Vaclav Klaus, el azote de la UE, deja la presidencia de la República Checa

  • Para unos es un recalcitrante, conocido por su negación del cambio climático y su euroescepticismo, para otros un liberal sin miedo a lo políticamente correcto. En lo que todos coinciden es en que Vaclav Klaus ha sido uno de los más polémicos mandatarios europeos de la última década.

Gustavo Monge

Praga, 10 ene.- Para unos es un recalcitrante, conocido por su negación del cambio climático y su euroescepticismo, para otros un liberal sin miedo a lo políticamente correcto. En lo que todos coinciden es en que Vaclav Klaus ha sido uno de los más polémicos mandatarios europeos de la última década.

Klaus, de 71 años y economista de formación, abandonará el 7 de marzo próximo la presidencia tras cumplir diez años en el cargo, un tiempo en el que ha criticado el déficit democrático de la Unión Europea (UE), el euro y la "sobrerregulación" de Bruselas.

Entre el viernes y sábado próximos, los checos elegirán a su nuevo jefe de Estado, en unos comicios a los que se presentan nueve candidatos y que probablemente requieran una segunda vuelta dentro de dos semanas.

El presidente saliente, un admirador de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, se define como un arduo defensor de la identidad nacional y se ha negado incluso a izar la bandera europea en el Castillo de Praga, la sede de la presidencia checa.

Para Klaus, que se precia de ser un "disidente" de la UE, Bruselas es un instrumento para forzar la "unificación, centralización, armonización y uniformidad ideológica" de Europa.

La ratificación del Tratado de Lisboa en el país centroeuropeo en 2009 fue un arduo proceso, en buena parte por la oposición del carismático político conservador, quien sucedió en el poder al legendario intelectual europeísta Vaclav Havel.

En contra de la voluntad del Gobierno y el Parlamento, Klaus no quiso estampar su firma en el documento, ya que no estaba dispuesto a hacer una concesión gratuita.

Exigió salvaguardas, como la exención para la República Checa respecto a la Carta de Derechos Fundamentales, algo que al final consiguió.

Un ejemplo de su aversión a la UE y su "centralización innecesaria y artificial" es que uno de sus consejeros más cercanos se permitió plantar una señal delante de la finca del mandatario, en la que se indica que ahí termina el territorio del club europeo.

En cuanto al euro, este economista seguidor del rigor monetarista de Milton Friedman y la Escuela Austríaca ha critico el proyecto "político" del euro sin piedad y apoya que su país siga teniendo su moneda propia.

Ya en 2002 avisó de que el euro aumentaría las diferencias económicas con consecuencias especialmente graves "para los países económicamente más débiles" debido a las bases excesivamente optimistas sobre las que se fundó.

"Nuestra postura ha sido consistente: la política no puede dictar la economía", ha sostenido sobre la moneda comunitaria.

Klaus fue siempre cuestionado en Bruselas, y su alocución contra el actual proceso de integración comunitaria, que fue pronunciada en el Parlamento Europeo en febrero de 2009, se saldó con abucheos y el abandono de sus escaños por parte de muchos eurodiputados.

A su vez, la reciente concesión del premio Nobel de la Paz a la UE le pareció al checo "una broma pesada".

Resultó también un mandatario incómodo por sus polémicas incursiones en la esfera del medio ambiente.

Trató de desmitificar la tesis del cambio climático como fenómeno causado por el hombre, y a ello dedicó su libro "Planeta azul con grilletes verdes", publicado en 2007.

En ese libro critica la "histeria" de los ecologistas que, en su opinión, suponen un obstáculo para las libertades y el desarrollo como lo fueron los comunistas en el pasado.

También considera "un error" y una "aberración" las medidas de protección climática impuestas por la UE y que penalizan a las empresas europeas frente a sus competidores de otros continentes.

El mandatario, considerado como el padre de las reformas económicas de la República Checa, fue primero ministro de Finanzas (1989-1992) y luego primer ministro (1992-1997).

Klaus quiere seguir con su actividad pública una vez deje la presidencia y se ha planteado crear una universidad o su propia biblioteca, con el fin de difundir su legado intelectual.

Tampoco ha descartado volver a la política activa, ya sea fundando una formación o resucitando el viejo Partido Democrático Cívico (ODS), que creó en 1991, pero cuya presidencia abandonó en 2008 al considerar que se había vuelto muy centrista.

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