Pakistán desmiente que su política exterior esté a la venta

  • El Gobierno de Pakistán se ha visto obligado a desmentir que su política exterior este en venta después de haber recibido una millonaria ayuda de Arabia Saudí que, según numerosos analistas, tiene contrapartidas diplomáticas ocultas.

Pau Miranda

Islamabad, 24 mar.- El Gobierno de Pakistán se ha visto obligado a desmentir que su política exterior este en venta después de haber recibido una millonaria ayuda de Arabia Saudí que, según numerosos analistas, tiene contrapartidas diplomáticas ocultas.

"Podemos estar seguros de que esto no es una limosna, sino el pago de unos servicios prestados o debidos", dijo esta semana el diario Dawn el columnista Zarrar Khuhro en una pieza titulada "Desde Arabia Saudí, con amor".

"El Gobierno de Nawaz Sharif no ha recibido este dinero solo porque la cae bien a los saudíes, sino porque creen que les puede resultar útil como parte de algún trato", añadió el columnista.

Entre los "servicios", el analista sugiere el apoyo a la política saudí en Siria, la contención militar contra los talibanes (que abogan por la visión integrista suní del islam que promueve Riad), o ayuda para aislar a Irán, rival ideológico y religioso de los saudíes.

Primeras espadas del Ejecutivo paquistaní, incluido el primer ministro, Nawaz Sharif, y los responsables de Finanzas y Exteriores, Ishaq Dar y Sartaj Aziz, han salido al paso de las críticas lanzadas desde medios y oposición sobre el coste político que pueden acarrear los 1.500 millones de dólares "regalados" por Arabia Saudí.

Aziz defendió en el Senado que el obsequio saudí no tiene relación con el viraje de la postura paquistaní sobre Siria, ahora alineada con Riad, ni con un posible envío de armas a los rebeldes sirios, aunque reconoció que se venderán armas al reino árabe.

"Debemos mantener en equilibrio en nuestras relaciones con Irán y con Arabia Saudí", afirmó según la prensa local el veterano miembro del Gobierno, intentando lidiar con un asunto que revela en toda su complejidad el entramado de intereses de Oriente Medio.

El analista Ahmed Rashid recordó en entrevista con Efe que la rivalidad entre Irán y Arabia Saudí, que parte desde la revolución islámica iraní en 1979, es uno de los ejes que definen toda la tectónica geostratégica de placas en Oriente Medio.

A pesar de las afirmaciones de que no ha habido "ningún giro de 180 grados" en la política paquistaní sobre Siria, Islamabad defiende desde hace poco la conveniencia de un Gobierno de transición, es decir, de la salida de Bachar al Asad.

Esa postura, defendida por Arabia Saudí, difiere de la neutralidad que, con un discurso más bien plano, habían sostenido las autoridades paquistaníes desde el inicio de la crisis en Siria.

Según analistas locales e internacionales, Arabia Saudí ha tensado los estrechos lazos con Pakistán en un momento de zozobra para el reino saudí, cuestionado incluso en el habitualmente monolítico Consejo de Cooperación de Golfo (CCG), que reúne a las monarquías del Pérsico.

"Catar, Irak, Irán y Turquía emergen como contrapesos al dominio saudí tradicional en el mundo islámico", escribió esta semana el columnista Ummekulsum Imam en el Dawn.

La llamada a filas de Pakistán respecto a Siria es innegable para analistas de la talla de Ahmed Rashid o del iraní Vali Nasr, exasesor de la administración Obama que en una reciente conferencia en la ciudad de Lahore planteó como evidente el giro de Islamabad.

El acercamiento se ha visualizado en las inusuales visitas a Pakistán este año del ministro saudí de Exteriores, el príncipe Saud al Faisal y, sobre todo, del heredero saudí, Salman bin Abdelaziz.

A los lazos históricos entre dos importantes estados islámicos se une la cercanía personal del actual primer ministro, Nawaz Sharif.

En su primera etapa como primer ministro, Sharif fue apartado del poder el 1999 por el jefe del Ejército, Pervez Mushárraf, y fue acogido por Arabia Saudí en un exilio de casi una década.

En ese tiempo, el mandatario paquistaní forjó una sólida vinculación con la casa de Saud, plasmada luego en el enlace de su hija Maryam con un miembro de la realeza árabe.

Pero el principal acicate de Islamabad para virar y alinearse con Riad tiene que ver con el crítico estado de sus arcas.

Con unas reservas de divisa extranjera siempre al limite de lo soportable por la depauperada economía local Pakistán necesita dólares como agua de mayo para pagar las facturas, especialmente la de la luz, es decir la de los hidrocarburos para producirla.

El reino árabe alberga la mayor colonia paquistaní en el extranjero, un millón y medio de trabajadores que el año pasado enviaron a su país la nada desdeñable cantidad de 3.000 millones de dólares.

Y por si fuera poco, Arabia Saudí es el segundo donante neto a Pakistán, por detrás solo de EEUU, y ahora ha hecho a su país amigo "un regalo digno del Libro Guiness", según dijo en sede parlamentaria el jefe de la oposición, Khurshid Ahmed Sha.

Columnistas como Ummekulsum Imam han comparado la polémica generada por las ayudas estadounidenses con el agrado con el que ha recibido Islamabad el generoso obsequio árabe.

"Las condiciones (de la ayuda estadounidense) fueron en gran parte explicadas y debatidas abiertamente. Pero hubo acusaciones del que (el entonces gobernante) Partido Popular había vendido el país y cometido traición", dice la pieza de Ummekulsum Imam.

Según el columnista, "se ve que algunos dólares son más 'halal' (pecaminosos) que otros". EFE

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(Recursos de archivo en www.fototeca.com Código 6560248 y otros)

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