Un testigo relata que tras la explosión en la T-4 "no había edificio, solo cuatro columnas metálicas"

  • Madrid.- Un trabajador del aeropuerto de Barajas que resultó herido en el atentado de la T-4 comprendió que Diego Armando Estacio estaba muerto nada más tener conocimiento de que el joven estaba en el aparcamiento, un edificio que, tras la explosión, había dejado de existir.

Los etarras estacionaron un vehículo en la T-4 dos meses antes del atentado
Los etarras estacionaron un vehículo en la T-4 dos meses antes del atentado

Madrid.- Un trabajador del aeropuerto de Barajas que resultó herido en el atentado de la T-4 comprendió que Diego Armando Estacio estaba muerto nada más tener conocimiento de que el joven estaba en el aparcamiento, un edificio que, tras la explosión, había dejado de existir.

Así lo ha manifestado uno de los testigos que ha declarado hoy en la segunda sesión del juicio que se celebra esta semana en la Audiencia Nacional contra Mattin Sarasola, Igor Portu y Mikel San Sebastián, para quienes el fiscal pide 900 años de prisión y una indemnización para los familiares de Estacio y Carlos Alonso Palate de 500.000 euros por cada uno por el atentado.

El herido que hoy testificó, que sufre un shock post-traumático, pérdida auditiva y visual y recibe tratamiento neurológico y psicológico, ha relatado que en el momento de la explosión, el 30 de diciembre de 2006, estaba en una pasarela que une la terminal con el módulo D del aparcamiento, donde se encontraba estacionada la furgoneta-bomba.

Tras la explosión, que le lanzó al suelo, comprobó que ésta había dejado "un hueco" donde estaba el aparcamiento: "no había edificio, sólo cuatro columnas metálicas que ardían como madera", ha señalado.

Posteriormente fue a las pistas, hacia donde el personal del aeropuerto dirigía a los que desalojaban, y allí encontró a una mujer muy alterada preguntando por su novio, que estaba en el aparcamiento.

En ese momento, el trabajador, que también es voluntario del SAMUR, entendió la grave situación. "Su novio no existe", se dijo, porque él "justamente venía de ver que el ya parking no existía" tampoco.

También han comparecido hoy la madre y la hermana de Estacio, quienes han explicado que se trasladaron a España desde Italia, donde trabajaban, cuando ocurrieron los hechos.

Precisamente, varios abogados que ejercen la acusación particular han mostrado su malestar por la "falta de sensibilidad" en el trato dispensado por el presidente del tribunal, Alfonso Guevara, a estas dos testigos.

El atentado con el que ETA rompió su última tregua fue el primero en el que Sarasola, Portu y San Sebastián, que hasta entonces habían tenido una "responsabilidad menor", participaron "en su integridad" según el instructor de las diligencias que se abrieron por estos hechos y que ha declarado esta mañana.

También ha declarado uno de los cuatro guardias que participaron en la detención de Portu y Sarasola el 6 de enero de 2008 en Arrasate (Guipúzcoa), que ha explicado que éstos no "pusieron problemas" cuando les dieron el alto pero que, cuando procedió a comprobar la identidad de los presuntos terroristas, fue alertado por el grito de un compañero y vio que uno de ellos echaba a correr.

Tras una carrera de unos 50 metros, a la que se unió otro agente, hicieron un "placaje" a Portu, quien comenzó una "resistencia muy activa".

Este testimonio ha sido ratificado por otro agente también imputado en la causa abierta en el Juzgado de Instrucción número 1 de San Sebastián contra quince guardias civiles por un delito de torturas durante la detención y traslado de Portu y Sarasola, cuatro de los cuales se enfrentan a penas de entre dos y tres años de prisión solicitados por la Fiscalía de Guipúzcoa.

Dicho testigo ha detallado como Portu echó a correr cuando le pidió quitarse la mochila que llevaba -dentro de la cual se incautaron dos revólveres y munición- y abrirla y que, cuando fue alcanzado, se vieron obligados "a usar la fuerza proporcional e imprescindible" para "contrarrestar" la "violencia" del detenido.

Los dos supuestos terroristas acusan a los quince agentes de un delito de tortura en su modalidad agravada entre otros delitos y faltas, por los que solicitan entre 6 y 17 años de cárcel.

Sin embargo, la defensa ha anunciado su renuncia a los informes forenses practicados a los presuntos etarras tras sus arrestos.

Mientras, el abogado de oficio que asistió a Sarasola en sus declaraciones policiales ha afirmado que en ellas encontró al acusado "bastante espontáneo, natural y sin dudas", aunque "cansado".

Sólo a preguntas suyas, ha concluido, Sarasola afirmó haber sido objeto de malos tratos.

También la secretaria de las diligencias abiertas tras la detención de Sarasola ha asegurado que el presunto etarra realizó sus declaraciones "voluntariamente" y en ellas admitió "desde el primer momento" que pertenecía a la banda terrorista.

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