Rekarte, el disidente etarra casado con una trabajadora social de la cárcel

  • La excarcelación de Iñaki Rekarte ha puesto hoy punto final a la historia de este preso disidente de ETA, que pasó parte de su infancia con un guardia civil y se casó con una trabajadora social de una de las cárceles en las que ha estado internado.

Vitoria, 19 nov.- La excarcelación de Iñaki Rekarte ha puesto hoy punto final a la historia de este preso disidente de ETA, que pasó parte de su infancia con un guardia civil y se casó con una trabajadora social de una de las cárceles en las que ha estado internado.

Rekarte es uno de los tres etarras excarcelados hoy por la Audiencia Nacional al anularse la doctrina Parot, pero su historia difiere bastante de la de otros presos de la organización terrorista.

Nacido en Irun hace 42 años en el seno de una familia no nacionalista, con una madre profundamente religiosa, tuvo una estrecha relación desde pequeño con un amigo de sus padres, que era guardia civil, y con su hijo.

De hecho reconoció que una de las primeras cosas que le dijo su madre en la cárcel fue: "Si le hubieses hecho algo a Florencio no te perdonaría en la vida", en referencia a ese amigo.

Fue uno de los primeros presos de ETA arrepentidos, incluidos en la llamada "vía Nanclares", que concedió entrevistas tras participar en los encuentros que organizaba el Gobierno Vasco entre reclusos de ETA y víctimas del terrorismo.

Ya entonces confesó que se metió en el comando "Mugarri" de ETA cuando tenía sólo 18 o 19 años y que era "un bala perdida", sin ideologías, pero esa pertenencia a la banda parecía hacerle "importante" en el pueblo.

Después, el comando fue desarticulado y huyó a Francia hasta que volvió a Santander y recibió la orden de atentar contra una patrulla de la Policía Nacional.

El 19 de febrero de 1992 colocó e hizo estallar un coche bomba en pleno centro de la capital cántabra. Ese atentado acabó con la vida de tres transeúntes e hirió a otras 21 personas.

Fue detenido en marzo y, un mes después, en abril de 1992, la Guardia Civil arrestó al arcipreste de Irun y Hondarribia, José Ramón Treviño, por presunta colaboración con ETA.

Le acusaron precisamente de haber cobijado a Rekarte y al etarra Luis Ángel Galarza en su casa, en una actuación policial que conmocionó al ámbito eclesiástico y político vasco.

Y es que Iñaki Rekarte acudió a Treviño porque le había ayudado a salir de las drogas y le había acompañado en el proceso de desengancharse de la heroína del "Proyecto Hombre".

En 1998 la Audiencia Nacional condenó a Rekarte a 203 años de prisión por aquel atentado. En estos 21 años ha estado internado en más de una decena de cárceles, entre ellas en la asturiana de Villabona, donde decidió romper con la disciplina de la organización y aceptar un puesto de trabajo en el economato de la prisión.

La banda terrorista le pidió explicaciones pero él se negó, de ahí que fuera expulsado, aunque considera que eso fue un "paripé" porque fue él quien decidió salirse de la "secta".

Tratado de traidor y de arrepentido por sus compañeros reclusos, su familia tuvo que mudarse a un pueblo de Navarra y empezar de cero.

En su periplo por las cárceles españolas conoció a la que luego sería su mujer, una trabajadora social del centro penitenciario del Puerto, en Cádiz, donde se negaron a que se oficiara la ceremonia.

La boda se celebró en el penal de Salamanca, al que fue trasladado posteriormente.

Los últimos años los ha pasado en la cárcel de Martutene de San Sebastián, donde se encontraba ya en régimen abierto y a la que sólo acudía a dormir. Hoy ha puesto punto y final a una historia de la que ha reconocido públicamente que no se siente en absoluto orgulloso.

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