Piñera se despide con logros macroeconómicos y un discreto apoyo ciudadano

  • El presidente chileno, Sebastián Piñera, que termina su gobierno con un destacado balance macroeconómico, se despide en cambio del poder con un discreto apoyo ciudadano.

Gerard Soler

Santiago de Chile, 12 nov.- El presidente chileno, Sebastián Piñera, que termina su gobierno con un destacado balance macroeconómico, se despide en cambio del poder con un discreto apoyo ciudadano.

La buena marcha de la economía y la aprobación de algunas leyes y proyectos relevantes no han sido suficientes para elevar la popularidad de Piñera, el primer gobernante conservador en llegar a La Moneda desde la recuperación de la democracia.

El célebre rescate de los 33 mineros de Atacama, en octubre de 2010, disparó la aprobación del mandatario, aunque fue un episodio efímero y poco después la valoración ciudadana se desplomó de nuevo.

Durante su mandato, Piñera ha tratado de dar un nuevo aire a la derecha chilena y alejarla del legado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

Incluyó en su gabinete a varios ministros con un perfil más técnico que político y no dudó en tomar decisiones con las que ningún gobierno anterior de la Concertación - la alianza de centroizquierda- se atrevió, como subir los impuestos a las empresas y cerrar una lujosa cárcel militar para violadores de los derechos humanos.

Todo esto con una economía que navegó viento en popa y unos indicadores macroeconómicos que situaron a Chile como uno de los países más prósperos de América Latina.

El Producto Interno Bruto (PIB) creció a una tasa promedio cercana al 6 %, la inversión extranjera aumentó año tras año y el desempleo bajó a menos del 6 %.

Piñera defiende además que ha creado cerca de 800.000 nuevos empleos desde 2010 y presume de haber reconstruido prácticamente todo lo que el terremoto y el tsunami arrasaron el 27 de febrero de 2010, pocos días antes de que él asumiera el poder.

En el plano político, ha impulsado la ampliación de tres a seis meses del periodo de permiso posnatal para las madres y ha promulgado leyes para reformar el sistema electoral, como la que establece elecciones primarias para candidatos presidenciales o la inscripción automática en los registros electorales y el voto voluntario.

Uno de los momentos en que Piñera asumió más protagonismo político fue en septiembre pasado con la conmemoración de los 40 años del golpe de Estado que derrocó al presidente Salvador Allende.

El mandatario quiso desmarcarse de la derecha tradicional e incluso habló de "cómplices pasivos" para referirse al rol de algunos políticos de su coalición durante la dictadura militar.

Las críticas desde los sectores más derechistas de Renovación Nacional (RN) y la Unión Demócrata Independiente (UDI) no se hicieron esperar y la polémica salpicó a la candidata oficialista Evelyn Matthei, hija de un general retirado que formó parte de la junta militar de Pinochet.

Respecto a la baja popularidad de Piñera, no hay una única razón que la explique, aunque los analistas coinciden en apuntar a falta de carisma como un elemento fundamental.

Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, planteó recientemente en una columna en el diario "El Mercurio" que podría ser que Piñera "haya hecho un buen gobierno pero haya sido un mal presidente".

"Para ser un buen presidente no es suficiente la sagacidad y la astucia felina. Se requiere la capacidad de conectar con las mayorías, de empatizar con ellas", decía.

Otro columnista, Héctor Soto, consideró en "La Tercera" que uno de los errores del mandatario fue tratar de emular y superar la proximidad ciudadana de la expresidenta Michelle Bachelet, ahora candidata opositora y favorita en todas las encuestas para ganar el próximo domingo.

Pero el rechazo ciudadano que le ha acompañado no parece haber apeado a Piñera de la idea de la reelección.

Así, en varias ocasiones ha dicho que cuando entregue el cargo en marzo de 2014 no retomará su faceta de empresario, sino que seguirá vinculado a la política desde una fundación y un centro de estudios.

En cuanto a volver a presentar su candidatura, hipotéticamente en 2017, ha dicho que no deja de ser una alternativa, pero todavía es muy pronto para pensar en ello.

Claro que sus opciones dependerán también de cómo quede la derecha en las parlamentarias del domingo y de los nuevos liderazgos que podrían surgir en ella, si, como vaticinan todos los sondeos, Bachelet gana ahora la carrera presidencial.

Como señala Soto, la campaña "está dejando muchas cuentas pendientes y no hay que ser adivino para anticipar que al presidente se las van a cobrar".

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