Un nuevo grupo rebelde reavivó en 2012 el inagotable conflicto del Congo

  • El eterno conflicto del este de la República Democrática del Congo (RDC) se reavivó en 2012 con la formación del M23, un nuevo grupo rebelde integrado por antiguos insurgentes que ha puesto contra las cuerdas al Gobierno congoleño.

Prince Yassa

Kinshasa, 20 dic.- El eterno conflicto del este de la República Democrática del Congo (RDC) se reavivó en 2012 con la formación del M23, un nuevo grupo rebelde integrado por antiguos insurgentes que ha puesto contra las cuerdas al Gobierno congoleño.

Los rebeldes llegaron a tomar Goma, ciudad clave al tratarse de la capital de la provincia de Kivu del Norte, una zona fronteriza con Ruanda que cuenta con abundantes recursos minerales, razón por la que vive en la inestabilidad desde hace muchos años.

El M23 surgió el pasado abril, cuando un grupo de soldados se amotinó en protesta por la pérdida de poder de su líder, Bosco Ntaganda, un exjefe rebelde integrado en el Ejército y reclamado por la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra.

El grupo exigía renegociar el acuerdo firmado el 23 de marzo de 2009 -fecha que da nombre al M23- por la guerrilla congoleña Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) para su integración en el Ejército, a fin de mejorar sus condiciones.

El CNDP, formado principalmente por tutsis (etnia que sufrió en gran medida el genocidio de Ruanda a manos de los hutus en 1994), se creó en 2006 para -entre otros objetivos- combatir a los hutus de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), grupo refugiado en las selvas del Congo tras el genocidio ruandés.

Sin embargo, el Gobierno de Kinshasa se negó a entablar conversaciones con el M23, lo que condujo a choques con los rebeldes, que crearon su propia estructura y acabaron convenciendo a numerosos soldados para desertar del Ejército congoleño y defender su causa.

Varios informes de la ONU filtrados a la prensa acusaron a Ruanda de apoyar a los rebeldes del M23, no sólo con ayuda logística, sino también con la colaboración de los propios soldados ruandeses.

Los documentos de la ONU reflejaban también la colaboración del Uganda con los amotinados, aunque en menor medida que Ruanda, pero ambos países negaron rotundamente su participación en el conflicto.

A mediados de noviembre, el M23 lanzó una ofensiva desde la zona noreste de la provincia de Kivu del Norte y, finalmente, el día 20 de ese mes capturó Goma.

La toma de la ciudad sucedió a pesar de la presencia de la Misión de Paz de la ONU en las RDC (MONUSCO), que cuenta con 1.500 efectivos en Goma, aunque éstos no abrieron fuego para no poner en riesgo a los civiles.

"La MONUSCO tiene la prioridad de proteger a los civiles. Somos una fuerza de paz establecida por el Consejo de Seguridad y no un ejército de guerra", afirmó el jefe de MONUSCO, Roger Meece.

Mientras, la población sufría la nueva oleada de violencia, que desató el desplazamiento de al menos 60.000 personas.

Tras la repentina toma de Goma, la Conferencia Internacional de la Región de los Grandes Lagos (CIRGL), organización que regula las relaciones entre los países de la zona, convocó una cumbre de carácter urgente en Kampala para tratar el avance del M23, a la que asistieron, entre otros, los presidentes de la RDC, Ruanda y Uganda.

En la cumbre, los líderes exigieron al M23 que se retirara de Goma de forma inmediata, y pidieron al jefe de la rama política del movimiento rebelde, Jean Marie Runiga, que se trasladara a Kampala para reunirse con el presidente de la RDC, Joseph Kabila.

Tras esa reunión, el M23 aceptó retirarse a unos 20 kilómetros de Goma, aunque no fue hasta el 1 de diciembre -y tras pedir nuevas negociaciones con el Gobierno de Kabila- que los rebeldes se retiraron de la localidad.

El Gobierno congoleño expresó entonces su satisfacción con la salida de los rebeldes, aunque se mostró cauteloso.

"Su retirada hasta el límite exigido es una fase, pero hay que subrayar que aún no vamos a hablar sobre la evaluación de los acuerdos firmados el 23 de marzo de 2009", declaró entonces a Efe el portavoz del Gobierno congoleño, Lambert Mende.

A pesar de la retirada del M23 de Goma, en la que se encuentran ahora desplegados cientos de soldados y policías congoleños, la situación permanece inestable dada la impaciencia de los rebeldes por mantener conversaciones con el Ejecutivo de Kabila.

De hecho, esa impaciencia ha empujado a los insurgentes a amenazar con reconquistar Goma y alargar el conflicto del este de la RDC, zona en la que actúan numerosos grupos armados.

"Acabaremos el trabajo comenzado" si el Gobierno de la RDC no acepta volver a negociar el acuerdo del 23 de marzo de 2009, aseguró a Efe el jefe del ala militar del M23, Sultani Makenga.

La RDC se encuentra inmersa todavía en un frágil proceso de paz tras la segunda guerra del Congo (1998-2003), que implicó a varios países africanos y cuyas consecuencias aún se dejan sentir con sublevaciones como la del M23.

Ese conflicto, el más sangriento desde la II Guerra Mundial, ha causado más de 5 millones de muertes.

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