Un “no” que significa “ya veremos”

  • El espectáculo postelectoral venía pareciéndose al gilifútbol que practican algunos equipos, como la selección española en sus últimas versiones

    Por fin el PSOE ha zanjado el sopor y ha lanzado la pelota al área para que la remate alguien, que no puede ser otro que Mariano Rajoy.

Sánchez trasladará a Obama su disposición a ampliar la colaboración entre España y EEUU
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EUROPA PRESS
Justino Sinova

El Partido Popular quería que el Partido Socialista al menos se abstuviera en la investidura mientras ninguneaba a Ciudadanos, cuyo líder, Albert Rivera, competía con Pedro Sánchez en transferirse la patata caliente de apoyar un Gobierno popular, al tiempo que éste, el socialista, amagaba a ratos con el galanteo a Podemos. El espectáculo postelectoral venía pareciéndose al gilifútbol que practican algunos equipos, como la selección española en sus últimas versiones, consistente en pasarse monótonamente el balón en tierra de nadie esperando que alguien inicie una jugada. Por fin el PSOE ha zanjado el sopor y ha lanzado la pelota al área para que la remate alguien, que no puede ser otro que Mariano Rajoy.

Efectivamente, el Comité Federal socialista ha acordado votar “no” a Mariano Rajoy lo que le coloca ante la necesidad de intentar una mayoría suficiente, aunque no sea absoluta, para formar Gobierno. Descartada cualquier posibilidad de gran coalición (el acuerdo estable de PP y PSOE para gobernar), el líder popular es impelido a buscar la colaboración de Ciudadanos que, junto con la ya acordada de Coalición Canaria, daría una base al Gobierno de 170 diputados (137+32+1), mayoría relativa que los socialistas no podrían rechazar frontalmente. El “no” del PSOE a la investidura de Rajoy es una apuesta ritual versátil, que se trasformará en una abstención o una ausencia de un grupo de diputados para que gane la investidura en segunda votación.

El PSOE no ha dicho textualmente que “ya veremos” si Rajoy presenta en el Parlamento un apoyo superior a sus 137 diputados, pero lo ha sugerido al rechazar el contratiempo de unas terceras elecciones. Los socialistas no quieren ser los causantes de tal fracaso, que haría esperar seis meses más el advenimiento de una solución, y ante la imposibilidad de un Gobierno de Sánchez, que necesitaría contar con populistas e independentistas, harían lo máximo para apoyar un Gobierno popular comprometiéndose lo mínimo, o sea, una abstención lo más exigua posible vendiéndola como un sacrificio. A la dirección federal le horroriza el riesgo de perder aún más apoyo popular y necesita recuperar la vitola de partido de gobierno. Inmediatamente después será el momento de pedirle cuentas a Sánchez.

En contra de lo que pudiera parecer, esta vez el “no a Rajoy” está lejos de ser un cerrojo; es provisional pues al mismo tiempo se rechaza una nueva convocatoria de elecciones. Rajoy va a poder formar Gobierno con la abstención del PSOE si se presenta en el Congreso con el apoyo de Ciudadanos, de tal manera que el trance al que se enfrenta el líder popular es el de convencer a Albert Rivera. El acuerdo PP-C’s no tendría que ser tan difícil, pues sus programas son intercambiables en gran parte, pero Rivera cometió un error de párvulo al insistir en vetar a Rajoy y por las entrañas del PP vaga un cierto resquemor contra quienes pudiendo ser socios le han restado liderazgo. Errores de principiante y sinsabores de veteranos no pueden impedir resolver el urgente problema que tiene ahora España. Además, pobre de quien cargara con la culpa de unas nuevas elecciones. Gobernará Rajoy. Y las pasará moradas; pero ese es otro tema para más adelante.

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