturbiado en el último tramo del año con el órdago soberanista del presidente catalán, Artur Mas, y el adelanto de las elecciones en esta comunidad, que pilló con el paso cambiado a la franquicia de los socialistas en Cataluña, el PSC.

Los socialistas catalanes fiaron todo a una carta, la del federalismo, un carro al que se subió el PSOE que, sin embargo, no compartió el derecho a decidir que llevaba el PSC en su programa electoral.

Un año después, el PSOE está en la misma casilla de salida. EFE

ess/mlb

(Recursos de archivo en www.lafototeca.com 5278963 y otros)

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