Los rumanos divididos por la condena e intentó de suicidio de Nastase

  • La condena a dos años de cárcel por corrupción del exprimer ministro rumano Adrian Nastase y su dramática reacción dividen a la opinión pública en Rumanía, conmocionada por el frustrado intento de suicidio del político, quien fue operado hoy y cuya vida no corre peligro.

Marcel Gascón

Bucarest, 21 jun.- La condena a dos años de cárcel por corrupción del exprimer ministro rumano Adrian Nastase y su dramática reacción dividen a la opinión pública en Rumanía, conmocionada por el frustrado intento de suicidio del político, quien fue operado hoy y cuya vida no corre peligro.

Para unos la sentencia es ejemplar y un hito en la lucha contra la corrupción en Rumanía, para otros, supone la culminación de una implacable persecución política contra el que fue el jefe del Gobierno socialdemócrata en el periodo de 2000 a 2004.

Aún no había habido tiempo de celebrar la condena, o de clamar contra el atropello, cuando cerca de la medianoche del miércoles saltó la noticia: Adrian Nastase se había disparado en la garganta con una pistola.

Nastase, de 62 años, intentó suicidarse anoche cuando la Policía acudió a su domicilio para llevarlo a prisión.

Sólo la intervención de uno de los agentes, que logró desviar el arma cuando Nastase se apuntaba a la cabeza, salvó la vida del exprimer ministro.

Una multitud de periodistas y cámaras de televisión esperaba en la calle la salida del político socialdemócrata esposado, que tiene abiertos otros dos procesos por abusos.

Nastase fue operado hoy y se encuentra en buen estado. Su vida no corre peligro y no tendrá secuelas del disparo, sólo cicatrices, según los médicos que le atienden.

El exprimer ministro se encuentra en arresto y en tratamiento psiquiátrico, en el hospital de Bucarest en que pasará los próximos quince días.

El intento de suicidio es el último episodio de un culebrón que empezó hace tres años con el juicio, en el que Nastase fue acusado de haber utilizado su influencia para financiar de manera ilegal su campaña a las presidenciales de 2004, cuando acababa un mandato de primer ministro que duró cuatro años.

El caso de Nastase ha sido para las instituciones de la UE en Bruselas un termómetro de los esfuerzos del actual presidente rumano, Traian Basescu, de centro-derecha, para terminar con la impunidad de la clase política en Rumanía, un país con graves problemas de integridad entre sus dirigentes.

La condena a Nastase es la primera a un exprimer ministro en los casi 23 años de democracia postcomunista en Rumanía, y es considerada por buena parte de la sociedad civil un precedente importante para el buen funcionamiento de la Justicia en el país balcánico.

Mientras, el propio Nastase ha proclamado siempre su inocencia y acusa a Basescu de haber orquestado un juicio político en su contra.

Varios políticos del gubernamental Partido Socialdemócrata (PSD) al que pertenece Nastase han denunciado la "humillación" que ha supuesto para el político todo el proceso, y han criticado su condena "sin pruebas".

El primer ministro y discípulo de Nastase, Victor Ponta, visitó anoche a su mentor en el hospital, y se preguntó ante la prensa si "el presidente Basescu se sentirá feliz" tras el intento de suicidio de Nastase.

Político brillante e inteligente, Nastase es considerado un primer ministro eficaz que encarriló la adhesión de Rumanía a la UE y lideró una etapa de crecimiento económico.

Pocos discuten sin embargo su control omnímodo del Estado y sus intentos de someter a la prensa crítica.

La esperada imagen de Nastase camino de prisión dio paso, para sorpresa de los rumanos, que lo pudieron ver por televisión, la salida de su casa en camilla, minutos después de que intentara acabar con su vida en presencia de la policía y su familia.

La condena y los trágicos hechos de anoche vienen en plena guerra abierta entre el presidente liberal Basescu y el primer ministro Victor Ponta, y podrían crispar aún más la agria relación entre los dos dirigentes.

De momento Basescu calla, pero la guerra política podría recrudecerse hasta las elecciones legislativas de noviembre, en las que Ponta espera revalidar su mandato.

Si lo consigue, seguirá la tormentosa cohabitación, pues el mandato de Basescu es hasta 2014.

Previsiblemente, Nastase seguirá el recuento electoral desde la cárcel.

Mostrar comentarios