Torres-Dulce, un fiscal amable pero autónomo del Gobierno

  • Valiente Madrid, 18 dic.- El fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, que ha dimitido hoy de su cargo, ha ejercido su función durante tres años, a lo largo de los cuales las buenas relaciones con sus subordinados, propias de un hombre de buen talante, han contrastado con las tensiones habidas con el Gobierno.

Francisco Tomás-Valiente

Madrid, 18 dic.- El fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, que ha dimitido hoy de su cargo, ha ejercido su función durante tres años, a lo largo de los cuales las buenas relaciones con sus subordinados, propias de un hombre de buen talante, han contrastado con las tensiones habidas con el Gobierno.

Magistrados y fiscales consultados por Efe han coincidido en señalar estos dos factores como los sumandos de un cálculo que arroja un resultado claro: si Torres Dulce es un hombre de buen talante, accesible para sus subordinados, las malas relaciones con el Ejecutivo deben obedecer a motivos de índole política.

En concreto, varios miembros de la Fiscalía Anticorrupción destacaban hoy en conversación con Efe que jamás han recibido ninguna presión de Torres Dulce en casos como Gürtel o los Papeles de Bárcenas, y siempre han encontrado en él a un jefe accesible.

Como muestra de las malas relaciones con el Ejecutivo existe un hecho que no puede negarse: el Gobierno propuso el pasado mes de julio al fiscal Antonio Narváez Rodríguez, que era teniente fiscal en el Tribunal Supremo, como nuevo magistrado del Tribunal Constitucional en sustitución de Enrique López, que había dimitido.

Narváez era un hombre de confianza de Torres Dulce, quien aspiraba a la plaza que le concedieron a su subordinado. El portazo, además, le fue dado sin aviso previo, sin que supiera que le habían hecho el ofrecimiento a su teniente fiscal, según informan fuentes jurídicas que han valorado este hecho como un punto de inflexión definitivo en el proceso del dimisionario hacia su salida del cargo.

En este punto cabe recuperar las últimas declaraciones del ya exfiscal del Estado ante el Congreso, días después de presentar ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) una querella contra el president de la Generalitat Artur Mas, junto a otros, por la convocatoria del 9N.

Días después de presentar la querella, en la que ya es su última comparecencia ante el Parlamento, Torres Dulce respondió a la oposición, cuando varios portavoces le reprocharon haber actuado a las órdenes del Ejecutivo, poniendo como ejemplo su papel en el Caso Bárcenas y en el Caso Gurtel, sobre la financiación ilegal del PP.

"No se me puede decir que sea un fiscal proclive al Gobierno cuando investigo a Bárcenas y solicito prisión para él", señaló ante la Comisión de Justicia del Congreso. "No he tolerado nunca que el Gobierno me diga lo que tengo que hacer", subrayó.

De este modo, las razones personales aducidas por Torres Dulce para dejar su cargo quedan oscurecidas por la sensación, compartida por muchos fiscales y jueces, de que su salida tiene más que ver con las malas relaciones del hasta ahora fiscal con el PP y con el Gobierno.

En concreto, los desencuentros con los dos ministros de Justicia que han convivido con Torres Dulce, Alberto Ruiz Gallardón y Rafael Catalá, han sido innegables, reconocen también fuentes cercanas a la Fiscalía del Estado.

Queda por tanto pendiente la explicación del momento elegido para la renuncia y ahí los fiscales consultados que conocen el caso apuntan, por un lado, razones -estas sí- personales y, por otro, que ahora precisamente nadie podrá asociar la salida de Torres Dulce con ningún evento puntual en concreto.

Otra razón más para asociar la dimisión con un proceso lento y madurado por un aficionado al cine que se va en silencio, como el protagonista de una de sus favoritas, "The Quiet man" (John Ford, 1952).

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