Refugiados afganos en Bruselas aconsejan a los tunecinos y a los libios que se queden donde están

  • En realidad no tienen el estatus de refugiados ni tienen asilo político, pero eso es a lo que aspiran y lo que -de momento- les ha negado la Justicia belga. Sin papeles ni trabajo legal posible ni condiciones dignas para vivir, algunos piensan que habría valido más arriesgar sus vidas en casa.
2.777 civiles perdieron la vida en el conflicto afgano en 2010, según la ONU
2.777 civiles perdieron la vida en el conflicto afgano en 2010, según la ONU
Teri Schultz, Bruselas (Bélgica) | GlobalPost

A pocas manzanas de la elegante Avenida Louise de Bruselas, cuyas tiendas de lujo están llenas de compradores, 120 afganos que han solicitado asilo viven en un edificio abandonado. Aquí, en el corazón de la Europa socializada que Paul Krugman definió recientemente como "la sociedad más decente de la historia humana", viven familias con niños sin agua, cocinas o baños. No tienen estatus legal, asi que no pueden trabajar. No tienen papeles, asi que no pueden sacar libros de la biblioteca.

Mientras los líderes de la Unión Europea están preocupados ante una nueva ola de solicitantes de asilo motivada por los recientes levantamientos en Oriente Medio y en el norte de África, este grupo de afganos les pide que tengan más consideración con la difícil situación que viven los que ya están atrapados aquí.

"Si hubiese sabido cuál iba a ser mi situación no habría venido aquí", asegura Mahja, de 36 años. "Hubiera preferido aceptar la muerte en mi país de origen".

Mahja, que una vez fue profesor en Afganistán, dice que estaba condenado a la muerte en su ciudad natal, en la provincia de Gazni, como ateo de la minoría hazara que vive en medio de una mayoría musulmana. No quiere dar su nombre real debido a que su temor se extiende incluso a Bruselas.Abbas, Nargis Ahmadi y sus tres hijos, junto con Alaui Mosen, su esposa y su hijo pequeño, todos sienten un desaliento similar.

Después de vender todas sus pertenencias en Afganistán, emigrantes como ellos pagan a los contrabandistas para que les cuelen en Europa, donde esperan que se comprenda la situación desesperada que viven en su país de origen, cuentan.

Todos dicen que no pueden regresar a Afganistán y creen fervientemente que deben ser calificados como "refugiados" según la Convención de Génova de 1951 sobre los refugiados, que protege a los que tienen un miedo fundamentado y son perseguidos por razones de raza, religión, nacionalidad o por ser miembros de un determinado grupo social u opinión política".

Si no es así, entonces creen que deberían recibir lo que se denomina un estatus de "protección subsidiaria", una categoría adicional implementada en el año 2006 por la Unión Europea para la gente que no reúne los requisitos para ser considerada refugiada pero puede demostrar que necesita asilo.Eso deja a las familias en un estado de limbo.

Las leyes de la Unión Europea requieren que las solicitudes de asilo se realicen en el primer país donde los inmigrantes lleguen o son detenidos. Para muchos inmigrantes ese país es Grecia, porque se cuelan por la frontera con Turquía. Pero Atenas está tan por debajo de los estándares mínimos internacionales sobre el trato a los inmigrantes que Bélgica fue multada en enero por enviar allí a un afgano que solicitaba asilo. Ahora hay una moratoria sobre el retorno de inmigrantes a Grecia.

Bélgica es, por lo tanto, responsable de la tramitación de las solicitudes de los solicitantes de asilo y, si la solicitud es rechazada, de deportarlos a sus países de origen. Sin embargo, en realidad Bélgica no fuerza a la gente a regresar a Afganistán, debido a su estado de conflicto. Así que cuando las autoridades belgas rechazan la solicitud y los que piden asilo no regresan voluntariamente a Afganistán, muchos de ellos caen en las grietas del sistema nacional, sobreviviendo como pueden.

Dado que la obligación del Estado de proporcionar alimentos y refugio termina una vez que las solicitudes de asilo han sido rechazadas, los inmigrantes no pueden trabajar, no pueden viajar ni vivir en condiciones tan difíciles como las que tienen que soportar las familias de la Avenida Louise.

El sistema "deja a la gente en la calle", reconoce Christophe Jansen, director de Asuntos Europeos e Internacionales en la oficina del Comisionado General para los Refugiados y Apátridas (CGR), el organismo autónomo encargado de tomar las decisiones sobre las solicitudes de asilo en Bélgica. Pero, subraya, "les pedimos que regresen y en la práctica, podrían regresar a sus países de origen".

El año pasado, sólo 11 afganos regresaron voluntariamente, según Pascale Reyntjens, de la Oficina Internacional de Migraciones (OIM), una organización intergubernamental que facilita los retornos y los periodos de transición.

El CGR responde que Bélgica ha proporcionado asilo a los afganos a un ritmo mucho mayor que en el conjunto de todo el grupo de solicitantes. Según las cifras del CGR, han permitido quedarse al 60% de los afganos, comparado con sólo el 21% de otras nacionalidades.

En definitiva, eso significa que cada año cientos de personas "se quedan en el limbo", lo cual es inaceptable desde el punto de vista humano y humanitario, apunta Melita Sunjic, portavoz de ACNUR en Bruselas. "Básicamente, no tienen derechos, salvo el derecho a irse a vivir debajo de un puente".

Helene Crokart, una abogada del grupo de afganos, dice que espera que vuelva a examinarse su situación lo que llevaría a nuevas entrevistas con el CGR y a la aprobación de su residencia. Después de una breve huelga de hambre, las autoridades ofrecieron a algunos de los solicitantes de asilo otra oportunidad para revisar su caso. "Tenemos que ser optimistas; si no, no podríamos trabajar como abogados de derechos humanos", explica Crokart.

Mientras tanto, Mahja dice que aconseja a los tunecinos y a los libios que no huyan y eviten esta situación de hombres sin tierra. "Quedaos y mejorad la situación en vuestros países de origen".

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