Mientras Miami se abre a Cuba, autoridades siguen negadas al acercamiento

  • Las autoridades de Miami cerraron la puerta a un eventual consulado cubano, en una muestra de su continuo rechazo al deshielo entre Washington y La Habana, en contraste con el sentimiento de la población del enclave histórico de los cubanos en Estados Unidos, más abierto al acercamiento.

Los comisionados del condado de Miami-Dade, que abarca a Miami, aprobaron el miércoles por amplia mayoría una resolución en la que rechazan de plano la posibilidad de una sede diplomática cubana en la ciudad del estado de Florida (sureste), donde reside la mitad de la diáspora isleña de dos millones de personas en Estados Unidos.

Muchos habitantes de Miami "huyeron de la opresión e injusticia" del gobierno cubano, por lo que un consulado de la isla comunista "podría exacerbar pasiones y crear riesgos de inseguridad", señala el texto, propuesto por el comisionado Esteban Bovo, hijo de un veterano de la frustrada invasión de Bahía de Cochinos de 1961.

En definitiva Washington tiene la palabra final sobre dónde se instalan sedes diplomáticas, pero el alcalde de Miami, el cubano-estadounidense Tomás Regalado, amenazó ya con acudir a los tribunales para pedir la clausura de un consulado si es abierto.

Regalado es ejemplo del liderazgo político en el sur de Florida: en su mayoría, desde los representantes en el Congreso en Washington, hasta alcaldes y legisladores estatales, son conservadores que rechazan al acercamiento iniciado en diciembre de 2014 por Cuba y Estados Unidos, tras medio siglo de enemistad.

Dentro del proceso, La Habana y Washington reabrieron sus embajadas en julio de 2015, sellando la apertura de las relaciones diplomáticas, y el gobierno de Barack Obama relajó algunas restricciones comerciales y de viajes hacia la isla.

Pero el liderazgo político del sur de Florida no está convencido.

"El presidente promociona sus esfuerzos de normalización, pero lo que no le escuchamos decir es que los hermanos Castro continúan deteniendo, arrestando y golpeando a las Damas de Blanco y otros líderes pro-democracia", señaló Ileana Ros-Lehtinen, representante republicana de un área de Miami-Dade en el Congreso estadounidense.

Más allá del verbo pugnaz de los representantes políticos, la ciudad de Miami, que en décadas anteriores fue epicentro de multitudinarias protestas anticastristas, ha seguido su vida cotidiana sin sobresaltos desde que se anunció el acercamiento.

Ello responde al cambio demográfico en la población cubano-estadounidense, que desde hace algunos años, según encuestas, favorece mayores contactos entre los antiguos enemigos y posturas menos intransigentes, a medida que han ido menguando las primeras generaciones llegadas tras la revolución, más radicales.

El último sondeo anual de la Florida International University mostró que 68% de los cubano-estadounidenses en Miami favorecía las relaciones diplomáticas.

Otro estudio, divulgado en diciembre por la empresa Bendixen & Amandi International, indicó que a nivel nacional un 56% de los cubano-estadounidenses respaldan el acercamiento iniciado por Obama, frente a un 36% que lo rechaza.

La brecha generacional salta a la vista: entre los mayores de 65 años, el apoyo cae a 41%, pero en el grupo entre 18 y 49 años es de 77%.

Entonces, ¿por qué si la población cubana-estadounidense favorece el acercamiento, sus líderes no?

La explicación está en las urnas, dice el analista Sebastián Arcos.

"La mayoría de los que están a favor del acercamiento, son cubanos que llegaron en épocas más recientes, y en su mayoría o no son ciudadanos o si son ciudadanos, no votan", indica el subdirector del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Florida Internacional University (FIU).

"Aunque la mayoría de la población está a favor del acercamiento, los representantes y los políticos electos de esta comunidad siguen siendo mayormente conservadores, porque son votados por conservadores", que sí acuden a votar, señala.

Lo que es evidente es que Miami ya dejó de ser la ciudad que se sobresaltaba cada vez que ocurría algo en la isla.

"La comunidad ha evolucionado, eso es indiscutible, no solo demográficamente sino de manera política o cívica. Los cubanos somos capaces en este pueblo de tener diferencias fundamentales de opinión con respecto a Cuba y discutir esas diferencias sin necesidad de irnos a las manos, la época de las bombas se acabó", concluye Arcos.

du/hov

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