Thomas Müller, un rey en Baviera

Junto a los Alpes bávaros, las vacas rumian perezosamente en las praderas de Pähl, donde la estrella de la selección alemana Thomas Müller consiguió sus primeros goles y empezó su camino hacia la gloria.

"¿Sabéis que el más amable, el más popular y probablemente el mejor futbolista alemán actual aprendió a jugar al fútbol en las divisiones inferiores del TSV Pähl, hasta los diez años?", pregunta con orgullo el club local en una campaña promocional en internet. "¿Os gustaría ser tan buen futbolista como él?", añade.

La respuesta está más que clara para los jóvenes de la región: casi todos los niños bávaros sueñan con seguir sus pasos y levantar algún día la Liga de Campeones o el trofeo del Mundial.

En el corazón de la campiña bávara, a 50 kilómetros al sur de Múnich, jugar en el Bayern como hace Müller sería un sueño hecho realidad. Su paisano se unió al gigante muniqués en el año 2000, justo antes de cumplir los 11 años.

Sus padres y su hermano pequeño Simon, volante ofensivo del TSV y empleado del Bayern, siguen viviendo en Pähl, una pequeña localidad de 2.500 habitantes a la que Thomas Müller acude con frecuencia para ver partidos con su familia y jugar a las cartas con sus amigos.

"Mantiene los pies en el suelo y no se comporta, para nada, como una estrella. No nos ha olvidado. Gracias a sus relaciones recibimos a menudo balones nuevos y nuevo calzado", confía a la AFP su exentrenador del TSV, Wolfgang Czerwenka.

Cuando el TSV tenía problemas de dinero para reparar el techo de su sede recibió 20.000 euros de parte de su exjugador. Un pago que desbloqueó la situación y permitió la reparación.

El TSV Pähl no le olvida. Una delegación del club viaja habitualmente a los partidos del club campeón de Alemania, tanto en Múnich como en otros puntos del país.

"Desde sus primeros años se podía ver que tenía talento", recuerda Alfred Greiner, director del club. "Trabajaba duro, hacía cosas de las que los otros niños no eran capaces y parecía que nunca podía lesionarse", apunta.

Nadie sabe si esa resistencia se debe a los buenos aires de Baviera, pero Müller parece tan cómodo bromeando y confraternizando amigablemente con los vecinos de Pähl que consiguiendo goles para el Bayern y la Mannschaft.

"Es tan educado hoy como lo era de niño. Sigue su camino en el Bayern, pero cuando regresa aquí se toma un tiempo para hablar", añade Alfred Greiner.

"La gente piensa a veces, de manera equivocada, que es arrogante, pero no puede pararse con todos los que quieren hablar con él", afirma Czerwenka, último entrenador que preparó al goleador antes de su marcha al Bayern.

"Corrió el rumor en los clubes de la zona de que teníamos un jugador excepcional. Era muy bueno técnicamente e increíblemente rápido. El equipo había logrado como 160 goles esa temporada. A él siempre le marcaban muy de cerca, pero Thomas conseguía crear espacios para que los otros marcaran y él mismo terminó logrando más de 100 goles", recuerda el entrenador.

"Un día disputábamos un partido fuera, en la escuela internacional de Starnberg (la ciudad vecina). El duelo iba a determinar el campeón de la liga. Contamos con Thomas, que tenía un año menos que los otros chicos, y empezó en el banquillo", relata. "En el descanso perdíamos 1-0, pero Thomas entró, marcó cuatro veces y estuvo en el origen de otro gol. Terminamos ganando 5-1", añade Czerwenka sin poder evitar sonreír con ese recuerdo.

En las próximas semanas, Pähl espera un nuevo éxito de su hijo más ilustre, con motivo de la Eurocopa de Francia.

"Cuando hay un gran partido en mitad de la semana, el primer equipo cambia su entrenamiento a otro día para que todos podamos verlo por televisión en la sede. Podéis estar seguros de que la sala estará llena para los partidos de Alemania", asegura el exentrenador de Müller, orgulloso de su antiguo pupilo.

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