Los malabares de los socialistas para formar un gobierno en España

  • Dos meses después de las elecciones legislativas en España, el Partido Socialista (PSOE) intenta un difícil ejercicio de equilibrio: lograr los suficientes avales de aquí a principios de marzo para gobernar en minoría, eludiendo una alianza peligrosa con el partido anti-austeridad Podemos.

El jefe del gobierno saliente, el conservador Mariano Rajoy, auguró el jueves el fracaso socialista, al decir a su homólogo británico, David Cameron, que lo más probable es que los españoles vuelvan a votar en junio.

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, se declaró el jueves "razonablemente optimista (...) de articular una mayoría parlamentaria suficiente para ir a la investidura". Pero, más de un político socialista considera que las posibilidades son pequeñas.

Ninguna mayoría absoluta es posible tras las elecciones generales del 20 de diciembre que fragmentaron el Parlamento en cuatro bloques: el Partido Popular (PP) de Rajoy fue el más votado por delante del PSOE, seguido por los dos nuevos, la izquierda radical de Podemos y los liberales de Ciudadanos.

Aislado, Rajoy renunció a intentar formar gobierno. Nadie quiere aliarse con su partido salpicado por las revelaciones cotidianas de escándalos de corrupción y el Rey ha confiado la tarea a Pedro Sánchez.

El principal reto del socialista es asegurarse suficientes abstenciones para que un gobierno minoritario reciba la confianza del Congreso de los Diputados a principios de marzo.

El entorno de Sánchez no esconde que preferiría gobernar en solitario o, en su defecto, con Ciudadanos.

Los negociadores de ambos partidos encadenan una reunión tras otra para conseguir una plataforma común para la legislatura, que esperan poder cerrar la semana que viene.

La maniobra, explicaron fuentes socialistas, es presentar un programa reformista detallado y poner a Podemos ante la tesitura de votar contra, en tanto que enemigos acérrimos de los conservadores.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, insiste en que los socialistas no tienen otra posibilidad que formar un gobierno de coalición de izquierdas con Podemos, sus aliados regionales de Cataluña, Valencia y Galicia, y el pequeño partido ecolo-comunista Izquierda Unida.

"Nadie se imagina en este país que sea viable un gobierno sostenido electoralmente por 90 diputados (de 350) y con una base electoral de 5 millones de ciudadanos. Sería el gobierno más inestable de Europa", dijo el jueves Iglesias.

Una alianza con Podemos es la última de las soluciones que quiere Sánchez. El PSOE no se fía de este nuevo partido que ambiciona abiertamente suplantarlo. Además, la exigencia de Podemos de un referéndum de autodeterminación en Cataluña es inaceptable para el Partido Socialista.

Pablo Iglesias parece, por otro lado, estar haciendo todo lo posible por que el PSOE rechace sus propuestas, con el fin de achacarle un fracaso de la izquierda y ganarse después a sus electores.

Sin ni siquiera haber hablado con Sánchez, reclamó de inicio la vicepresidencia del gobierno y ministerios claves. El lunes, presentó de forma unilateral un programa de gobierno detallado.

El aspirante a la vicepresidencia se reserva el control de los servicios de inteligencia, la lucha contra la corrupción y la radio-televisión nacional.

Es "una involución democrática", le respondió el portavoz del PSOE en el senado, Óscar López, agregando que "llevamos años intentando que la televisión pública no dependa del gobierno o tratando de garantizar la independencia judicial en la lucha contra la corrupción".

Podemos propone aumentar el gasto social en 96.000 millones de euros en cuatro años. Respuesta de Sánchez: "No es bueno crear falsas expectativas".

Los dos partidos todavía no se han sentado a negociar.

Si Sánchez no logra la investidura, los partidos tendrán dos meses para buscar otra formula de gobierno, sin la cual, se convocarán nuevas elecciones a finales de junio.

Los sondeos auguran que unos nuevos comicios no servirían para desbloquear la situación, ya que la relación de fuerzas se mantendría igual. Un acicate para todos los partidos para dar con un acuerdo por ahora impensable.

En Cataluña, los independentistas lo hicieron en enero, evitando in extremis una vuelta a las urnas.

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