La corrupción no es cosa de la España de hoy: el primer pelotazo urbanístico fue ¡en 1601!

  • El Duque de Lerma, padre la corrupción en nuestro país, valido del rey Felipe III, cambió dos veces la capitalidad de España (de Madrid a Valladolid y vuelta a Madrid) en apenas seis años para llenarse los bolsillos.

    Cuando se destapó su corrupción se hizo con el rojo capelo de cardenal (la iglesia tenía entonces inmunidad) para evitar la horca y el pueblo le cantaba esta coplilla: "Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se viste de colorado".

La corrupción no es cosa de la España de hoy: el primer pelotazo urbanstico fue ¡en 1601!
La corrupción no es cosa de la España de hoy: el primer pelotazo urbanstico fue ¡en 1601!
Iñaki Etxarri

Filesa, BOE, 'Flick, 'Juan Guerra', Roldán, Gürtel, Malaya, Bárcenas, ERE, Bankia, tarjetas 'black'... en los últimos 40 años las palabras España y corrupción han estado íntimamente ligadas. Cohechos, tráfico de influencias, malversación de caudales públicos y, sobre todo, ¡pelotazos urbanísticos! Unos pelotazos urbanísticos que, a diferencia de lo que podamos creer, no son cosa de estos tiempos modernos, ni de la época del ladrillo... que en la 'edad de piedra' ya se daban y 'haberlos, habíalos...!

Y es que para encontrar al padre de la corrupción en España; para toparnos con un especulador; con un político que utiliza su influencia y poder para provecho propio, hay que remontarse, nada más y nada menos, que a los ¡albores del siglo XVII! Se llamaba el hombre, Francisco Gómez de Sandoval-Rojas y Borja, más conocido como Francisco de Sandoval y Rojas (Tordesillas, 1553 – Valladolid, 17 de mayo de 1625), Duque de Lerma y valido (puesto de confianza por nombramiento directo del rey y que se ocupaba de las cuestiones de Estado) del rey Felipe III.

Su tío, Cristóbal de Sandoval, arzobispo de Sevilla, le había abierto las puertas de la Corte y él supo adular al entonces heredero, convertido luego en Felipe III a partir de 1598. Ya lo decía el nuncio del Vaticano en España por aquel entonces, el arzobispo de Rodas, dedicado a observar en nombre del Papa, "es el que aconseja y maneja al actual [rey], y de él", por el duque de Lerma, "depende el movimiento de todos los negocios". Felipe III no estaba interesado en el Estado ni en la política

Francisco de Sandoval y Rojas, primer Duque de Lerma, fue un auténtico maestro en la chanchullería y los pelotazos inmobiliarios, hasta el punto que llegó a cambiar la capital de España de ciudad con tal de llenarse los bolsillos. Ahí es nada. Y todo comenzó, ahora hace 416 años.

Felipe III 'el piadoso' (Madrid, 14 de abril de 1578-31 de marzo de 1621), Rey de España y Portugal desde el 13-9-1658 hasta su muerte era hijo y sucesor de Felipe II y Ana de Austria y, también, un monarca al que los asuntos de gobierno le daban un poco igual.

Para evitar dedicar su 'valioso tiempo' en estas cuestiones delegó muchas funciones en su valido el Duque de Lerma. Y es que el rey estaba preocupado por cuestiones ajenas a la política (el teatro, la pintura o la caza) y su valido, al que cedió en realidad todo el poder, ejerció como verdadero rey de España.La red clientelar del Duque de Lerma

El duque de Lerma se rodeó de un equipo de gente de su confianza y distribuyó los puestos más importantes de la corte entre miembros de su familia y amigos (¿a qué les suena?). Así logró formar una densa y oscura red clientelar que le aseguraba al de Lerma el control de todos los resortes de la Corona.

Habida cuenta de que el rey lo tenia en un altar y como el que dice 'comía en su mano', era cuestión de tiempo que empezase a hacer de las suyas. Así que, en 1601 hace ahora 416 años, convenció a Felipe III del traslado de la corte de Madrid a Valladolid, lo que se hizo efectivo el 9 de febrero de 1601, aunque claro, se ahorró el sutil detalle de que seis meses antes había comprado a precio de limosna toda una serie de terrenos y fincas en la capital pucelana.

La teoría fue que lo hacía por alejar al rey de la influencia de su abuela, María de Austria. Al rey fue suficiente con decirle que en Valladolid había mejores campos para cazar. Pero la realidad era bien distinta… el propio enriquecimiento del Duque de Lerma.

Los solares, casas y terrenos que el duque había comprado en Valladolid, lógicamente, con la presencia de la corte, supusieron un pelotazo en toda regla.9 de Febrero 1601: Felipe III de España llega con su Corte a Valladolid, influenciado por su válido el Duque de Lerma. pic.twitter.com/HjWzfqbTVL— Imperio Español (@Imperio_e) 9 de febrero de 2017

Compró por 80.000 maravedíes y vendió por ¡55 millones!

