La crisis migratoria divide a Gran Canaria

Vivir en la 'Lampedusa' española: "Si les alojamos en hoteles vendrán más"

La situación en el muelle de Arguineguín divide al pueblo de Mogán, epicentro de una crisis migratoria que ha generado una escalada de tensión entre los residentes.

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Cientos de migrantes en el muelle de Arguineguín, Gran Canaria.
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Por un lado, 950 migrantes hacinados en 400 metros cuadrados; por otro, los vecinos que se declaran "indignados" por una situación que les golpea "por dos lados" y que solo pueden ver desde la distancia. El muelle de Arguineguín, en Mogán (Gran Canaria), ha dividido al pueblo en dos mitades, en el epicentro de una crisis migratoria que ha generado una escalada de tensión entre los residentes. En una población pesquera y turística a la que ya no llegan turistas a causa de la pandemia y el lugar de pescadores y marineros es sede de un campamento de emergencia, el debate domina la vida diaria. 

El campamento lleva meses levantado, con carpas militares y de la Cruz Roja que dan cobijo a cerca de un millar, aunque llegó a alojar a 2.600 personas a principios de noviembre. Con baños químicos, buscando sombra bajo las mesas y colocando mantas entre vallas de seguridad para refugiarse del sol, los migrantes esperan ser reubicados tras dormir en el suelo durante días. La dársena cada día tiene el trasiego de personal de Cruz Roja, cuerpos de seguridad y profesionales ataviados con los EPIs para realizar pruebas Covid, mientras los autobuses entran y salen hacia complejos turísticos y el campamento militar habilitado en Barranco Seco.

A Vicente Abrante, marinero del muelle de Arguineguín, hablar del tema le "envenena". Para él este campamento es "una estafa del Gobierno" porque mientras a ellos les han cerrado los cupos de pesca y están "muriéndose de hambre", los migrantes llegan con alojamiento, comida y sin que se les devuelva a sus países. "Pagamos seguro de nuestros barcos, impuestos, y muchas familias están siendo desahuciadas".  Es "una injusticia por parte del Gobierno" y "esto te hace ser racista". En la isla “estamos pasando miseria” como para soportar esta situación. "No veo lógico que unos tengan unos derechos y otros no", porque esto "no es inmigración, es 'efecto llamada'".

Lo mismo considera su hijo, Antoni Abrante, quien además ve un problema añadido: "Si el muelle se desborda y (a los migrantes) los dejan fuera, no tienen donde dormir, ni comer, ni trabajo, lo que los va a llevar a la delincuencia", porque "tendrán que robar para comer" sean estas personas de la nacionalidad que sean.

Son los marineros quienes en muchas ocasiones notifican el avistamiento de pateras y cayucos que intentan alcanzar una isla que, en tan solo un fin de semana (del 7-8 de noviembre), recibió la cifra récord de 40 embarcaciones en 48 horas.

20.000 inmigrantes han llegado este año a Canarias, de los que más de 6.000 que permanecen alojados en complejos hoteleros, unos 800 en el aforo completo del campamento militar de Barranco Seco y otros 950 que, en estos momentos, siguen hacinados en el muelle de Arguineguín. Estos son los que ha completado el viaje, porque Cruz Roja estima que entre el 6 y el 9% de los ocupantes de embarcaciones ilegales fallece en el intento, más de 1.200 según los cálculos y de los que no se tiene registro, pues mueren en el mar. ACNUR, la agencia para los refugiados de Naciones Unidas, considera que la ruta a Canarias es, en estos momentos, la más mortífera del mundo.

Al muelle ha acudido hoy Mohamed, de Melilla y residente en Gran Canaria desde hace 30 años (y que prefiere usar un pseudónimo para mantenerse en el anonimato). Se ha acercado al campamento para ayudar a un amigo suyo a encontrar a su hermano, que sabe que llegó a la isla pero desconoce su paradero. Tras horas de espera sigue sin respuesta. "Esto es terrible y está mal", por "cómo están en el muelle, tirados" y porque no se les devuelve a sus países, "alojarlos en hoteles hará que vengan más", asegura.

En la isla "no tenemos para comer y las ayudas no llegan" y además, sostiene, el turismo tampoco llegará porque los hoteles están llenos de migrantes. "¿Cuándo lleguen los turistas acaso van los empresarios a llevarlos a Barranco Seco?", se pregunta.

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Varios inmigrantes aguardan en el muelle de Arguineguín (Gran Canaria).

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Toñi García es gerente de una empresa de actividades náuticas, pero no puede operar porque su catamarán está "secuestrado en el muelle". Los turistas "tienen miedo de venir y la gente de la calle ni entra en la tienda" por miedo a la Covid-19 que puedan "haber traído" los inmigrantes. "Esto se nos está yendo de las manos, es insostenible", ha dicho.

García no puede ejercer su actividad porque no puede acceder a su barco: "Por tierra está el campamento del muelle de Arguineguín"... y por mar "tampoco, porque se considera zona con peligro de Covid". A pesar de haber hecho una inversión importante en su barco, no puede usar, ni mantener, “encima lo golpean las embarcaciones del muelle; solo de pensar en cómo puede estar me dan ganas de llorar".

"España no reacciona, nos ha olvidado"

Tampoco pueden mover el barco porque la autorización que tienen es para operar en ese puerto. Además, esta empresa tiene la dificultad añadida de que hay pocos atraques para un barco de esas dimensiones en otros pantalanes de la isla, lo que los deja "sin opciones", explica García, quien considera dramática la situación de los migrantes, "nos guste o no que estén aquí, son seres humanos, y están tirados en el suelo como perros. Es inhumano, una situación tercermundista".

A su juicio, esto no solo es un problema de derechos humanos, también daña la imagen turística de Gran Canaria, que es "un pueblo solidario, y que no es racista, nunca lo ha sido". "España no reacciona, nos ha olvidado", ha asegurado Toñi García, "se puede gestionar de otra manera, pero así no ganan ni los migrantes ni nosotros". El problema "se debe compartir" en el país porque "mucho hablan de solidaridad, pero no la aplican", ha denunciado.

"Los turistas no van a venir. Yo tampoco lo haría"

Los turistas que recibe habitualmente Óscar Ruano, gerente de un bar en la zona, le escriben preocupados. "Ven imágenes en la televisión de que los migrantes están en la calle, que tienen la Covid" y a su juicio "ante la duda no van a venir, yo tampoco lo haría, se van de vacaciones a otra isla".

María Moreno tiene su negocio en el mismo Arguineguín. Asegura que "como empresaria es una situación nefasta" y a nivel personal "es un drama, son personas". No le parece "normal" que en el muelle haya hacinadas casi las mismas personas que viven en el pueblo y que además "estén de esa manera". Es una coyuntura "mala para ellos y para nosotros, los vecinos", porque además "damos una imagen muy mala al exterior. Nos vemos afectados por partida doble".

Gran Canaria "es una isla muy pequeña y los recursos son los que son, mínimos", más aún en esta época porque "vivimos del turismo, principalmente". Ella está segura de que "algo hay que hacer" pero "llevarlos a hoteles no es una solución a largo plazo". Los alojamientos turísticos son "para recibir turismo y para visitantes que vienen de otra forma", y aunque "es mejor que estén allí que durmiendo en el muelle" no "es parece la solución correcta".

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