Resultados electorales obligan a un debilitado Netanyahu a virar al centro

  • La formación del próximo Gobierno israelí, encabezado con toda probabilidad por Benjamín Netanyahu, pasará por integrar a un partido de centro, a los ultra-ortodoxos, o a todos ellos en el mismo barco aunque sean, en principio, antagónicos.

Daniela Brik

Jerusalén, 23 ene.- La formación del próximo Gobierno israelí, encabezado con toda probabilidad por Benjamín Netanyahu, pasará por integrar a un partido de centro, a los ultra-ortodoxos, o a todos ellos en el mismo barco aunque sean, en principio, antagónicos.

La plataforma encabezada por Netanyahu, Likud-Beitenu, con la que concurrió a los comicios celebrados ayer y en la que compartía cartel con el ultra-derechista Avigdor Lieberman, ha resultado tocada al obtener 31 escaños frente a los 42 con los que contaban ambos por separado en el anterior Parlamento israelí (Kneset).

Pero pese a que el resultado no le da la fuerza política que esperaba, Netanyahu tiene poco que temer de sus rivales o de la aritmética parlamentaria que ha creado una ajustada realidad de 60 diputados de los partidos derechistas y ultra-ortodoxos, frente a los 60 que suman el centro, la izquierda y los árabes.

El segundo partido más votado, el recientemente creado Yesh Atid del carismático periodista Yair Lapid, se perfila como la clave para integrar cualquier coalición de Gobierno al haber obtenido 19 diputados, por delante de la tercera formación: el Partido Laborista con 15.

Aunque estos dos partidos decidieran hacer frente común y sumarse al centrista Hatnuá de la ex jefe de la oposición Tzipi Livni, al pacifista de izquierdas Meretz, ambos con 6 diputados, y al también de centro Kadima que logró 2, el bloque de centro-izquierda requeriría el apoyo del comunista Hadash (4) y de las formaciones árabes (8) para lograr un empate técnico de 60 diputados.

Además, los partidos enmarcados en este bloque no estarían dispuestos a pagar el precio político que implica coaligarse con partidos ultra-ortodoxos judíos como el sefardí Shas (11) o el askenazí Judaísmo Unido de la Torá (7), que ponen condiciones como subvenciones o la exención de acudir a filas.

Ante esta situación, a Netanyahu le queda pactar con los denominados "socios naturales" como son el nacionalismo religioso de ultra-derecha del partido Habayit Hayeudí que encabeza Naftalí Bennett (11 escaños) y los partidos ultra-ortodoxos con los que ya ha expresado su deseo de dialogar.

El primer ministro ha invitado a negociar al líder de Shas, Eli Yishai, que ha manifestado su voluntad de integrar el futuro Ejecutivo, como lo viene haciendo desde los años noventa.

Los ultra-ortodoxos son tradicionalmente considerados como partidos bisagra que llegan a "extorsionar" a los gobiernos a fin de satisfacer sus propios intereses y tener carteras como las de Interior o Vivienda, esta última muy jugosa para la formación de Lapid, abanderada de las viviendas asequibles para la clase trabajadora.

Otra de las opciones posibles es prescindir de alguna de las formaciones ultra-ortodoxas o de las dos, y aglutinar al partido Yesh Atid, a otro de los de centro, como el Kadima, que ya integró brevemente el anterior ejecutivo, o la más radical, la de incluir al Hatnuá de Tzipi Livni.

La ex ministra de Exteriores se ha destacado en su programa por su deseo de hacer avanzar la negociación con los palestinos, mientras que Netanyahu parece reacio.

Los ultra-ortodoxos están enfrentados en su ideología a los de centro seculares y al nacionalismo religioso en cuanto a la elaboración de una legislación para que el alistamiento en el Ejército sea universal, aunque no se descarta que finalmente puedan llegar a coexistir.

"Habrá una coalición y tanto el Shas como Yesh Atid estarán dentro. El primero ha dejado claro que no tiene problemas con el segundo y están dispuestos a aceptar una ley gradual para el alistamiento del sector ortodoxo y los de Lapid nunca han sido anticlericales", señaló a Efe Efraim Inbar, director del centro Begin-Sadat (BESA) para Estudios Estratégicos.

Con la calculadora en la mano Netanyahu puede comenzar a hacer sus propias previsiones y en función de la política que estipule conveniente, integrar a unos y llegar a pactar con otros, porque, pese a su victoria pírrica, paradójicamente, cuenta con todas las opciones abiertas entre las que figura incluso la de incluir en el gobierno al laborismo.

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