Relatar y conmover, la otra función de los juicios contra los nazis

    • La justicia es incapaz de encontrar una pena adaptada a los nazis. "Diez minutos de prisión por víctima", se ha convertido en un dicho
    • Y con acusados mayores de 90 años, la pena ya no desempeña "ningún papel"
Frmer Auschwitz guard Reinhold Hanning arrives for
Frmer Auschwitz guard Reinhold Hanning arrives for

Muchos se preguntan para qué sirven los últimos juicios contra exnazis. Para calar en la opinión pública más que para castigar, responden supervivientes y especialistas del Holocausto.

"No se trata de enviar viejos a prisión", aseguraba el diario Süddeutsche Zeitung, respecto a la apertura el 11 de febrero de un juicio contra un antiguo guardia de Auschwitz, Reinhold Hanning, y el previsto el lunes contra otro SS del mismo campo, Hubert Zafke.

Frente a las atrocidades cometidas, nadie duda de que la justicia es incapaz de encontrar una pena adaptada a los nazis. "Diez minutos de prisión por víctima", se ha convertido en un dicho entre los investigadores frustrados.

Y con acusados mayores de 90 años, la pena ya no desempeña "ningún papel", estima Justin Sonder, superviviente de Auschwitz, que declaró contra Hanning.

"Predomina la función del testimonio" a medida que mueren los antiguos verdugos y los últimos supervivientes, subraya a la AFP Daniel Bonnard, historiador de la universidad de Marburgo.

El juicio contra Reinhold Hanning, de 94 años, se construyó principalmente en torno al relato de antiguos prisioneros de Auschwitz, en la línea del proceso un año antes contra Oskar Gröning, de 94 años y ex contable de ese mismo campo.

Procedentes de Estados Unidos, de Canadá o de Israel, los testigos contaron el horror de los campos de concentración y su vida después de la guerra, ante salas abarrotadas en las que el público escuchaba en un silencio sepulcral.

Gröning, que admitió tener una "responsabilidad moral", describió el funcionamiento de Auschwitz y cómo veía las cosas por aquel entonces. Para el público era el "acusado perfecto", afirmó Andrej Umansky, experto de derecho penal de la universidad de Colonia.

Para muchos estudiantes "este capítulo de la historia es tan lejano como el antiguo Egipto", constata el profesor universitario.

El relato de Gröning sobre el campo de concentración "no tan organizado como pudiera parecer, donde los guardias disponían de margen de maniobra y se dedicaban al mercado negro", "aclara lo que ocurría a pequeña escala" y despoja a Auschwitz de "su lado abstracto, como si fuera otro planeta", añade Umansky.

Ante el interés pedagógico de estos juicios, el grupo de prensa Axel Springer, propietario del diario Bild, publicó integramente los debates y los reunió en un libro titulado "Los últimos testigos".

Aunque su impacto sea más modesto, estas audiencias recuerdan los grandes juicios contra el nazismo, decisivos para una toma de conciencia y una comprensión del Holocausto.

Los juicios de los dirigentes del Tercer Reich en Nuremberg, a finales de 1945, y el de Adolf Eichmann en Jerusalén, en 1961, tuvieron un eco enorme.

Nuremberg y los juicios de los aliados alimentaron las investigaciones sobre "los médicos, los industriales y el aparato nazi", así como sobre "los verdugos" y su "adhesión" masiva al extermino, recuerda Daniel Bonnard.

El juicio de Eichmann otorgó protagonismo a los testimonios de supervivientes, revelando así ante la opinión pública la suerte reservada a los judíos, precisa la historiadora Annette Wieviorka.

Otros juicios "tuvieron efectos nacionales", como los de Klaus Barbie (1987), Paul Touvier (1994) y Maurice Papon (1997-1998) en Francia. En Alemania, la comparecencia en Fráncfort de 22 exreponsables de Auschwitz (1963-1965) marcó "el comienzo del trabajo de la sociedad sobre sí misma", recalcó la historiadora.

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