Se entrega presunto asesino de hijo de rectora de Universidad hondureña

Tegucigalpa, 26 oct.- La Policía de Honduras informó hoy que uno de los presuntos asesinos de dos jóvenes, uno de ellos hijo de la rectora de la Universidad Nacional Autónoma (Unah), se "entregó" voluntariamente, en una localidad fronteriza con Nicaragua.

Se trata del ex agente Santos Padilla, a quien se le señala como el autor material de la muerte de Rafael Vargas Castellanos, hijo de la rectora de la Unah, Julieta Castellanos y de Carlos Pineda, cuyos cuerpos sin vida fueron hallados el 22 de octubre de 2010 a la altura del kilómetro 8 de la carretera que desde Tegucigalpa conduce al sur de Honduras.

El portavoz de la Secretaría de Seguridad, Héctor Iván Mejía, afirmó a periodistas que Padilla se "entregó" voluntariamente el jueves al Comisionado de los Derechos Humanos, Ramón Custodio, en una localidad del departamento oriental de El Paraíso, fronterizo con Nicaragua.

"Tenemos información que el ex agente Padilla se entregó ante el Comisionado", indicó Mejía, quien hizo un llamamiento a los otros dos expolicías, Wilfredo Velásquez y Carlos Galeas, quienes siguen prófugos, para que se presenten voluntariamente.

Padilla fue trasladado a la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) en Tegucigalpa, donde se le toma la declaración de imputado, según informaron medios locales de prensa.

Desde hace años, la Policía de Honduras ha sido salpicada por denuncias de corrupción por parte de agentes y oficiales involucrados en tráfico de drogas, robo de vehículos y violaciones a los derechos humanos, incluidos asesinatos, entre otros delitos.

Tras conocer la noticia, la rectora de la Unah dijo a periodistas que "es un momento difícil y que es importante que (Padilla) se haya entregado".

"Me han dicho que él (Padilla) fue el asesino directo de Rafael Alejandro y Carlos David", expresó Castellanos, con voz entrecortada.

Además comentó que es "un avance en el proceso de investigación el hecho de que se haya entregado la persona que fue capaz de asesinar a dos jóvenes totalmente indefensos".

Vargas Castellanos, de 22 años, estudiaba leyes, mientras que Pineda, de 24, cursaba último año de sociología.

Los estudiantes fueron asesinados después de una persecución policial que al parecer se habría originado porque no atendieron un requerimiento en un retén.