Así suena la verdadera voz de los sirios

  • Cinco personas, cinco historias y cinco realidades. El día a día sigue en Damasco, los sirios opinan a favor y en contra de la revolución, sobre cómo les afectan las manifestaciones y la posición del Gobierno.
Cinco personas, cinco historias y cinco realidades. El día a día sigue en Damasco, los sirios opinan a favor y en contra de la revolución.
Cinco personas, cinco historias y cinco realidades. El día a día sigue en Damasco, los sirios opinan a favor y en contra de la revolución.
EFE
GlobalPost, Damasco (Siria) | GlobalPost

Cuando preguntas a los sirios, muy pocos han oído hablar sobre el bulo relativo a una bloguera lesbiana de Damasco llamada Amina Arraf, que fue creada por un hombre estadounidense que vive en Escocia. No es algo importante para ellos.

Están demasiado ocupados siguiendo de cerca las protestas, viendo las maniobras de supervivencia del Gobierno e intentando asegurarse de que sus amigos y familiares están a salvo.

Sin embargo, la historia de Arraf ha copado desde hace unos días los titulares de todo el mundo relacionados con Siria. Como el número de muertos empieza a parecer repetitivo, Arraf proporcionaba a los periodistas una bonita protagonista para representar al pueblo oprimido de Siria.

Ella también era ficción.

No obstante, el engaño recordó a los pocos periodistas que viven en Siria la importancia de buscar voces individuales, para que la gente en el extranjero pueda identificarse con los seres humanos reales que viven dentro de un país que está tan sumido en el suspense, la desinformación y la violencia.

A continuación exponemos cinco perfiles de sirios, que representan aspectos muy diferentes de la población. Hemos cambiado sus nombres para proteger su identidad.

El médico

"A veces, con todo lo que está sucediendo ahora, pongo en duda mi decisión de quedarme aquí", explica Burhan Hatoom, un cardiólogo de 28 años que trabaja en un hospital de Damasco. "No tengo ni idea de lo que me deparará el futuro ahora. Al mismo tiempo, sé que puedo hacer el bien si me quedo aquí.  En este momento, este país necesita médicos".

Mientras sorbía su fría cerveza libanesa al-Mazeh en un café de la calle de la ciudad vieja de Damasco, Hatoom reflexionaba sobre las limitadas perspectivas de su futuro. Como miembro de la secta minoritaria de los drusos, que alcanza el medio millón, comentaba que se siente "amenazado" por la perspectiva de un cambio de régimen que pudiera dar más poder a la mayoría suní del país. Así que quiere salir de Siria. Pero sus padres y cuatro hermanos viven juntos en un apartamento en Jaramana, un barrio residencias a las afueras de Damasco.

El soldado

Cuando Ammar Al-Saadi salió de su barrio sunita en Damasco para comenzar su servicio militar obligatorio en noviembre, dijo con un suspiro: "Muchas personas se esfuerzan demasiado para evitarlo, yo simplemente voy a hacerlo".

A los 20 años, no tenía ninguna convicción política firme, ni a favor ni en contra el Gobierno, estaba más centrado en lo inmediato, ayudar a sus vecinos con las reparaciones en sus casas, trabajar como mensajero y cuidar de su madre viuda.

Así que Al-Saadi dejó su casa y su trabajo para comenzar su formación militar. Cuatro meses después, estaba en Derá como parte de la ofensiva militar contra la población civil de ese lugar.

"Hay muchos problemas aquí. Seguimos diciendo a la gente: Esto está prohibido, debes dejar de hacerlo, pero simplemente no te escuchan. No sabemos qué hacer", dice con voz suplicante.

En lugar de lamentar la experiencia o de dar más detalles (a través de una línea de teléfono que podría estar controlada por las fuerzas de seguridad Siria), terminó la conversación insistiendo: "Si necesitas algo, me lo dices y te enviaré a mi hermano para que te ayude".

El aldeano

Más allá de la carretera vacía que conduce al norte de Damasco, salpicada de vez en cuando por algún camión, un puesto de control militar y un mosaico al borde de la carretera del fallecido presidente Hafez-al Asad, se encuentra Bloudan. La ciudad está ubicada en el punto más alto de Siria, con vistas a la montaña, tanto hacia los Altos del Golán. ocupados por Israel como del Líbano, visible desde su precipicio.

Joseph Skaf, de 23 años, es un joven residente. Tarda 50 minutos cada día en ir hasta su trabajo como contable en Damasco. Es cristiano, pero la ciudad es principalmente suní y dice que tanto él como sus vecinos no se sienten "afectados" por las protestas a pequeña escala en la ciudad de Zabadani en el valle que hay debajo.

"Todo está bien aquí", insiste, a pesar de que las villas de verano que hay en su ciudad que pertenecen a los residentes del Golfo que buscan escapar del calor agobiante de su región están vacías este año.

"La mayoría de los sirios quieren que las cosas sigan igual", afirma.

El activista

"Estoy feliz de que esté ocurriendo el cambio que era tan necesario", dice, al mismo tiempo que se siente preocupado por la seguridad de sus amigos y de su familia. Este traductor, de 25 años, vive en Barzeh, un barrio descontento del norte de Damasco.

"Mira a tu alrededor en esta habitación", dice una tarde mientras señala a sus amigos. "Kurdo, alauí, suní… ¿fitna?, ¿qué es fitna? pregunta, refiriéndose a la palabra árabe utilizada para hablar de la lucha sectaria, que el régimen ha utilizado para potenciar el miedo de las consecuencias potenciales que podría tener la caída del régimen.

Varios de sus amigos han sido arrestados y torturados. Sin embargo, siguen comprometidos con el movimiento. Aunque Darwish no asiste a las manifestaciones, apoya las figuras de la oposición y está constantemente publicando en Facebook vídeos y artículos de opinión.

La escéptica

Leila Haddad, de 27 años, trabaja en el departamento de limpieza del Hotel Sheraton de Damasco. Ahora, con la ocupación hotelera prácticamente bajo cero, no tiene trabajo y la mayoría del tiempo permanece en su pequeña casa del barrio cristiano de la vieja ciudad de Damasco.

"¿Por qué hacen esto?", se pregunta Haddad, que es la hija mayor de la familia. "Sabemos que hay problemas, pero éste no es el camino".

Dice que quiere que las cosas se queden como están. "Las cosas estaban mejor antes de que todo esto empezara", afirma.

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