Así, vendió a la corona la zona conocida como Huerta de la Ribera, por eso hoy se llama la Huerta del Rey. El valido no dudó en vender algunos de sus terrenos, tales como el citado Huerto de la Ribera o la casa del marqués de Camarasa, a la mismísima Corona por el "módico" precio de 30 millones de maravedíes y 55 millones respectivamente. 'Negociazo' redondo, y más si tenemos en cuenta que la casa del marqués le costó al duque de Lerma la 'desorbitante' cifra de... ¡80.000 maravedíes! El duque y su 'jugada maestra', un manual de corrupción

Pero la verdadera jugada maestra del Duque no iba a tardar en propucirse: El 30 de enero de 1606 la corte regresaba a Madrid. Madrid negoció la vuelta de la corte con el duque de Lerma, tras pactar un sustancioso 'donativo' de 250.000 ducados (unos 93 millones de maravedíes). De esta cantidad se entregó una tercera parte al valido del rey y el resto a la Corona.

Además, y en connivencia con el alcalde de Madrid, el duque había hecho alguna 'pequeña inversión' (con las plusvalías, no sé si entonces se llamarían así, de sus negocios en Pucela) cuando los precios habían caído en Madrid tras el traslado a Valladolid que, ¡qué casualidad!, volvieron a dispararse con el regreso de la Corona.

La operación es magistral y, sin duda, el paradigma de la corrupción. De manual.  Durante su estancia en Valladolid, Madrid se había devaluado fuertemente debido, justamente, a que la Corte se había desplazado a aquella ciudad y la actividad real, administrativa y comercial de Madrid había casi desaparecido. Conocida esta circunstancia -que había sido propiciada por él mismo-, el valido aprovechó entonces para invertir parte de la gran fortuna obtenida con el pelotazo vallisoletano en terrenos, palacios y fincas madrileñas a precio de ganga. ¿Cómo hacer rentable aquella inversión? Sencillo: devolviendo la Corte a Madrid. 

El Duque se llena los bolsillos

El ambicioso valido, de esta forma, se llenó los bolsillos de forma brutal, hasta convertirse en el hombre más rico de España, a costa de las idas y venidas de la Corte, hasta el punto que entre otros palacetes y edificios ducales, se construyó en Madrid un palacio, el Palacio de los Consejos (antigua sede de la Capitanía General del Ejército y actual ubicación del Consejo de Estado), que superaba en dimensiones al mismísimo Real Alcázar de Madrid, palacio real del momento.La corona, arruinada, suspende pagos

La corrupción y el nepotismo campaban con total descaro de la mano del de Lerma (realmente era nacio en Tordesillas y su familia había adquirido notoriedad al ser la custodia de Juana la Loca en su confinamiento tordesillano) y desangraban económicamente a una Corona que ya estaba de capa caída desde finales del reinado de Felipe II, llegando inclusio a la suspensión de pagos de la deuda exterior en 1607. Sin embargo...

El  Duque de Lerma se generó dentro de la Corte muchos enemigos. Uno de estos enemigos fue la propia mujer de Felipe III, la reina Margarita, la cual, junto con el mismísimo hijo del Duque de Lerma -que ansiaba la fortuna de su padre- y otros nobles (caso del que luego sería valido del cuarto de los felipes, el conde duque de Olivares), afectados por las marrullerías del duque, acabaron por destapar todo el entramado mafioso y corrupto del valido del rey.El duque de Lerma, gran amigo corrupto de Felipe III, para no ser ahorcado en la Plaza Mayor se hizo nombrar cardenal.#TicTacUrdangarinM4— Suso Alonso (@Somos_Pueblo_) 20 de febrero de 2017Se hace cardenal para huir de la justicia

En 1621, el segundo de a bordo del valido, Rodrigo Calderón de Aranda, fue ejecutado en la Plaza Mayor de Madrid, y el Duque de Lerma, para no seguir los pasos de su subalterno, se retiró de la vida pública -aconsejado por Felipe III, el cual mantuvo la confianza en él hasta el último momento- viéndose obligado a meterse a cardenal para, así, eludir la justicia, ya que el clero disfrutaba de inmunidad en aquella época. Francisco de Sandoval y Rojas, primer Duque de Lerma, acabó muriendo, aislado y con su fortuna expropiada, en Valladolid en 1625.

Esta última jugada maestra, la de solicitar de Roma el capelo cardenalicio, que se le concedió en 1618, motivó que en las calles de toda España se cantara una coplilla que hacía referencia al color característico de los cardenales y la salvación que le había dado al duque: "Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se viste de colorado".

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