Periodistas en el Magreb sufren presiones políticas, sociales y empresariales

  • El ejercicio del periodismo en el Magreb se encuentra limitado por numerosas presiones políticas, pero también sociales y empresariales que merman la libertad de expresión, según los testimonios ofrecidos hoy en Rabat por varios periodistas de la región.

Rabat, 3 may.- El ejercicio del periodismo en el Magreb se encuentra limitado por numerosas presiones políticas, pero también sociales y empresariales que merman la libertad de expresión, según los testimonios ofrecidos hoy en Rabat por varios periodistas de la región.

En un foro organizado por la UNESCO con ocasión del Día Mundial de la Libertad de Prensa, los conferenciantes pusieron de relieve cómo las esperanzas traídas por la "primavera árabe" han tenido muy distinta traducción según en qué países, y en general consideraron que las libertades han experimentado pocas mejoras.

El cuadro más pesimista lo dibujó la bloguera tunecina Emma el Hammi, quien desmintió la percepción exterior de que la prensa esté totalmente liberada en su país, ya que por un lado "persiste todo un arsenal de leyes liberticidas de la época de Ben Ali que no han sido derogadas" y que prevé castigos a periodistas por delitos muy vagos y por ende interpretables.

A ello el clima de acoso que sufren muchos reporteros por ser críticos con el gobierno y que luego sufren ataques en la calle: 32 registrados en febrero y 16 en marzo -según datos de un Observatorio de la prensa tunecina-, además de las frecuentes amenazas de muerte procedentes mayormente de sectores islamistas.

El Hammi lamentó que gobierno no haga lo suficiente para proteger a los periodistas, bien al contrario, ya que uno de los partidos de la mayoría ha presentado un proyecto de ley que restaura las penas de prisión por 12 delitos distintos de prensa, lo que a su juicio es una regresión a prácticas de la dictadura.

La periodista argelina Malika Boussouf, que estuvo amenazada de muerte por grupos islamistas en los años noventa, afirmó que su país cuenta con "una democracia de fachada", que se traduce en que "nunca antes hemos tenido tantos proceso de difamación, tantas multas, tantas penas de cárcel".

Según Boussouf, el incipiente clima de libertades creado en Argelia a principios de los noventa se tradujo en la prensa más libre del mundo árabe (en su versión escrita), pero tras el golpe de estado y la posterior guerra no declarada entre el Estado y los grupos islamistas, los periodistas están entre quienes pagan un precio más alto.

Los noventa fueron un "decenio negro" para la prensa argelina, y la apertura llegada en 2011 trajo una especie de "multipartidismo cocinado a la argelina" donde los límites en que se mueven los periodistas no están claros y son constantemente objeto de persecución judicial, sostuvo la reportera.

Por su parte, el marroquí Dris Ksikes, experiodista en medios de vanguardia y hoy una especie de "agitador cultural", trazó un panorama menos desolador que el de los países vecinos, pero mostró cómo los periodistas marroquíes sufren presiones que van más allá de las "líneas rojas" (Dios, patria, rey) que no pueden criticar.

Según él, los medios no estatales sufren presiones económicas mediante la retirada de la publicidad (institucional o privada) o de prácticas de clientelismo que ligan las subvenciones a contenidos "políticamente correctos", además de que la Justicia tiene un comportamiento coyuntural por el cual aplica, según criterio del juez, el código penal o el de prensa para los periodistas.

El resultado, según Ksikes, es que la prensa marroquí vivió un momento de esperanza entre 1997 y 2004 (los últimos años del reino de Hasán II y los primeros de Mohamed VI), pero el periodismo de investigación capaz de traspasar tabúes "está ahora en neta regresión", en parte también "por el comportamiento de los propios directores de los medios".

Otro punto de vista, también dentro del pesimismo, lo aportó Hasan Rachidi, del Centro Doha para la libertad de prensa, quien deploró la escasa o nula atención que las empresas periodísticas árabes prestan a la seguridad de sus reporteros, sobre todo cuando cubren situaciones de riesgo.

Según Rachidi, la única excepción es la cadena Al Yazira, que facilita a sus reporteros un entrenamiento preciso para moverse en escenarios de peligro, pero el 95 % del total de periodistas árabes carece de este entrenamiento, pese a que el mundo árabe (por culpa de la guerra en Siria, sobre todo) ha sido la región del mundo con más periodistas muertos (44) en 2012, según sus cifras.

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